Luis Zamora, el político que interpreta a "la gente"

Luis Zamora, el político que interpreta a "la gente"

"Es cierto que nadie nace sabiendo, pero el nivel de improvisación con que se refiere a la problemática realidad del distrito este candidato del campo 'popular', roza la falta de respeto a la sociedad que él dice interpretar y 'dar cabida para las decisiones' y para la cual, no tiene o no ha mostrado hasta ahora ninguna propuesta concreta o viable"


El candidato a jefe de Gobierno por Autodeterminación y Libertad, Luis Zamora gusta de arrogarse públicamente la correcta interpretación de lo que desea el pueblo argentino en general y el de la Ciudad en particular. Reporteado en forma frecuente por los medios de comunicación afines a tan singulares cualidades psicológicas, Zamora contesta los interrogantes con su frase preferida: "Lo decidirá la gente". La improvisación, la hibridez y la hipocresía del zamorismo también será plebiscitada por los porteños democráticamente, como corresponde, en las próximas elecciones.

El término "la gente" es un genérico que incluye a Diego Maradona, a Guillermo Suárez Mason, al panadero de la esquina, al ingeniero de la empresa multinacional, al desocupado, al cardenal Jorge Bergoglio, al cartonero Báez, a un bancario, a los famosos -tanto los estúpidos de la tarde televisiva como a los más inteligentes-, y así podríamos seguir enumerando uno a uno a los integrantes del conglomerado país Argentina.

Obvia -y afortunadamente- todos ellos no representan una uniformidad de pensamiento ni de nada, ni tienen por qué saber de todo. Ni el candidato a jefe de Gobierno por Autodeterminación y Libertad, Luis Zamora ni sus equipos, si los tuviera, se han tomado la preocupación de estudiar -aunque sea por arriba, como otros candidatos- para de esa manera hacer alguna propuesta concreta acerca de este complejo sistema institucional generado a partir de la sanción de la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires.

Este centro urbano que pretende gobernar tiene una problemática que va mucho más allá de los "slogans" tipo el de "igualar al Norte con el Sur", algo tan repetido en los últmos años que nadie escuchará seriamente hasta que supere el campo de las promesas. Es cierto que nadie nace sabiendo, pero el nivel de improvisación con el que se refiere a la problemática realidad del distrito este candidato del campo "popular", roza la falta de respeto a la misma sociedad a la que él dice interpretar y "dar cabida para las decisiones" y para la cual no tiene o no ha mostrado hasta ahora ninguna propuesta concreta viable.

La verdad es que de aquel ex diputado vendedor de libros, que en un rapto intuitivo y de buenos reflejos fue uno de los que timoneó el "que se vayan todos" por el que la sociedad lo premió con dos escaños nacionales en el 2001 (de los cuales sólo le queda uno, ya que no lo toleró ni su compañero de banca), parece haber quedado poco.

Zamora debería prepararse con la seriedad y la responsabilidad que corresponde para intentar ejercer la primera magistratura de una Ciudad que tiene un presupuesto de casi 4000 milones de pesos, o sino sería preferible que reconozca que su trotskismo se ha transformado en un pensamiento político más tradicional y mayoritario en este país, que es agarrarle el gustito a vivir del Estado pero sin política y poner primero a su mujer en la lista.

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