El 10 de diciembre último asumí la responsabilidad de diseñar y llevar adelante una política cultural para la Ciudad de Buenos Aires. Lo hago con un grupo de gente que reúne una vasta experiencia y gran idoneidad. Con ellos conformo un equipo de trabajo interdisciplinario, plural, integrado por profesionales que provienen de diferentes ámbitos, con quienes hoy confluimos en un proyecto unificador: hacer de la cultura una herramienta eficaz para la reconstrucción de nuestra sociedad.
Trabajamos en el Estado y no es ésta una tarea fácil, porque no vivimos tiempos sencillos. Tenemos, como sociedad, enormes carencias: debemos recuperar una ética pública, reforzar las instituciones de la democracia, crear las condiciones políticas, sociales y económicas para que el ejercicio de los derechos no sea meramente declamativo, sino una realidad cotidiana para todos.
Éste es un trabajo que nos compete a todos, pero quienes asumimos una responsabilidad pública debemos entender que con ella también viene una responsabilidad mayor en la ardua tarea de la reconstrucción social.
Estamos orgullosos de trabajar para los hombres y mujeres de esta Ciudad, nos perfeccionamos para llevar adelante una función de calidad, ponemos lo mejor de nosotros en la tarea cotidiana. Es un gran desafío en lo personal, y esto nos motiva, pero más coraje y ganas recibimos de lo que sabemos que los vecinos esperan de nosotros.
Tenemos cuatro años por delante para desarrollar una política de la cultura en nuestra Buenos Aires. Contamos con la ventaja de iniciar este camino sobre cimientos firmes, gracias al trabajo de quienes nos antecedieron. Muchas iniciativas culturales de la anterior gestión prendieron fuertemente en la población, y la gente ya las hizo suyas. Tal es el caso del Programa Cultural en Barrios, la Carpa Cultural Itinerante, los Festivales Internacionales, la programación teatral y Estudio Abierto, entre otros, cabales exponentes de una política cultural amplia, variada, que se propone llegar a la mayor cantidad de gente posible. Desde su creación, Ciudad Abierta acompañó la expansión de las representaciones artísticas, el resurgimiento de las bibliotecas públicas, la proliferación de cursos y talleres, acercándole a la gente toda la información.
Continuaremos por este camino y trabajaremos para consolidar en hechos una concepción de la cultura que se basa en su potencial para estrechar vínculos de solidaridad y compromiso entre las personas, para combatir la discriminación, para promover, en síntesis, la integración social y la formación de ciudadanía. Así entendemos la cultura, y esta idea conducirá nuestras acciones.
En este sentido, nuestro esfuerzo residirá en sostener e incrementar las distintas vías de descentralización de las políticas culturales. Porque descentralizando las actividades culturales no sólo acercamos la producción a un público más amplio. También fortalecemos el entramado institucional de la Ciudad y, en definitiva, promovemos una mayor democratización de las prácticas sociales.
Pondremos en marcha un conjunto de políticas para vincular la cultura con la producción y el turismo. La cultura es un poderoso factor de desarrollo económico, y estamos en inmejorables condiciones para proyectar a Buenos Aires como Capital Cultural de Latinoamérica. Para ello estamos decididos a impulsar en forma sostenida las industrias culturales, trabajando junto al sector privado, y a promover la preservación de nuestro patrimonio cultural, resguardo fundamental de nuestra identidad, con un sentido dinámico, proyectándolo hacia nuevas formas de expresión. Prestaremos especial atención al pequeño productor cultural, quien tendrá a su alcance herramientas para su crecimiento.
Desde todas las áreas, desde todos los frentes, trabajaremos por una cultura de la calidad. Por una parte, esto significa llevar adelante una gestión de calidad, más transparente, más cercana a los vecinos y las vecinas. Será transparente porque será con ellos y no a sus espaldas. Porque lo haremos con ellos, sabrán qué estamos haciendo y cómo nos esforzamos día a día. Esto es lo que entendemos por “ser previsibles”.
Otro aspecto de la cultura de la calidad que nos proponemos alimentar es la calidad de la vida en la Ciudad. Para ello diseñaremos programas y fomentaremos acciones que nutran la cultura de una vida cotidiana más rica, en una Ciudad menos agresiva y más amigable para sus habitantes, en una Buenos Aires más hospitalaria para quienes la visiten.
Tenemos enormes desafíos por delante y enormes ganas de enfrentarlos con creatividad, capacidad de trabajo, honestidad intelectual y compromiso social. Es una oportunidad que tenemos, que ganamos entre todos los ciudadanos y ciudadanas de Buenos Aires. Y no la vamos a desaprovechar.