Vivir en el temor degrada, y eso lo saben bien los habitantes de Buenos Aires en estos días.
Lenta pero firmemente la espiral del delito se yergue incontenible sin respetar clases sociales. Secuestros express, salideras bancarias, hombres-araña, robo de autos, a comercios, restaurantes, medios de transporte y arrebatos se presentan en desordenado montón con un siniestro nivelador… la violencia.
Los sonidos ominosos de los disparos y sirenas ya no son patrimonio de la noche, a cuyo inicio miles de familias se atrincheran en sus casas esperando el reflejo tranquilizador del alba. Ahora no hay horario para la muerte, como lo atestiguan aquellos que se atreven a un almuerzo de domingo en lugar público.
La megalópolis de aires europeos y dólar barato empieza a ver con temor que ni siquiera las adyacencias de personajes custodiados o el micro centro financiero y turístico están a salvo.
Cualquier planificación en materia de seguridad choca con una realidad palmaria….la ciudad carece de policía propia.
Tiene es verdad, trabajando “de prestado” a la Policía Federal de la Nación, cosa difícil de explicar a especialistas extranjeros que se asoman a la problemática. Tiene es verdad, una Guardia Urbana cuyos jóvenes intentan ignorar el olímpico desdén de quienes cruzan por el medio de las calles.
Proyectos, pociones mágicas, soluciones oportunistas, discursos electoralistas de distintos signos y colores sobrevuelan como buitres la carne desgarrada por el dolor de la “perla del Plata”. Se pide paciencia, se desarrollan planes a mediano plazo, todo con un fondo de lágrimas inocentes.
Será llegado el momento de priorizar la vida de millones por sobre los reclamos politizados de unos pocos?.
Aparecerán finalmente acciones decididas que permitan encarar la situación, no desde la retórica sino desde la práctica? Es de esperar que así sea.
Sobra violencia….y falta tiempo.
*Abogado-Licenciado en Seguridad. Analista de Riesgos-Perito en Seg. Bancaria. Ex comisario inspector.