Milei y su red de poder: quiénes son los que dominan la SIDE

Milei y su red de poder: quiénes son los que dominan la SIDE

El Presidente delegó la tutoría sobre los servicios en su asesor, Santiago Caputo.


Aunque la inteligencia está bajo la responsabilidad directa del Presidente, en este gobierno la élite del espionaje no se presentó de manera frecuente ante la oficina de Javier Milei. Durante la era libertaria, la supervisión de los espías fue asignada a dos figuras políticas. El primero fue el exjefe de Gabinete Nicolás Posse. Antiguo aliado del Presidente, poseía autoridad sobre diversas áreas del Poder Ejecutivo y mantenía una vigilancia particular sobre los servicios de inteligencia.

El exministro coordinador había designado a un joven abogado de su total confianza, Silvestre Sívori, al mando de la agencia, y había puesto a militares retirados en los principales puestos de la central de espionaje. Por esta razón, el mismo día en que Posse fue destituido, hace exactamente un año, Sívori fue también despedido. Y Milei decidió confiar la dirección de los servicios de inteligencia a su destacado consultor, la persona en quien más confía después de Karina Milei, Santiago Caputo.

El asesor del Presidente se embarcó en la tarea de “reconstruir” la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). En un gesto simbólico, decidió renombrarla como Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), reviviendo su denominación de los años 90. En cuanto a la estructura organizativa, Caputo prestó atención a las recomendaciones de experimentados veteranos del espionaje, incluyendo a aquellos formados bajo la tutela de Enrique “Coti” Nosiglia, así como a quienes aún están alineados con el famoso espía nacional, Antonio “Jaime” Stiuso.

Numerosos destacan, además, la notable relación que Caputo estableció con el empresario radicado en Miami, Leonardo Scatturice, una figura fundamental para los libertarios debido a sus sólidos lazos con el trumpismo y su experiencia en inteligencia y seguridad.

De esas conversaciones emergió la propuesta de separar la inteligencia interna de la externa y de implementar un cambio de enfoque a través de la creación de tres subagencias especializadas, además de una División de Asuntos Internos (DAI), cuyo objetivo, en teoría, es prevenir el espionaje no autorizado. El secretario de Asuntos Estratégicos, José Luis Vila -un individuo formado en el nostálgico ambiente de los 80- fue el artífice del decreto que permitió el renacer de la antigua SIDE.

La nueva estructura fue reforzada mediante un controvertido Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que autorizó un incremento de $100.000 millones en fondos reservados. Desde la Casa Rosada, siempre se argumentó que cualquier inyección de capital era insuficiente al considerar las necesidades operativas y la modernización tecnológica de los servicios de inteligencia argentinos, que, según los libertarios, fueron “diezmados” durante la administración de Alberto Fernández.

Sin embargo, el aumento del 778% en el presupuesto destinado a inteligencia contradecía la política “madre” de la motosierra de Milei y, meses después de su implementación, ambas Cámaras del Congreso decidieron derogar el DNU.

Quién es quién

A pesar de no haber podido manejar la maxi-caja que deseaba para inyectar anabólicos en los servicios, Caputo aún mantiene el control sobre la nueva SIDE y decide todos los nombramientos clave. Las recientes autoridades de la agencia combinan a recién llegados en el espionaje con exfuncionarios que han sido readmitidos. Desde expertos en el ámbito blockchain que dan sus primeros pasos en el sector público, hasta figuras con amplia experiencia y habilidad política.

El asesor de Milei buscó para el cargo de titular de la SIDE a alguien de su confianza, que careciera de trayectoria propia y que asegurara su lealtad. Así encontró al “Señor 5” en un viejo conocido de su padre, Sergio Neiffert, un hombre con experiencia en el conurbano y un trasfondo barrial que le permite lidiar con el submundo de los espías. Antes de Santiago Caputo, Neiffert había estado bajo el mando de Jesús Cariglino, el antiguo líder de Malvinas Argentinas.

Neiffert fue secretario de Cariglino y su socio en la empresa New Consuld SA. Actuaba como su mano derecha en cualquier asunto municipal, aunque se centraba especialmente en supervisar los trámites relacionados con los proyectos inmobiliarios que querían establecerse en la región. Así fue como conoció a Claudio Caputo, el padre de Santiago y el escribano del imperio de la construcción de Nicolás Caputo, quien a finales de los años 90 mostró interés en un proyecto en un terreno del municipio. La relación continuó. En 2005, la empresa constructora de “Nicky” fue contratada por Cariglino para la construcción del Palacio Municipal en Los Polvorines.

Desde su nombramiento al frente de la SIDE, Neiffert ha visitado a Caputo, al menos, una vez por semana en la oficina que el asesor presidencial ocupa en el primer piso de la Casa Rosada. Diversas fuentes que conocen el funcionamiento de la Casa aseguran que, a pesar de contar con el respaldo político, Neiffert se muestra cauteloso a la hora de firmar para autorizar asuntos sensibles en la SIDE. Caputo tiene contactos de confianza en la agencia, pero ha tenido que sumar experiencia y habilidad política para impulsar los aspectos operativos de los servicios.

Stiuso sugirió nombres para la sección más delicada de la Casa: el departamento de contrainteligencia, que ha sido gestionado durante décadas. Enfocada en la prevención del terrorismo, esta unidad cuenta con agentes de identidad reservada que nunca fueron mencionados en los comunicados oficiales del Gobierno relacionados con la SIDE.

En las otras subagencias de la SIDE, Caputo buscó perfiles que no estuvieran ligados a las antiguas guerras de espionaje y presentó sus elecciones al público. En el Servicio de Inteligencia Argentino (SIA), el área encargada de la cooperación con agencias de inteligencia internacionales, se nombró a Alejandro Walter Colombo, quien mantiene buenas relaciones con la CIA estadounidense y el Mossad israelí, las dos potencias en materia de inteligencia “aliadas” del mundo occidental.

En la Agencia de Seguridad Nacional (ASN) fue designado Alejandro “Semilla” Cecati, quien fue jefe de la custodia de Macri y tiene una amistad con Cristian Ritondo. Cecati también es un viejo conocido de Stiuso.

En la Agencia Federal de Ciberseguridad (AFC), responsable de prevenir ciberataques al estilo de la NSA estadounidense, fue nombrado Ariel Waissbein. Este experto en criptografía y tecnología blockchain fue recomendado por Rodrigo Lugones, exsocio de Caputo en la consultora política.

Y en la DAI, tras varios intentos fallidos de captar a figuras del Poder Judicial, finalmente se incorporó Cristian Ezequiel Auguadra, un contador que había formado parte del directorio del Banco Ciudad bajo el respaldo de Macri.

Al mando de la Escuela Nacional de Inteligencia (ENI), considerada un supuesto semillero de los servicios oficiales, fue nombrado un veterano, Bautista “Tata” Yofre, quien fue el primer jefe de la SIDE durante la presidencia de Carlos Menem y se ha convertido en un tuitero popular entre los influencers libertarios.

Dos “Señor 8”

Con el organigrama establecido, Caputo se propuso dotar de mayor proactividad a los servicios. Decidió entonces reclutar a un viejo conocido de la tropa amarilla: Diego Kravetz, sabiendo que se sentía incómodo en su rol de viceministro de Seguridad de la Ciudad, bajo la gestión de Jorge Macri. Le ofreció el cargo de subsecretario de Inteligencia, un puesto que se caracteriza por tener la mayor actividad dentro de la SIDE, ya que coordina las operaciones de las subagencias. El “Señor 8”, un puesto que en la era kirchnerista ocupó Francisco “Paco” Larcher y, durante el macrismo, Silvia Majdalani. Rodrigo Lugones, quien había colaborado con Kravetz en Lanús durante la gestión de Néstor Grindetti, fue el encargado de extenderle la oferta.

Semanas atrás, Caputo realizó un nuevo nombramiento importante en la SIDE. Asignó a un joven abogado experto en derecho administrativo como subsecretario de Inteligencia administrativa, un segundo “Señor 8”, que en la estructura organizativa se encuentra al mismo nivel que Kravetz, aunque su labor se centra en la documentación de la agencia. Este abogado había colaborado en un despacho legal junto a la actual secretaria de Legal y Técnica, María Ibarzabal Murphy, otra funcionaria cercana a Caputo.

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