El duelo militar que mantienen en suelo ucraniano (una parte, la otra ya es rusa constitucionalmente) la OTAN y la Federación de Rusia está llegando a su fin en esta etapa. Fueron tantas las idas y vueltas de Washington en la negociación de “una paz” que la misma no llegará finalmente por medio de negociaciones sino producto de la derrota militar del ejército ucraniano en el terreno. Por supuesto allí si habrá que sentarse a negociar (veremos quiénes), pero de otra manera, eso será entre ganadores y perdedores, algo más previsible. Parecido a una rendición, y hablamos de etapas porque este podría ser un primer cierre de algo que está tomando cada vez más forma y es la preparación y el discurso de la mayoría de la Unión Europea fogonea un conflicto militar con Rusia que ellos sitúan para cuando estén en una mejor situación que la actual, alrededor de 2028/30, ya que ahora los resultados de sus posibilidades están a la vista.
Washington puso las negociaciones en modo freezer, habiendo comprobado que era imposible hacer razonar al presidente ucraniano Volodimir Zelensky en la mesa de negociación, ya que los más belicistas europeos encabezados por Reino Unido y Alemania no le permiten hacerlo (algo que cuenta con el antecedente de Boris Johnson en 2022) porque no se pueden permitir una triple derrota. La militar, en donde a pesar de haber puesto todo lo que tenían no lograron el objetivo de debilitar a Rusia, sino todo lo contrario. La geopolítica ya que su estructura de defensa y ataque, la OTAN, corre el riesgo de descomponerse y con ello la alianza con Estados Unidos, en quien confiaron su protección hasta hace muy poco y terminaron de este modo, solos y vencidos. Y la tercera derrota es con sus propios pueblos ya que les complicaron sus presupuestos en esta loca aventura, de la que no pueden ni saben salir, que les genera recesión e inflación, la pérdida de calidad de vida con el consecuente conflicto interno.
Donald Trump ha logrado a medias su intención de correrse de la guerra perdida, en parte echándole la culpa a Joe Biden y –lo que más le importa- en lo económico haciéndole pagar la guerra de Ucrania a la UE, que debe comprar las armas de su complejo militar además de los infinitos buques de GNL que derrumbaron la economía energética familiar e industrial europea, ya que lo pagan tres veces más que el gas ruso que tuvieron durante décadas.
En términos bélicos, la defensa de Ucrania se está desmoronando en la extensa línea del frente de más de 1.000 kilómetros. Tanto en Járkov (Kupiansk) como en Donetsk (Krasnomeisk/Pokrovsk), dos de las fortalezas más importantes que habían construido desde 2014 en adelante, se encuentran prácticamente perdidas, sobre todo esta última en la que está “limpiado” un 90% de la misma. Entre ambas se estima que están rodeados sin alimentos, ni agua, ni pertrechos y tampoco con capacidad de moverse, alrededor de 15.000 soldados, que se van rindiendo a medida que el cerco los abruma y la comandancia los abandona.
Aquí están pagando caro los ucranianos la incursión sorpresa en el oblast de Kursk en Rusia, en donde perdieron miles de sus mejores combatientes (y mercenarios) además de los mejores equipos que la OTAN les había dado. Fue una aventura estúpida, Rusia no mordió el anzuelo y no descuidó nunca su prioridad de la operación militar (Donbass) y encima pulverizó en sólo unos meses las tropas enemigas con la inestimable ayuda de miles de soldados de Corea del Norte. Y encima en el norte, aprovechando el desarrollo de los combates que traían, los rusos ya están en Sumy (Ucrania), desde donde partió esa contraofensiva fallida.
Para aquéllos que piensan que Ucrania es un pobre país en términos militares, sería bueno recordarles que su ejército a pesar de haber sido aniquilado en buena parte por la trituradora rusa en tres años y medio, es hoy por su experiencia en combate (y su origen eslavo), probablemente el más competitivo de Europa Occidental. Eso resalta más la performance del ejército ruso, que ante un duro rival equipado con la mejor tecnología bélica que posee Occidente, logró técnicamente derrotarlo en la línea y su cerco en estas dos regiones, el primer paso hacia el final del juego. Por más que recurran a las fuerzas nazis de elite que tienen como los del Grupo Azov, la suerte en estas zonas parece estar echada y la realidad es que mantienen a esas formaciones en la retaguardia para no perderlos tan fácilmente. Llevan días en ambas ciudades intentando romper el cerco y lo que único que logran es aumentar geométricamente las bajas y las rendiciones.
Pero la ofensiva no se limita a estas dos zonas. En el norte, en Járkov, y también en Zaporozye y Dniprópetrovsk las tropas avanzan rápidamente ya que la falta alarmante de recursos humanos de Ucrania genera agujeros que son utilizados en el avance continuo. Y no hay más recursos humanos. Hasta acá el tema militar.
Washington lo sabe y espera, pero sobre todo buena parte de Europa Occidental, a pesar que querer continuar la guerra “hasta el último ucraniano” entienden que con Zelensky será muy difícil afrontar los tiempos venideros. La guerra está perdida, la población está harta de la misma y quiere volver a la paz de algún modo, los jóvenes emigran del país o desertan del frente, y ahora se suman las importantes denuncias de corrupción que ya llegan a la cima de la pirámide, al propio presidente, con mandato expirado. Quizás esa sea la razón por las que desea quedarse, el enriquecimiento. La impunidad y le represión interna. Se habla de cientos de millones de dólares. Ya renunciaron en los últimos días por este tema los ministros de Energía y de Justicia, ambos muy cercanos a Timur Mindich, su socio en la Productora, el encargado de lavar todo el dinero que Zelensky robó en todas sus giras mendigando ayuda para la guerra. El ministro de Justicia había sido casualmente el de Energía hasta que Zelensky y Mindich decidieron el enroque. Esto provocó una ola de indignación en la población ya que justamente la infraestructura energética está siendo atacada a diario a comienzos del invierno y el dinero para su reparación es el que fugaron al exterior. Y mientras tanto, Ucrania queda a oscuras y muerta de frío. Es una crisis política aguda para un Zelensky, que de tanto concentrar el poder se va quedando más solo dentro y fuera de su país.
La última señal que confirma esa soledad, es el cambio de tono de los medios occidentales respecto de esta combinación de delitos en medio de un panorama bélico desesperante, en donde Zelensky pasa a ser parte del problema y no de la solución. Ya las críticas que antes eran censuradas (igual ayer Corriere della Sera prohibió la publicación de un reportaje al canciller ruso, Serguei Lavrov) hoy empiezan a ganar espacio con la nueva situación habida cuenta de la aquella frase que reza: te acompañamos hasta la puerta del cementerio, pero entras solo.
Este jueves el secretario de Estado, Marco Rubio, ha reconocido “un problema” con los sistemas de defensa antiaérea suministrados a Ucrania, y es que apenas pasa una semana entre el momento en que se instalan y el momento en que Rusia los destruye. Y agregó que ya no tenían más sanciones para Rusia, que no había más nada para sancionar. Contundente postura, de un halcón norteamericano. Hablando con la prensa sobre los problemas de abastecimiento eléctrico que se viven en Ucrania, Rubio estimó que actualmente los residentes de Kiev pasan “entre el 50 y el 60 % del día” sin electricidad, así como “horas” sin agua corriente.
La negación de las dificultades es otro de los problemas que afronta Zelensky ya que ahora es obvio para los ucranianos conocer la realidad de su debacle militar, institucional y política, antes ocultada y con fuertes restricciones y castigos a quién la contradijera.
Trump mientras factura, piensa un poco en sus charlas con Vladimir Putin en Anchorage (Alaska) y ver cómo salir del laberinto sin romper todo con Europa. Con el daño que le está haciendo, ya le alcanza. Rusia no entiende la negativa de Ucrania a negociar, ya que cada minuto que pasa será peor cuando llegue el momento de hacerlo. A este paso va a perder mucho más que lo le reclamaba Rusia en 2022 y Reino Unido le quemó el papel del acuerdo. Y para Rusia el territorio es lo de menos (tiene de sobra), pero su seguridad debe ser garantizada. Y hace los deberes al respecto. Ucrania y la UE quieren lo mismo, pero hacen todo lo contrario y se quedaron solos contra la pared.
