Panorama Electoral: esa obsesión llamada centro

Panorama Electoral: esa obsesión llamada centro

Opinión.


Los votos se cuentan de a uno, dicen los que saben. Y también se trabajan de esa manera desde las épocas inmemoriales de la democracia. Cambian las metodologías y también las búsquedas, pero el esquema siempre está signado por buscar el voto posible de la manera más inteligente.

Las decisiones políticas tienen mucho que ver aquí, algo que muchas veces es puesto en duda por algunos gurúes del marketing, que piensan que las campañas se hacen a través de las redes, el reel o el slogan súper winner.

Y si no, recordemos la audaz jugada de Cristina Fernández de convocar a Alberto Fernández para sacar a Mauricio Macri del poder.

La Argentina se enfrentará este año a un proceso electoral en el que se estudiará muy detenidamente de qué manera expresará su voto la sociedad tras los largos meses de la pandemia, la cuarentena, las psicosis que causó y el desastre económico que ha generado en grandes franjas de la industria y del comercio.

Hasta ahora, se da por sentado que las dos grandes coaliciones no ofrecerán un menú muy distinto al de hace dos años, más allá de los matices que presenten en octubre. No hubo tiempo para más maquillaje y están condenados a ser bastante parecidos a lo que eran. Pero esta vez los iguala una tendencia que destacan todos los encuestadores: la búsqueda del voto moderado y de centro, que busca en su volatilidad construir una esperanza distinta de los dos gobiernos que ellos mismos derrumbaron por motivos económicos: el de Cristina y el de Macri. Se verá qué pueden hacer las coaliciones con ello.

Los núcleos duros de ambas alianzas rondan entre el 25 y el 30 por ciento de los votos y el trabajo de las dos coaliciones busca mantenerlos, pero con pocos cambios. Las figuras de Cristina y de Macri todavía siguen siendo competitivas entre sus seguidores, aunque ninguno de los dos podría vencer en una contienda electoral, ni ahora ni en 2023.

 

Y hacia ese sector irán todas las medidas y los hechos políticos que genere el Frente de Todos en este año, con la conducción de Alberto y Massa. Cristina –más allá de su poder interno- volverá lentamente al silencio, al ritmo de las encuestas. Los votos de ella no necesitan campaña.

Por el lado del oficialismo este tema está saldado desde 2019 con el advenimiento de Alberto a la Presidencia, tras la astuta movida de CFK.

Pero después llegó la pandemia y complicó el panorama del Frente de Todos, ya que comprometió demasiado presupuesto para el cuidado de la gente y para salvar sus vidas. Para concretar esta misión, ante la imposibilidad de conseguir préstamos en el exterior, la maquinita de imprimir billetes fue la única posibilidad de conseguir el dinero para afrontar la situación económica ordinaria y la extraordinaria.

El esfuerzo en ese sentido fue muy importante, pero el equilibrio fiscal requiere de otras soluciones. El acuerdo con el FMI y un posible préstamo abriría una etapa de cierta tranquilidad. En eso se está trabajando desde la cúpula económica, con el propio Presidente al frente.

En la semana vimos a un Sergio Massa más activo en la defensa de algunas de las decisiones presidenciales que tienden a fortalecer la visión de Alberto sobre ciertos temas hacia adentro de la coalición. También el tigrense se convirtió en el aval parlamentario hacia los espacios opositores sobre otras decisiones emanadas desde la Casa Rosada.

Ellos dos –Alberto y Massa- serán los encargados de intentar que sus votantes independientes se mantengan dentro del esquema del gobierno, mientras que el sector K trabajará centralmente sobre el conurbano bonaerense. La clase media urbana es el motor del voto moderado. Y es además el sector más golpeado por el gobierno anterior al que la pandemia aniquiló económicamente a pesar de los salvatajes orquestados desde el Estado.

Y hacia ese sector irán todas las medidas y los hechos políticos que genere el Frente de Todos en este año, con la conducción de Alberto y Massa. Cristina –más allá de su poder interno- volverá lentamente al silencio, al ritmo de las encuestas. Los votos de ella no necesitan campaña.

Del otro lado del camino, el panorama también es bastante previsible. Horacio Rodríguez Larreta jamás soñó estar tan instalado en este momento, algo que si bien le trajo alguna dificultad en el distrito, le dejó dos cosas muy positivas para su carrera presidencial. 

Hoy, el nivel de conocimiento de su figura es casi absoluto y ya está visualizado en la grilla grande como el candidato opositor. Las concesiones que tenga a hacerle a Macri serán solo una de las dificultades que tendrá en el complejo sistema de alianzas que tan bien funcionó en la Ciudad y que intentará relanzar a nivel nacional. Allí tratará de ampliarla, a la vez que buscará suavizarle el tono a la confrontación opositora de bocina sonora que lleva adelante Patricia Bullrich, por ejemplo. Pero es el tiempo de los moderados y Horacio tiene absolutamente claro el tono en el cual defenderá, con mayor o con menor dureza, su accionar durante este año y los siguientes.

Para ello contará con la inestimable ayuda de María Eugenia Vidal, su amiga y socia política, que es una de las dirigentes que más inquieta por el momento al oficialismo, sobre todo por su falta de definición acerca de dónde se va a mover. Esa versatilidad de la que goza, Provincia y Ciudad, ambas con proyección nacional, le permiten sumar donde más convenga, o donde más cómoda se sienta. No volverá a intentar el acceso a la Gobernación bonaerense, ésa es la única decisión que ya tomó, aunque se lo guarde. Pero los políticos son esclavos de los números y de ellos dependerá el destino de la dirigente. Los sectores medios de CABA y de Provincia tienen todavía una buena imagen de ella y eso la convierte en una de las espadas más fuertes cuando decida desenvainar. Y observa el plano nacional en un silencio cómplice con Larreta.

La cuestión es que, más allá de la irrupción de los Libertarios y otras apariciones que se puedan registrar, el medio término parece tener como objetivo captar a los desencantados de la economía, pero corren con ventaja quienes tengan poder real para reactivarla o ser una opción para la próxima compulsa. Eso pone a los dirigentes moderados y más amplios de ambas coaliciones a la cabeza de las preferencias.

Aunque esto recién empieza, el centro tira demasiado fuerte.

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