Finalmente, el kirchnerismo ganará la calle

Finalmente, el kirchnerismo ganará la calle

Al calor del conflicto que rodea a la negociación de la deuda externa, pero también de la necesidad de darle organicidad al apoyo que concita el presidente, los kirchneristas, los duhaldistas y aún los ibarristas marcharán rumbo a la Plaza de Mayo.


La aparición de Néstor Kirchner -inesperada para muchos- en la Casa Rosada, junto a un también inesperado crecimiento de su imagen positiva en los meses siguientes, dio origen a una nueva categoría en la simbología política, que se referencia en su propio apellido: el kirchnerismo.

Pero si bien desde el 25 de mayo de 2003, son muchos los que alardean acerca de su pertenencia a tal espacio político, lo cierto es que son muy pocos los que conocen sus códigos internos, su cultura política y sus estrategias.

El lunes próximo -1º de marzo- algunas de las incógnitas que plantean el santacruceño y sus seguidores serán develadas en la calle. Una movilización convocada por todo -absolutamente todo- el universo político que rodea al presidente se convertirá en la presentación en sociedad de la nueva cultura política surgida tras la transición que encabezó Eduardo Duhalde.

Al calor del conflicto que rodea a la negociación de la deuda externa, pero también de la necesidad de darle organicidad al apoyo que concita el presidente, los kirchneristas, los duhaldistas y aún los ibarristas marcharán rumbo a la Plaza de Mayo. Todo esto, sin perder de vista que toda negociación con los organismos internacionales a menudo arroja, para los países del Tercer Mundo, resultados no deseados.

Los kirchneristas que convocan al evento pertenecen a todo el espectro político que rodea al patagónico. Habrá peronistas de casi todos los pelajes, incluidos algunos sindicatos -el movimiento es amplio-, progresistas, gente cercana a la centroizquierda y a la centroderecha y también gente ligada al quehacer empresarial. A pesar de que la movilización se producirá en su propio distrito, los kirchneristas expresan por lo bajo su convicción de que no habrá un aporte masivo de manifestantes por parte del jefe de Gobierno porteño, un hombre cuyo "partido" hace honor a la palabra, que no suele hacer de la construcción política el centro de su accionar.

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