Mitos, relatos, falacias y un poco de iconoclasia

Mitos, relatos, falacias y un poco de iconoclasia

Por Horacio Ríos

No existen buenos endeudamientos, que siempre dejan su estela de pobreza. 


Todos los dirigentes de cualquier coalición política que se precie, se desviven por legitimar cotidianamente su interpretación de la realidad, con el objeto de que la predominancia de su discurso conduzca a la victoria de sus entramados políticos. No importa, muchas veces, tener razón. Convencer a los demás de que tienen razón es suficiente.

Claro que a veces, para aparentar ser el poseedor del Santo Grial que conduce a la verdad, hay que forzar un poco la realidad. Más aún, cuando la realidad se esfuerza en desmentir a los sofistas más perspicaces.

En la Argentina existe una tensión constante entre el discurso liberal y la versión peronista de la realidad. En esta confrontación permanente, algunas veces los gladiadores de la verdad esgrimen espadas sutiles, en su esforzada tarea para atraer a los votantes.

Cuando Mauricio Macri abandonó el poder, su desastrosa gestión económica fue quedando al desnudo de a poco, mientras se iban derribando algunas de las barreras que había erigido –con la complicidad de algunos medios de comunicación- para ocultar sus desatinos.

Siguiendo aquellas premisas que planteara el semiólogo Eliseo Verón en su teoría de los discursos, que descansaba sobre una doble hipótesis, lo primero sería que “toda producción de sentido es necesariamente social: no se puede describir ni explicar satisfactoriamente un proceso significante, sin explicar sus condiciones sociales productivas”. Lo segundo, complementariamente sería que “todo fenómeno social es, en una de sus dimensiones constitutivas, un proceso de producción de sentido, cualquiera que fuera el nivel de análisis”.

Es decir, que si un planteo individual no tiene repercusión social, se quedará en las pantallas desde las cuales fue verbalizado o en el papel en el cual fue escrito.

El “proceso de producción de sentido” debe nacer, entonces, de la interpretación y la comprensión de los procesos sociales o sino no será más que una serie de palabras vacías.

La verdad es esquiva, a veces.

Los Mitos Liberales 

Un documentado trabajo del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), titulado “Tres Mitos Liberales del Debate Electoral 2021 – Deuda, emisión y otras yerbas” colabora en el intento para derribar algunas falacias en el discurso habitual de los voceros más conspicuos del gobierno de Cambiemos, muchos de ellos disfrazados de “independientes”.

¿Deuda para pagar deuda?

El primer mito que abatieron los autores del trabajo es que “la deuda se tomó para pagar deuda heredada”. Sólo con observar las estadísticas producidas entre 2015 y 2019, se puede demostrar que el Gobierno que encabezó Mauricio Macri tomó deuda pública por u$s 155.810 millones en los mercados y de u$s 44.867 con el Fondo Monetario Internacional. Entre ambas fuentes crediticias, totalizó u$s 200.677 millones. Mientras tanto, los vencimientos que debía afrontar durante su mandato apenas sumaban u$s 52.486 mi millones, equivalentes al 26 por ciento de la deuda adquirida.

Esto significa que si se sumara la deuda que pagó Cambiemos por emisiones del mismo, que sumaron u$s 64.335 mil millones entre 2016 y 2020, aún habría un remanente de unos u$s 80 mil millones de diferencia.

Lo más grave es que la política de endeudamiento sirvió principalmente para financiar un modelo de apertura y desregulación cambiaria y financiera, que nunca hubiera cerrado sin esos dólares. Paralelamente, los billetes de  la verde moneda excedentes fueron adquiridos por actores económicos privados, por lo que se podría decir que el Estado financió el déficit de cuenta corriente y algunos empresarios utilizaron el excedente para dolarizarse o para directamente fugarlos del sistema, con rumbo a alguna empresa offshore ubicada en algún remoto –aunque no desconocido- paraíso fiscal.

Después, cuando el Tesoro tuvo que comenzar a pagar los compromisos en dólares, las reservas no alcanzaban. Este default obligó al gobierno del Frente de Todos a trabajar de manera ingente para alcanzar la reestructuración de esa deuda, una tarea que en estos momentos pasa por su etapa más dificultosa, que es reformular los compromisos con el FMI.

Este modelo de apertura y desregulación perdía dólares de manera constante, los mismos que hoy harían falta para recomponer la actividad productiva.

¿Más compromisos que los que dejó?

El segundo mito que se constituye como falacia es que “la gestión Cambiemos recibió mayores compromisos de deuda de los que le dejó al Gobierno que lo sucedió”.

Para explicar este sofisma, se utiliza una trampa, que es sumar la deuda en pesos argentinos. Así, se busca deliberadamente confundir a la opinión pública. Los gobiernos no defaultean sus deudas en moneda nacional, porque con emisión –si es necesario- se puede cubrir. El default en moneda propia es una decisión política, no una consecuencia económica.

Los compromisos en moneda extranjera, en cambio, se pagan con divisas, que sólo se consiguen a través del comercio internacional o de la toma de deuda pública. Ya quedó establecido que los compromisos que debía cumplir la gestión Cambiemos sumaban u$s 52.486 millones. Pero los que le dejó al Gobierno actual suman u$s 153.966 millones. En la misma proporción, se triplicaron los vencimientos anuales, que sumaban en 2016 u$s 13 mil millones anuales pero Macri llevó a u$s 40 mil millones. Para empeorar la situación, Alberto Fernández encontró cerrado el financiamiento externo y existía una deuda con el FMI que debía ser cubierta íntegramente durante los cuatro años de su gestión, que ahora debe renegociar.

En resumen, Cambiemos recibió una deuda pagable y entregó una bomba de tiempo, consistente en en compromisos impagables, sin posibilidad de acceder al financiamiento externo y, para colmo, con el FMI dentro del Ministerio de Economía.

¿Existe una emisión descontrolada?

Algunos economistas que profesan los colores de la oposición acusaron en repetidas ocasiones al Gobierno actual de emitir moneda de manera descontrolada.

Es cierto que los niveles de emisión monetaria aumentaron fuertemente en 2020, lo cual tiene una explicación lógica. Hubo dos factores exógenos que afectaron al plan de financiación del Tesoro Nacional:
1) El estallido de la pandemia
2) La inexistencia de un mercado de pesos

El primer punto obligó al Estado a aumentar sus gastos y, por lo tanto, el déficit. Es necesario aclarara que todos los gobiernos apelaron al mismo recurso para financiarse. De todos modos, emitir en pesos es siempre más sustentable, aunque este mercado había sido quebrado por el reperfilamiento que Macri anunció en 2019. Por esa razón, la única salida era emitir.

Pero hay más. En 2020, el Gobierno logró recomponer gradualmente el mercado de deuda en pesos, lo que permitió modificar la estrategia del Tesoro, que disminuyó drásticamente el nivel de emisión desde el 84 por ciento al 48 por ciento.

En 2020, el 84 por ciento del financiamiento del Tesoro estaba compuesto por emisión monetaria y el 16 por ciento restante, por financiamiento en el mercado.

En el primer semestre de este año, sólo el 48 por ciento corresponde a emisión de moneda y el resto es financiamiento en el mercado en pesos. Si se comparan los primeros semestres de 2020 y 2021, el año pasado el Banco Central asistió al Tesoro con el 4,6 por ciento del Producto Bruto Interno, mientras que ese porcentaje disminuyó fuertemente en el curso de este año ya que quedó anclado en el 0,8 por ciento del PBI.

Resumiendo, se podría decir que la emisión monetaria en 2020 se explica sola por el shock inesperado de los gastos que exigió la pandemia, en el marco del crack del mercado en pesos provocado por el reperfilamiento de 2019. El primer semestre de 2021 muestra que la emisión disminuyó, generando una mejoría en la relación emisión/financiamiento.

Valentina Castro: 

La economista del CEPA y una de las autoras del estudio Valentina Castro, expresó a Noticias Urbanas que la clave del trabajo fue que “la deuda que recibió Cambiemos era “performing”, es decir, una deuda pagable y la triplicó sin haber utilizado un dólar para el crecimiento. Por el contrario, se utilizó para financiar la fuga de capitales y para sostener un modelo económico. Peor aún, una parte de los créditos fueron a financiar la campaña por la reelección”.

Castro aseguró que “existió la decisión política de beneficiar a los amigos y a los socios de Macri. Ellos sabían que ir al FMI significaban años de estancamiento económico para la Argentina, eran concientes de eso”.

También la economista aseguró que “no era necesario dolarizar la deuda. Ellos tenían una deuda en pesos y la dolarizaron totalmente al negociar con el FMI. Además, se quedaron sin acceso al mercado internacional y ahora buscan establecer un discurso de campaña –con el apoyo de los medios hegemónicos- que les permita sobrevivir a la propia debacle económica que provocaron”.

Volver a Verón  

El semiólogo, que asesoró al diario Clarín en su combate contra la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, planteaba que “toda producción de sentido tiene una manifestación material”. En este sendero, endeudar a un país sin necesidad es toda una producción de sentido.

Hay verbos y verbos. Producir (sentido), manifestar, reperfilar, emitir, defaultear, financiar, fugar, adeudar, dolarizar, crecer, endeudar, recibir, quitar significan acciones habituales de las personas, pero no todos son utilizados en su verdadera significación. A veces, las palabras más simples son utilizadas para ocultar, más que para mostrar.

Ésa es la tarea más importante hoy, mostrar lo oculto.

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