Peronismo: el problema no es sólo Cristina, es que nadie se anima a enfrentarla

Peronismo: el problema no es sólo Cristina, es que nadie se anima a enfrentarla

Opinión.


Mucho se ha hablado en el peronismo de todos los plumajes acerca de la responsabilidad del fracaso en las elecciones del domingo. Primero habría que desmenuzar cada una de las provincias ya que hubo apuestas, comportamientos y resultados diferentes. Es injusto colgarles el mismo mote – y responsabilidad- a todos en el plano nacional. También reducir la discusión táctica del adelantamiento o no de las elecciones provinciales, en Provincia de Buenos Aires, parece una postal de porqué el peronismo sigue sin emocionar a los sectores medios y también sin encontrar ni propuestas alternativas ni conductores para penetrar el movimiento nacional detrás de ellas. Sigue mirando más al pasado que al futuro y en ello radica centralmente la causa de su acotada convocatoria. En las condiciones que se encuentra el PJ hoy, el resultado es bastante amigable con ese presente. No fue una catástrofe como algunos quieren vender, perdió una elección y nada más. Pero a su vez, esta derrota deja muchas cuestiones para analizar. Para volver a ser.

El corazón de esta nota es cómo debería resolver su problema el peronismo desde la práctica política. Pero antes vamos a meternos un poco en el plano sociológico de lo acontecido. Aclarando no ser especialistas en la materia, parecería ser bastante claro que el factor miedo a la inestabilidad, a la crisis recurrente, a volver al pasado más precisamente al kirchnerismo, o al caos del siguiente lunes, es la base del comportamiento social del domingo. ¿Quiénes lo aprovecharon? Los que se preocuparon en entenderlo sin tanta vuelta y fueron por el objetivo claro de buscar más votos que el adversario en cada una de las provincias. Eso hicieron quienes condujeron la campaña del oficialismo, con el triángulo de Hierro a la cabeza, primer reconocimiento a Karina Milei desde este medio en lo que va de su gobierno. A Santiago Caputo se lo veía siempre más fino en el abordaje productivo de ese miedo, pero Karina lo coronó con mucho más violeta que el Mago del Kremlin. Y generar una marca (LLA) a nivel nacional no es un logro menor, justamente cuando tratamos de entender cómo la marca más poderosa de los últimos ochenta años, no logró detener esa marcha a pesar de todos los errores y horrores cometidos por LLA. Los ejecutantes del resultado, los votantes como colectivo social terminamos beneficiando a los libertarios, pero también a los conservadores, a los republicanos y a los liberales, todos ellos denominados por el gobierno “los Ñoños”, este término que aglutina a todos aquellos que tienen algún desprecio por la marginalidad, la mala praxis y el autoritarismo en la política, pero tienen en común por estos días el anti peronismo, o más precisamente el anti kirchnerismo y todo lo que éste haya tocado.

La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner es quien toma las decisiones más importantes en el Partido Justicialista Nacional. Y también en el ámbito de la provincia de Buenos Aires, su base de operaciones y en donde Máximo Kirchner fue entronado como presidente del PJ bonaerense. La potencia de fuego del hijo, mandamás de La Cámpora, por ahora se sostiene en el distrito en una fuerte alianza con su madre no siendo un referente nacional para ningún gobernador, en realidad para nadie. Ni siquiera el gobernador bonaerense, Axel Kiciloff, su archienemigo en la actualidad.

El movimiento popular en la Argentina, el peronismo, es bastante más amplio de lo que ahora esa palabra puede abarcar y ni que hablar del PJ (la herramienta, cada vez menos dúctil) que activa el movimiento cada elección. Una de las razones centrales de sus actuales males es haber cambiado su estrategia nacional por una provincial, la de Buenos Aires. Eso no quiere decir que no haya peronistas en las demás provincias, sino que no están alineados en ese camino ya hace mucho tiempo o entran y salen circunstancialmente por alguna razón. Es imprescindible volver a convocar a todos detrás de sus intereses y retornar a los que se fueron a un proyecto nacional.

Una cosa es cuando el peronismo o su nombre de fantasía (Frente para la Victoria, Frente de Todos, Unión por la Patria, etc) en cada período gobierna el país, en donde los gobernadores son conducidos desde la Rosada a latigazo puro, como hacen todos los y las presidentes/as, cada uno a su estilo –y también ahora sucede- y otra es hacerlo desde el llano, lo único peor que la traición en la tradición peronista.

Mesas NO, internas SI

El movimiento popular ya ha pasado por momentos difíciles. Su extensa trayectoria trascendió dictaduras y gobiernos de distintos signos políticos. Y sobrevivió. En cada momento de crisis supo encontrar la puerta de salida que lo conectara nuevamente con la gente. La mayor interna política partidaria en la historia de nuestra querida Argentina, la protagonizaron de manera épica el riojano Carlos Saúl Menem y el bonaerense Antonio Cafiero. Allí el expresidente derrotó al entonces gobernador bonaerense y empezó su carrera hacia el poder. Los votaron a ambos cientos de miles de afiliados, eligieron a alguien para salir del laberinto y así se escribe la historia del movimiento. No faltará el que maldiga ese momento. No es cuestión de estas líneas analizar antiguos gobiernos sino refrescar metodologías exitosas para generar nuevos líderes nacionales. Ambos ya lo eran en sus respectivas provincias. Pero la Rosada es otro level.

Menem fue un animal político como pocos en la historia moderna de nuestro país. Quizás el mayor, pero tampoco importa tanto la competencia por el tamaño de la “bestia” basada en la ambición del poder y que él consolidó con enorme destreza en la conducción del mismo. La cuestión es que, para permanecer 10 años en el poder, pactó con Raúl Alfonsín una Reforma de la Constitución que a los porteños nos dejó la autonomía, a la Nación los tres senadores por Provincia, un montón de temas más y bajó el período presidencial de 6 a 4 años con una sola reelección. Trucos mágicos de la política y excelentes ejecutores para llegar a ese punto. Cuando se acercaban los 10 años de mandato, surgió el intento de la re-reelección que movilizó a parte de la política hasta que la Justicia lo frenó definitivamente. Pero nadie en su sano juicio pensaba que Menem se iba a jubilar, y el riojano lo hizo nuevamente tras esperar 4 año, que incluyen la caída de Fernando De la Rúa, y la presidencia complementaria de su ex vice, Eduardo Duhalde. Allí volvió a la carga en 2003 para enfrentar a otro jugador aguerrido, Néstor Kirchner que era protegido con los votos bonaerenses del propio Duhalde, ya que a Néstor le faltaba conocimiento nacional y venía de Santa Cruz una provincia grande pero despoblada. La historia conocida de la primera vuelta ganada por Menem y la segunda vuelta vacante por su ausencia. Néstor Presidente y Duhalde ¿al poder? No, el poder se ejerce con mano firme y dos años más tarde, en 2005 Cristina derrotaba por amplia diferencia a Hilda “Chiche” Duhalde en la interna bonaerense, jubilando de por vida al ex presidente Duhalde y dando un salto importante en su carrera política. Así se legitima el poder, ganándole las elecciones al que lo detenta. Sea poco o mucho. Pero hay que ganarle en la cancha, así es la democracia.

La crisis actual

Por estos días y ya desde hace muchos años, el peronismo se maneja por mesas de acuerdo entre quienes ostentan una parcialidad del poder. Suelen influir poco en ellas los “caudillos federales” que amagaron con Ricardo Quintela el año pasado, pero no pudieron bancar la parada, y todo siguió igual. La Provincia de Buenos Aires, nuevamente relevante en el devenir nacional como aquellas anécdotas arriba recordadas, trae hoy más problemas que soluciones a estos fines. Entre Kiciloff, Cristina, Máximo y Sergio Massa (desde el Frente Renovador) se armaron mesas de todo tipo, con Axel y Máximo peleados, y donde la militancia peronista del país (gobernadores incluidos) se encuentra cada vez más alejada de las decisiones partidarias. Algunos ya no les importa ser parte del “PJ Nacional del Conurbano” y hacen su propio juego, sabiendo que ninguna buena noticia puede surgir con ese formato. Aquí –como en todos lados- hay que prestarles atención a los intendentes por el volumen de sus distritos, algunos de buen nivel y exitosos como lo demostraron el 7S en PBA. A los popes se los acusan que solo reparten cargos entre ellos, se achica la torta y hay cada vez menos. Esa es la crisis actual. Y Cristina era -hasta ser encarcelada-, la Presidenta del PJ Nacional, que el domingo pasado en los tres distritos donde los partidos fueron intervenidos en el país (Salta, Jujuy y Misiones), el PJ la pasó mal por falta de representatividad y conexión con la gente y sus problemas. Terminar con las divisiones y apostar a ir unidos tras un proyecto es el desafío. Para ilustrar esto, podemos mirar Tierra del Fuego, que regaló parlamentarios por una estúpida división.

 

 

Presente, futuro y no más pasado

El peronismo sigue shockeado y semiparalizado desde su derrota en 2023. No logra –algunos ni lo buscan- el camino de la reconstrucción nacional. Por más que los guarismos lo pongan competitivo como segunda fuerza, nada genera expectativas con más de lo mismo. El Presidente Javier Milei y sus audaces movidas, resultan demasiadas complejas de resolver para este trencito que le cuesta encontrar las vías correctas para llegar a algún lugar de confluencia. Los vagones andan desperdigados por el país haciendo la suya, CABA es una isla como siempre, y la Provincia es la madre de todos los desvíos y bifurcaciones con casi el 40% del padrón nacional que a veces garpa y a veces, no. El 7 S caviar y el 26 O tocó sopa.

Pareciera que ya no da más para seguir reivindicando las buenas decisiones de los gobiernos pasados ni llorar por sus pérdidas, que estén siempre las mismas caras digitando el futuro, no tener propuestas concretas de unidad nacional ante el salvaje ajuste de la economía y la política de entrega de la soberanía de actual Presidente. No alcanza con resistir los vetos en el Senado o en Diputados, eso fue un veranito de tres meses que terminó este domingo. Veremos si cuando vuelve la tormenta (algo más que probable), el peronismo está preparado para enfrentar ese problema con algo más contundente que un vago “paremos a Milei”. Con mucho más política, con más líderes y con más ideas. La discusión del Presupuesto podría ser un comienzo de una reconstrucción si se trabaja bien y en conjunto, a partir de la discusión de las partidas y de las tres reformas que pretende impulsar el Gobierno, si puede en extraordinarias. Cuatro temas y una pregunta. Qué y quiénes van a liderar políticamente ese debate.

Cristina Fernández de Kirchner

La epopeya del retorno de Lula que pretende repetir Cristina, es un deseo personal de poca realidad política y de escasas posibilidades científicas. Debe haber una crisis terminal del gobierno en los próximos dos años, debe haber un consenso popular para sacarla de San José 1111 como la principal ficha para retomar las riendas del país. Una sumatoria de situaciones muy improbables que generan un imposible en el mediano plazo, ni hablemos del corto.

A Cristina Fernández le cabe la misma calificación de Menem de animal político. Sin igualarlos en sus proyectos, sino en su capacidad y éxitos políticos acumulados en su trayectoria. Jamás entregará el poder que retenga, sea este mucho o poco y habrá que sacárselo de algún modo. Hay uno solo, derrotándola con votos. A Cristina no le cabe ninguna ruptura, siempre tendrá lo suyo, por eso es un error. La ruptura es otra decisión de tres tipos, de mesa, no sirve con este tipo de líderes. Si tomamos PBA (con Máximo e históricos) es muy difícil, aunque no imposible, si miramos todo el país es mucho más alentador. La avenida del medio no garpa nunca, la construcción es por acá en sociedades polarizadas. Son los ganadores de octubre o los peronistas bien organizados y creíbles. No con la misma gente. Con excepciones, naturalmente, pero sin Cristina ni sus invenciones.

Conclusiones

En este párrafo final sugerimos que, para estas situaciones, la solución es legitimar una nueva conducción a nivel nacional que pueda enhebrar todos los peronismos con sus distintos matices en una propuesta intermedia, inclusiva y que no sea una nueva trampa para que nada cambie. No basta con criticar a Cristina, hay que derrotarla en las urnas en una interna, de la que no podrá participar directamente por razones obvias, pero tendrá sus candidatos, elegidos a dedo como hizo siempre que su figura no pasaba el filtro que conduce a las victorias. El peronismo el domingo pagó la cuenta de Alberto Fernández, su peor jugada en muchos años. El tema no es ella, sino los demás. ¿Alguien se anima a salir de su zona de confort de negociar cargos en el actual sistema de “mesas” y pasar a encabezar una movida nacional? No está claro, estaremos atentos a futuras construcciones si las hay. Pueden sumar aliados no peronistas en donde sean coincidentes las miradas.

El peronismo amplio, y acá incluyo a aliados como el Frente Renovador de Sergio Massa (foto superior) y gobiernos provinciales que conectan habitualmente con ellos, como el Frente Cívico de Santiago de Estero, de Gerardo Zamora (foto inferior), deben tomar un baño de realidad. Sin coraje político, con miedo o respeto desmesurado a la ex presidente sería bueno que se corran y no entorpezcan el camino. Y justamente allí nombramos a dos dirigentes que ya se han jugado todo alguna vez y con buenos resultados. Ambos pueden hacerlo, por eso hoy no son PJ. Se necesitan en esta etapa dirigentes valientes, nuevos animales políticos para derrotar a la estructura que se armará alrededor de la ex presidenta. Sin ambición de poder será imposible desandar el camino de la mediocridad que hoy atraviesa el movimiento popular. Construir con el centro del país, con las distintas regiones, un solo plan bien federal por los recursos, productivo e industrial y de desarrollo tecnológico de la Argentina, un desarrollo planificado del país en beneficio del conjunto. Encontrar el punto de coincidencia, el win and win de los sectores y las provincias. Obviamente Buenos Aires tendrá la importancia de siempre, pero no debe estar sola –como ahora- en un proyecto de reconquista de la gente que se fue apartando a lo largo y ancho del país. No alcanza con el conurbano en lo geográfico, no alcanza con el asistencialismo como acercamiento a la pobreza, no se puede vivir con inflación alta, ni recordarle a la gente –de modo continuo- otros momentos de mejor pasar y que lamentablemente no terminaron tan bien.  Cuando algunos dirigentes y sectores del peronismo tengan las agallas y la humildad necesaria para organizarse y competir con referentes idóneos por la conducción de un modelo que hoy mira nostálgicamente para atrás y se olvida del día a día que atraviesan millones de argentinos, habrá empezado el cambio. No deben ellos hablar más de Cristina, que además tampoco es la única culpable. El resto de la dirigencia no se animó en los últimos años nunca a enfrentarla. Es el momento, para que miren más allá de sus conveniencias. Y deben unirse en un proyecto nacional que a la luz del panorama que se viene, tendrá dos años intensos en cada rincón del país, en cada clan familiar y en cada argentino trabajador o desempleado. Es ahora o nunca. Estos dos años si siguen boludeando, pueden encontrar en un futuro cercano a la Argentina en coma.

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