“Procedente de Belén, vía Moscú, a Buenos Aires”

“Procedente de Belén, vía Moscú, a Buenos Aires”

Artículo del Embajador de Rusia en Argentina, Dmitry Feoktistov


Millones de cristianos occidentales en todo el mundo celebrarán el 25 de diciembre la Navidad, una de las festividades más importantes para muchos países, incluyendo Argentina, donde es feriado nacional. En Rusia esta celebración también es una de las más veneradas: en la tradición ortodoxa se puede compararla por importancia solamente con la Pascua. Pero nosotros la celebramos un poco más tarde, el 7 de enero.

La diferencia de fechas con católicos y protestantes se debe a que la Iglesia Ortodoxa Rusa se rige por el calendario juliano, conocido como el “viejo estilo”. Tras la reforma del calendario implementada en el siglo XVI por el Papa Gregorio XIII algunas comunidades cristianas optaron por mantener su estructura litúrgica tradicional. Con el tiempo esto condujo a una diferencia de 13 días que se convirtió en un símbolo de la específica trayectoria histórica del cristianismo oriental que prioriza la preservación de la tradición y el significado original de la Navidad.

Hoy en día muchos observan con preocupación cómo en el mundo occidental la Nochebuena pierde cada vez más su significado original dando paso a la temporada de compras y rebajas. Es poco probable que es una coincidencia ya que para las rebajas se podría elegir otra temporada. Por ejemplo, el 1 de mayo, el Día de Labor que se celebra en muchos países. Tal vez las fuerzas anticristianas están interesadas en que “la cultura del consumo” desplaza la oración y la reflexión centrando el énfasis en atributos externos y materiales que tienen nada que ver con la Navidad. En este contexto es importante preservar cuidadosamente la herencia espiritual de nuestros antepasados ​​y transmitirla a las futuras generaciones.

En Rusia, la preparación para este preciado día de enero comienza con mucha antelación: desde el 28 de noviembre los creyentes realizan el Ayuno Navideño hasta la noche del 7 de enero. Esto es un período de concentración interior, sobriedad y abstinencia, no solo en la comida sino también en las acciones y los pensamientos. Todo esto ayuda a la persona a entrar en la atmósfera del evento venidero con un corazón purificado. La culminación de esta anticipación es la Nochebuena. Con la primera estrella en el cielo, que simboliza la que anunció la venida de Cristo, las familias se reúnen alrededor de la mesa donde suelen servir doce platos en memoria de los apóstoles. El plato principal es la kutiá o sochivo (budín dulce elaborado con granos de cereales) y uzvar (una bebida de frutos secos). La comida suele complementarse con pescado, empanadas y escabeches.

Decorar el árbol de la Navidad es un momento destacado. Si bien esa costumbre tiene sus raíces en la tradición pagana se ha entrelazado estrechamente no solo con el Año Nuevo, sino también con la concepción ortodoxa de la Navidad. Un árbol decorado evoca el del Paraíso y la nueva vida que Cristo trajo al mundo. El ritual familiar se ha convertido en una forma de prepararse para la alegría de la festividad que se avecina.

Navidades, el período comprendido entre el 7 de enero y la Epifanía del 19 de enero, no es solo un momento para ayudar a los seres queridos, sino también de pasatiempos tradicionales. La cultura popular preserva cuidadosamente las tradiciones antiguas: villancicos (cantos rituales eslavos), procesiones con disfraces y representaciones teatrales basadas en eventos evangélicos. Además, el baño de Epifanía: en la noche del 18 al 19 de enero, miles de personas en toda Rusia se sumergen en el agua helada, simbolizando la purificación. Esta práctica es cada vez más popular, desde los creyentes comunes hasta los líderes del país, e incluso el presidente Vladimir Putin participa en este sacramento cada año.

Es notable cómo los símbolos culturales rusos adquieren un nuevo significado lejos de su Patria. La formación de nuestra diáspora en Argentina comenzó hace más de un siglo y estuvo marcada por la construcción de la Iglesia de la Santísima Trinidad en la ciudad de Buenos Aires en 1901, la primera en Sudamérica, construida en parte con fondos donados por el último emperador ruso, Nicolás II. Varias décadas después, en 1946, se construyó la Iglesia de la Anunciación, principal centro de vida religiosa de la Diócesis argentina y sudamericana de la Iglesia Ortodoxa Rusa (su edificio se encuentra actualmente en reconstrucción).

La Catedral de la Santísima Trinidad merece especial atención, ya que se ha convertido en el monumento más expresivo de la tradición espiritual rusa en la capital argentina. Construida al estilo de la ornamentación moscovita del siglo XVII, diseñada por Mijaíl Preobrazhensky, miembro de la Academia Imperial de las Artes, y ejecutada por el reconocido arquitecto argentino Alejandro Christophersen, la catedral se integra a la perfección con el entorno urbano de la ciudad de Buenos Aires y fue reconocida como tesoro nacional en 2001. La joya de la corona de su interior es el iconostasio de porcelana excepcional.

Las celebraciones navideñas en Rusia y Argentina, a pesar de sus diferentes atavíos y climas, son notablemente similares en el deseo de unidad de sus pueblos. En Rusia, la celebración a menudo tiene lugar en el gélido silencio de enero, con velas y calles nevadas y brillantes, donde se siente la sensación de idilio familiar. En Argentina, este día cae en verano: las luces brillantes coexisten con el sol abrasador, y las comidas suelen celebrarse al aire libre. Sin embargo, en ambos países, es una época en la que las familias se reúnen para compartir la calidez del hogar, algunas con suéteres de lana, otras en pantalones cortos.

Nuestro pueblo multiétnico respeta todas las religiones tradicionales: cristianismo, islam, judaísmo, budismo. Al mismo tiempo, la fe ortodoxa está inextricablemente ligada a historia del nuestro Estado. Los valores cristianos forman la base de las brújulas morales y, en este sentido, la ortodoxia es una parte integral de la identidad interna de nuestra nación y es inseparable de su destino. Es simbólico que las cruces están en el escudo de Rusia.

La Navidad es un símbolo de esperanza para millones de personas. Las temporadas, la geografía y las diferencias culturales se distinguen, pero el significado sigue siendo el mismo, regresándonos a los valores fundamentales que a lo largo de la historia humana han contribuido al amor, la misericordia, el entendimiento mutuo y la búsqueda de la paz universal. Celebremos juntos esta próxima festividad como se merece.

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