Un Evangelio Escondido en Santa Cruz

Un Evangelio Escondido en Santa Cruz

El Evangelio Escondido, una singular experiencia de trabajo colectivo que sigue el sendero de la mística italiana Chiara Lubich.


Alberto Ivern, Ilaria Draghi y Leopoldo Verona no son famosos, pero igualmente fueron protagonistas de un suceso extraordinario.

¿Cómo se puede calificar a la escritura de un libro –lo llamaron “El Evangelio escondido”- elaborado por pequeños textos escritos, releídos y devueltos con los sucesivos aportes de los tres, que vivían uno en Buenos Aires (Alberto), otra en Florencia (Ilaria) y el tercero en Sicilia (Leopoldo)?

El residente en Buenos Aires le relata a este cronista que “hay una sentencia del Evangelio en la que Jesús dice que allí donde haya más de uno, yo estoy entre ustedes y eso es lo que sentimos al escribirlo”.

Ivern es actor de teatro corporal (mimo), filósofo relacional y licenciado en Doctrina Social de la Iglesia. Leopoldo Verona es músico. Ilaria Draghi es bailarina. Hace 50 años, los tres coincidieron en las Colinas del Arno –cerca de Florencia y del pueblo de Figline Sull’Arno- en una compañía de teatro, música, baile y mimos. Editaban sus discos en su propia casa y giraban por Europa llevando su arte y su mensaje. Allí conocieron a Chiara Lubich, que pensaba que el mensaje de la cristiandad debía difundirse por medio del arte.

“Ella convocó a artistas de todo el mundo –dice Ivern-, nos dijo que había que enamorar al mundo del Evangelio y de Dios. Hacíamos teatro, mimo y danza para comunicar el Evangelio. Lo hicimos entre el año 1970 y 1975”.

“En esos años, nos encargaron a Leopoldo y a mí hacer un disco para chicos. Esa fue nuestra primera experiencia de trabajo colectivo, que continuamos con este libro. Yo tenía que escribir los textos y Leopoldo la música, pero a veces ocurría al revés, a mí se me ocurría una melodía y a él, una poesía. Entonces, nos cruzábamos de vereda. En esos momentos me di cuenta de que Dios había transformado mi corazón de piedra en un corazón de carne, que podía amar a los demás”, continúa el actor.

“Entonces, Ilaria era una niña, la hija de nuestra traductora, porque nuestras canciones debían ser traducidas para cantarlas en otros países. Hoy, Ilaria tradujo este libro al italiano. Lo que es el destino, ¿no?”.

Luego Ivern continúa relatando su extraordinaria parábola. “Hace unos diez años, Ilaria vino a Buenos Aires para perfeccionarse en el tango y yo le serví de guía y la llevé a las milongas y a los bailes. Así me reencontré con ella, que era una nena cuando la conocí”.

Tiempo después del reencuentro, “a mí me convocaron del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) para que hable con los obispos de Latinoamérica sobre la transformación de la realidad y en esos viajes había siempre una Biblia al alcance de mi mano. Un día leyéndola, descubrí un mensaje, pero no me animaba a decirles eso a los obispos. En esos días, hablé con Leopoldo, que hacía mucho que no nos veíamos y le dije de escribir este libro en conjunto. Así nació El Evangelio Escondido”.

Después de este encuentro, Alberto Ivern convocó a Ilaria, que en principio no quería aceptar. “Estaba enojada con la Iglesia, con el Dios oficial, pero finalmente se unió a nosotros porque –según dijo- este Jesús sí me gusta. Es un Dios vivo. Ella lo quería porque era un Dios que estábamos sintiendo. Esto es el libro: lo que sentimos tres artistas cuando releímos el Evangelio desde el punto de vista de la espiritualidad de Chiara Lubich, esa mística italiana que nos había convocado hace 50 años para que difundiéramos el Evangelio”.

Algunas frases al azar

Leopoldo

“Hay un Evangelio escondido que se revela a quien tiene oídos para oir y ojos para ver, para entender. La mente se libera, se accede a una alegría inexplicable, sentís que se enciende la luz y finalmente entendés que fuiste creado para la felicidad y que en toda la creación está impresa esa misma lógica del Cielo: la felicidad”.

Ilaria

Así explicó la bailarina italiana su ingreso al proyecto de El Evangelio Escondido. “Yo había estado unos meses antes en Buenos Aires y me había reencontrado con Alberto. Con él y con Leopoldo nos conocimos cuando ellos eran muy jóvenes y yo apenas una niñita. Lo que me ‘obligó’ a decirles que sí fue la belleza del vínculo que siempre tuvimos, el cual mágicamente se restableció apenas nos volvimos a contactar. Aquel amor recíproco, eso fue lo que me impulsó a leer los primeros textos que ellos estaban preparando. Así que empecé a leer El Evangelio Escondido desde los ojos de ellos y me encantó. Primero sospeché que ellos estaban haciendo una versión del Evangelio para mí, para reconquistarme (se ríe). Pero después me di cuenta de que éste es el anténtico Evangelio y que yo me había enojado con aquel otro, que nos han predicado para asustarnos y para domesticarnos… Yo creo que nunca habría encontrado este Evangelio si no fuera por ellos. Porque está realmente ‘escondido’. Cuando lo lees te encuentras frente a un espejo mágico: ¡descubre que tienes alas! Te hace bailar, saltar, volar…”.

Para pedir el libro, el que esté interesado podrá escribir a https://librosciudadnueva.com.ar/producto/el-evangelio-escondido

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