El año en que la FUBA volcó re mal

El año en que la FUBA volcó re mal

Acá, un popurrí de voces que resumen una de las grandes disputas de 2006: la de la elección del rector de la Universidad de Buenos Aires que al fin terminó pero no sabemos si bien. Y una perla: el cruce en medio de una clase entre el profesor Alabarces y militantes de Oktubre


La Universidad de Buenos Aires, con sus 300 mil estudiantes, por fin tiene nuevo rector. Después de ocho meses de acefalía (Guillermo Jaim Etcheverry terminó su mandato el 7 de mayo) y cinco intentos truncados en el Colegio Nacional Buenos Aires por los activistas de la Federación Universitaria de Buenos Aires (conducida por las agrupaciones del PO, MST y la CEPA), Rubén Hallú, decano de la Facultad de Veterinaria, asumió la dirección acompañado por el papá de Juampi Sorín, Jaime Sorín, decano de la Facultad de Arquitectura, que será el vicerrector. El mandato es hasta mayo de 2010.

Al costado de los hechos: las voces

Militantes de izquierda se enfrentan en el programa de Joaquín Morales Solá en TN y se tiran frases como “te falta capital simbólico” (¿?) y la rematan con “andá a lavar los platos”. Christian Castillo, profesor y ex director de la carrera de sociología (y siempre “candidato a” en cualquier elección nacional o municipal o de lo que sea), sugiere una “componenda vergonzosa”. Y habla de un “pacto de Olivos” de los decanos “bendecido por la intervención gubernamental”, de un Consejo Superior “con mayoría radical, con un rector y un vicerrector ‘kirchneristas’” y una “caja de la UBA”, manejada por “un actual operador de Macri”.

En un operativo de inteligencia que incluyó a decanos viajando en subte y que, por favor, no haya infiltrados, y un montón de policías, la asamblea funcionó la mañana del lunes 18 de diciembre en el Congreso, en el Salón Azul de Diputados, y no en su sede habitual. Lo habían decidido consejeros superiores doce días antes en una reunión “secreta” en la Facultad de Bioquímica. Afuera del Congreso, Agustín Vanella, dirigente de la FUBA, María Damasseno, también de la FUBA, y algunos más, se enfrentaban con la policía, la gendarmería, se tiraban cosas, se empujaban, se pegaban e iban a terminar detenidos por hacer lío. “Unos delincuentes”, según Hallú.

Sospecha Mariano Grondona: “Es imposible no atribuir una intención política a este cambio de actitud (el de sesionar en Congreso con seguridad garantizada). Los candidatos anteriores a rector, comenzando por el decano de la Facultad de Derecho, Atilio Alterini, prolongaban en cierto modo la larga tradición ‘no peronista’ de la UBA. Hallú se autodefine al contrario como ‘peronista’, mientras que Sorín es considerado un hombre de izquierda. Es lógico suponer por ello que el Gobierno sólo garantizó la seguridad de la asamblea universitaria cuando ésta dio claros indicios de que consagraría una conducción ideológicamente afín con el peronismo de izquierda que él mismo encarna. Es como si el Gobierno les hubiera dicho a los asambleístas: ‘¿Quieren elegir autoridades? Sólo les daré la protección policial que necesitan si apruebo a los candidatos’”.

Los extremos coinciden. En la misma línea, Juan Pablo Rodríguez, presidente de la FUBA, opina casi lo mismo: “Hallú es candidato elegido luego de una sucesión de candidatos fallidos, que reúne las condiciones de obsecuencia a las políticas de camarilla shuberoffista y del Gobierno Nacional. Un rector que no es académicamente de talla”.

¿Y la democratización de la Universidad? “Lo de la democratización es una demanda elemental”, dicen desde la izquierda, porque la representación de estudiantes es minoritaria y todos deberían poder elegir a sus autoridades (¡por eso, la democratización!), los no docentes directamente no tienen representación y todo queda en manos de una “pequeña oligarquía, conservadora y elitista”: son unos 600 profesores. Y “los avances privatistas de la Universidad pública”. Lagrimeando, Hallú negó la privatización de la institución: “Cuando algún trasnochado piensa que voy a privatizar la Universidad les digo que soy a lo que llegué gracias a esta Universidad”. Después, vino el saludo con Scioli. Qué dijo Daniel Filmus. Desde el principio: “La Universidad es autónoma y no debemos intervenir”. Y hasta Cristina Kirchner le confidenció al flamante rector: “Me alegro de que la UBA haya regularizado su situación”.

De la Asamblea Universitaria que elige rector participan los docentes, sean titulares, adjuntos, jefes de trabajos prácticos, regulares o concursados. Menos los docentes del CBC, los no docentes. Y los estudiantes tienen una representación del 25 por ciento de la totalidad de los consejeros: según se informa en los carteles que cuelgan de los techos, paredes y pizarrones de todas las facultades, uno de cada 5.555 estudiantes tiene voto en la asamblea. La idea de la democratización es que una persona sea igual a un voto. A lo que el Doctor Grondona responderá: “La democracia es un régimen político en virtud del cual los gobernados eligen a los gobernantes. Pero esta descripción, que es fundada cuando se aplica a la forma de gobierno de una nación, ¿debe aplicarse también a las demás instituciones sociales que esa nación alberga? La familia, por ejemplo, ¿debe ser democrática? Una mayoría de tres hijos, ¿debiera imponerse a una minoría de dos padres? En el Ejército, ¿una mayoría de soldados tendría que prevalecer sobre una minoría de jefes y oficiales? La mayoría de los empleados de una empresa, ¿tendría que mandar sobre una minoría de accionistas y ejecutivos? Y esto es precisamente lo que los activistas de la FUBA, en el fondo, pretendían. Que los alumnos elijan a sus maestros. Que los que aún no saben enseñen el camino a los que saben. Afuera quedarían los concursos por antecedentes y oposición en busca de la excelencia de las cátedras. Anuladas serían también las notas que califican a los mejores, aplazan a los peores y justifican las becas a los pobres a cambio de su esfuerzo”.

Paliza en el aula

Pablo Alabarces es profesor titular de la materia Cultura Popular y Masiva de la carrera de Comunicación Social en la UBA, investigador del Conicet, doctor en sociología graduado en la Universidad de Brighton, Inglaterra, y hace diez años que investiga la cultura futbolística argentina. El miércoles 11 de octubre, el día después de los incidentes del Hospital Francés, Alabarces daba una de sus clases teóricas como todos los miércoles después de las 19. Y como todos los miércoles, pero sobre todo, como todos los días, a toda hora y en todas las clases, un grupo de nueve estudiantes de Oktubre pasó a hacer algunas propuestas. Y ahí se armó. Uno de ellos habla, mientras los otros lo miran: “Venimos de Oktubre, de la comisión del Centro de Estudiantes. Queremos invitarlos a una asamblea en Marcelo T. para discutir temas importantísimos como el avance de la Ley de Educación Superior. Algo bastante grave porque sabemos que significa el avance de la privatización, el pasaje de materias del grado al postgrado, pagos…”. Hasta que Alabarces, que dice que no suele interrumpir “a los compañeros”, no se aguantó más. Después de vapulearlos con cuestiones como “hace falta más precisión en la información”, quién preside la Coneau, cuántos representantes tiene Oktubre en el Consejo Superior, los estudiantes no van a las reuniones y “la gratuidad de los posgrados no es una cuestión de azar”, despachó a los chicos de Oktubre con un: “Me han puesto los pelos de punta. En el Consejo Directivo, ustedes tienen cuatro representantes, tres por la mayoría, uno por la minoría. Ninguno de los cuatro va a las reuniones de la comisión de investigación y posgrado. Ninguno, nunca. Es decir, no les preocupa en lo más mínimo. El doctorado todavía no podemos hacerlo gratis, porque si no se nos cae todo a pedazos, pero conseguimos que las maestrías sean gratuitas para los graduados de la facultad. Inclusive, este año todavía teníamos que mantener que los becarios de Conicet y de la UBA pagaran la maestría pero conseguimos una guita extra para que no pagaran ni siquiera los becarios; pero nos cuesta sangre, sudor y lágrimas. Inventar guita donde no la hay. ¿Por qué? Porque el gobierno nacional y la universidad no pone plata para financiar posgrado, porque la Ley de Educación Superior, es cierto, la ley del menemismo, dice que el posgrado es arancelado, entonces no tenemos financiamiento. Tenemos que inventarlo: que una guita menos acá, que una guita más allá, que esto, que lo otro, cierra, da cero, vamos para adelante. Pero nos cuesta. Entonces que vengan alegremente a decir que la privatización de la enseñanza… Claro que hubo un proceso, claro que el menemismo, continuado por la Alianza, quería buscar la privatización de la enseñanza. Claro que sí. Pero sostener que eso continúa siendo el mismo proceso, eso es lo que jode. Y voy a insistir, no solamente por los chicos: no es que los posgrados fueron gratuitos ni ‘por suerte’, como desafortunadamente dijo el compañero, ni gracias a la lucha de miles y miles. Que los posgrados sean gratuitos nos costó mucho a profesores y a graduados, los estudiantes no se calentaron.”
El debate enterito en http://www.catedras.fsoc.uba.ar/alabarces/debate_11_de_octubre.htm.

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