¿Bs. As. 10…? ¿En qué Ciudad viven?

¿Bs. As. 10…? ¿En qué Ciudad viven?

"Pretender armar un telón de utilería empapelando la Ciudad con afiches que quieren vendernos, una "Bs. As. 10", desde donde se nos habla de "construir una ciudad diferente, para que cada uno viva como debe vivirla", es mofarse de nuestra inteligencia"


Cotidianamente vemos con dolor un ejército de hombres, mujeres y niños infelices que llevan como única mochila la miseria sin esperanzas.

El bienestar de los ciudadanos merece la máxima de las consideraciones, no hay capital más importante, es la mejor herramienta para mejorar la calidad de vida de la sociedad y el instrumento más eficaz para lograrlo es la política. Se nos quiere involucrar en una cultura seudo democrática basada en creencias, comportamientos, hábitos y costumbres individuales, con falta de conciencia cívica que nos convierta a todos en enemigos de todos.

La participación de la ciudadanía debe ser desde un rol transformador para lograr que el arte de gobernar sea eficiente y terminar con el concepto del uso abusivo que se hace del poder. Las manifestaciones de este uso abusivo se han convertido en moneda corriente, traspasando cualquier imaginación, ¡es de una creatividad pasmosa!

¿Nos hallamos ante la impertinente pretensión de imponer una nueva cultura de realidad novelada, donde la Ciudad es solamente un lienzo blanco virtual que se supone pintar en la imaginación de los ciudadanos como sí fuéramos lelos?

Pretender armar un telón de utilería empapelando la Ciudad con afiches que quieren vendernos, una "Bs. As. 10", desde donde se nos habla de "construir una ciudad diferente, para que cada uno viva como debe vivirla", es mofarse de nuestra inteligencia.

Hablan de infraestructura y recuperación de espacios públicos (¿????), cuando las plazas son potreros llenos de excrementos no sólo de perros sino también de seres humanos de toda edad que viven en las calles, mientras el Gobierno permanece indiferente y ausente.

En la Plaza de la República durante todas las noches y durante todas las mañanas menores de edad, niños y niñas que son nuestro futuro, duermen se drogan y están al servicio de depravados que van a buscarlos para satisfacer sus instintos a la luz de todo el mundo; y el Gobierno no hace nada.

Tampoco los bloques mayoritarios de la Legislatura se hacen cargo, viven en la misma Ciudad imaginaria que nos quieren vender. No se escuchan las voces de los ibarro-macristas- kirchneristas legislando para nuestra niñez, ni cuando se nos habla de las normas de tránsito, como si todos viviéramos en un rulero, y no supiéramos de la incertidumbre que tenemos que sufrir al trasladarnos de un barrio al otro para cumplir con nuestras obligaciones.

Se inauguran plazas que ya fueron inauguradas. Eso sí, en el sur, porque es políticamente más correcto. Y como broche de tanto delirio se nos dice que "Bs. As 10 es el futuro que juntos estamos haciendo hoy".

¿Con quién lo haremos? ¿Con el viejo o el nuevo Ibarra? Que para poder seguir llamándose Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tendría que cumplir con lo que la ley le impuso por un recurso de amparo, sacar a los chicos cartoneros de la basura, darles una beca y educarlos. Y no llevar sobre su conciencia el abandono de la infancia desprotegida de la calle.

Debería rápidamente reinventar el Gobierno construyendo un sistemas de reglas claras, transparentes y eficientes. Contar con una policía comunitaria que recorra la ciudad, una policía de patrulla que circule por los barrios de manera sistemática, una policía al servicio de la Ciudad, para una ciudad más segura. Un gobierno que desarrolle estrategias de crecimiento económico y desarrollo humano, donde la recaudación tributaria se utilice como herramienta.

Que no estén discutiendo y pensando qué hacer con el superávit mientras los chicos mueren de hambre en el mejor de los casos, porque tienen peores maneras de morir una y mil veces.

Un gobierno que tenga una agenda donde la salud, la educación y la seguridad de la niñez sean prioritarias. Y no necesite nunca más, ni afiches como telones de fondo de utilería, ni reinventarse una y otra vez. Y quién sabe, quizás, los bloques mayoritarios le marquen el camino del verdadero arte de gobernar.

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