¿Por qué cree que las elecciones de Venezuela en particular han llamado la atención de toda la comunidad internacional?
Creo que lo que en realidad sucede en Venezuela poco tiene que ver con la mecánica electoral. Me da la sensación de que hay un problema de enfoque. En realidad, tiene que ver con los intereses de petróleo y gas, las riquezas minerales que tiene Venezuela. Sobre todo, también, por esta ampliación que se puede producir en función de las riquezas de ese activo. Y esto ha despertado el interés de varias corporaciones internacionales. Estamos en un momento donde se está redefiniendo el mercado de la energía. Entonces, en función de todo eso, se buscan excusas para cuestionar un proceso electoral.
Se está cuestionando la veracidad de las actas presentadas por la oposición. ¿Cuál es su postura?
En realidad, el tema de las actas no queda muy en claro. Nosotros tampoco tenemos forma de verificarlo. Ni en un sentido ni en el otro. Simplemente podemos saber qué es lo que está en juego. Y eso creo que es lo que determina la posición de las distintas fuerzas políticas tanto nacionales, como internacionales en este proceso. En principio, la oposición parece que se ha enredado con sus propios dichos. Finalmente, el gobierno de Venezuela ha presentado sus actas. Y en función de eso, creo que nos terminamos metiendo en una discusión que se viene produciendo cada vez más seguido en distintos países. Pasó en Estados Unidos, pasó en Brasil y ahora pasa en Venezuela. Los procesos electorales son difíciles de poder verificar en su propia transparencia. Más aún cuando los mecanismos que se utilizan son electrónicos. Creo que lo que sí tenemos al alcance nuestro es ver cuáles son las razones fundamentales que hay detrás de ello y partir de ahí, poder deducir cuáles son los intereses y por qué cada uno denuncia lo que denuncia.
¿Y qué explica que partidos políticos que antes apoyaban al chavismo, ahora se estén despegando?
Creo que eso está vinculado básicamente a las presiones que ejercen los Estados Unidos. Siempre hay sectores que están más firmes y después, otros menos firmes. Lo podemos ver internacionalmente con, por ejemplo, las declaraciones de Lula o de Cristina Fernández de Kirchner. Básicamente, lo que vos ahí estás viendo es cómo nadie intenta enfrentarse directamente con Estados Unidos dado que ahora, esto está adquiriendo para el gobierno estadounidense una importancia vital y empieza a jugar un poco más fuerte. Creo que tiene que ver con las presiones políticas que se ejercen sobre los distintos actores.
¿Presiones económicas?
Son múltiples las formas. Por un lado, es cierto que son aquellos que determinan las posiciones de los organismos internacionales. Pero también son los que tienen la potestad de imponer sanciones, incluso por fuera de las Naciones Unidas. Pero además, ellos tienen el poder mediático. Tienen control de los medios casi por unanimidad, podríamos decir. Me refiero a todos los medios corporativos más o menos importantes. Estos medios están influenciados por estos grupos políticos, grupos apoyados en el globalismo financiero. Y eso significa que, de alguna manera, se puede ejercer presión sobre cualquiera que no se acomode. O sea, enfrentarlos significa sanciones en lo personal, campaña de desprestigio político, recorte de fondos. Porque otro tema también es ver quién financia a los partidos políticos y quién financia a los candidatos, qué ONGs y fundaciones hay detrás. Hay todo un conjunto de actores que hace que sea bastante difícil decirle que no a los Estados Unidos. Y eso va creando una inclinación en las posiciones que hemos visto. Por eso, creo que todo tiene que ver en función de qué es lo que está en juego en definitiva.
¿La posibilidad de una ola de inmigración venezolana puede llevar a una intervención por parte del gobierno de los Estados Unidos?
Militarmente me parece bastante difícil. Sobre todo porque las fuerzas venezolanas están bastante consolidadas en función a la obediencia del poder político. Además, tienen el apoyo de países como Rusia, China, Irán y Turquía que han apoyado al gobierno de Venezuela históricamente. Y ahora, se han pronunciado rápidamente en favor de la legalidad del proceso electoral. Inclusive, los rusos han advertido a Alemania que no intervenga en la situación interna de Venezuela. Todo esto va generando, creo yo, una situación imposible de abordar desde el punto de vista militar. Creo que lo que sí pesa en los Estados Unidos en estas cuestiones son las propias elecciones internas. Esto es porque hay muchos exiliados venezolanos que votan. Y de alguna manera, se mueven en conjunto con las posiciones que tienen los cubanos. Los cubanos históricamente han tenido un papel de lobby en los Estados Unidos porque ellos influyen mucho en las elecciones en determinados estados. Y tienen un peso electoral importante. Ese peso es lo que más influye dentro de los Estados Unidos. Quienes no ven más allá de sus intereses inmediatos, podríamos decir, la cuestión de apoyarse en las riquezas de Venezuela y por otro lado, la combinación de eso con el poder de lobby que pueden ejercer cubanos y venezolanos básicamente anticomunista, son los que terminan por presionar a Estados Unidos para que tome esa decisión agresiva. Pero no estimo que estén dadas las condiciones para que pueda haber una intervención militar.
Con respecto al apoyo ruso al gobierno de Nicolás Maduro, se planteó la hipótesis de que el Grupo Wagner esté involucrado. ¿Hay pruebas de esto?
El Grupo Wagner es en realidad una compañía privada que puede ser contratada y estar presente si es así requerida. Por el momento, no tenemos ninguna versión. Lo que sí hay son gestos. Desde lo que son las compras de material militar de origen ruso, a la visita de los buques rusos. Inclusive el submarino Kazan estuvo navegando por las aguas del Caribe. Todas estas son señales de un claro apoyo de Rusia a Venezuela, señales de cómo no se van a quedar de brazos cruzados viendo cómo Venezuela es, de alguna manera, hostigada por los Estados Unidos. Estas son las señales más claras, independientemente de si en el futuro pueda existir algún grupo ligado a Wagner que participe. La ventaja que tienen estos grupos es que ellos no necesitan participar involucrando a sus países de origen. Como son compañías privadas, la participación del grupo Wagner en realidad no involucra directamente al gobierno ruso, por lo tanto, hay un mayor margen de maniobra. Y esto es algo que ha comenzado a practicar Occidente con bastante asiduidad. En su momento, existía una empresa estadounidense llamada Blackwater que después pasó a ser Academy. Bueno, Rusia juega de alguna manera con el mismo sentido.
¿Entonces usted cree que la teoría de fraude obedece más a una campaña de desprestigio que a una realidad?
¿Sabés lo qué pasa? Tenemos una visión del mundo que deberíamos replantearnos. ¿Qué es un autoritarismo? Creo que, más allá de las formalidades de votar, responde a otros mecanismos. Es muy difícil definirlo desde afuera. Lo que es importante ver es si todo esto le sirve a los venezolanos o no. Y si esto significa que Venezuela puede ser soberana o no. En definitiva, todo se reduce a la capacidad de una nación de ser soberana y poder tomar decisiones para su propio provecho. Estas son zonas grises. ¿Cuál es la injerencia real que nosotros deberíamos tener en un país porque no nos gusta el sistema de gobierno o los candidatos? Con respecto a ese tipo de cuestiones, deberíamos aprender a mantenerlas con más prolijidad. Porque cuando hablamos del mundo real sabemos que los alineamientos, como decía antes, tienen que ver con la orientación política. O sea, lo que cada uno piensa proviene de una posición ya tomada. Entonces lo que hacen es después buscar argumentos que respalden a sus ideas, ideas previamente instaladas.
¿A qué amerita las grandes olas de exilio a partir del chavismo?
Es algo bastante natural si vos considerás que tenés un país que está bloqueado y sancionado. Imagínate cómo sería la Argentina si no tuviese el apoyo de los organismos internacionales o la posibilidad de participar del libre comercio. No podríamos acceder a ciertos insumos, se nos cerraría el mercado para la venta. Y ocurren sabotajes como pasaba en Venezuela. Años atrás, era común que en las refinerías venezolanas hubiera accidentes que las dejaban fuera de servicio. Cuando se da eso, es muy difícil que puedas construir una economía sana y que funcione. Deberían primero permitirles que funcionen en condiciones de normalidad. Y después ver realmente qué es lo que pasa.
¿Cree que los exiliados son producto únicamente de la situación económica?
Los exiliados son básicamente exiliados económicos. Y esto es absolutamente entendible cuando la situación se transforma en un caos y en pobreza. Ahora, este año, Venezuela logró crecer cerca del 8%. Veremos qué sucede a partir de estos incidentes, si eso se modifica. Pero venía siendo uno de los países que más crecía en la región. Y eso vos no lo tenías en los medios. Eso nadie te lo explicaba y nadie te lo mostraba. Entonces lo que vos vas viendo es que en realidad se segmenta la información y no se explican las causas reales. Cualquier país que esté cerca y además bloqueado por los Estados Unidos, va a sufrir las consecuencias. Y va a sufrir su población y va generar olas de exiliados. ¿Hay problemas económicos? Sí. ¿Hay problemas en la gestión? Por supuesto que han habido malas gestiones. Pero hoy, Venezuela produce el 90% del alimento que consume. A lo que voy es que las cosas hay que verlas con una óptica un poco más amplia. El cuestionamiento de la oposición es que la calidad de lo que produce es mala. Pero Bueno, se empieza produciendo como se puede y después, se va mejorando con el tiempo. Creo que hay una cierta cuota de animosidad cuando se presentan las cosas así, descontextualizadas.
¿Qué opina de las denuncias de represión y persecución política?
Seguramente eso existe. Y forma parte de una lucha política. Si vos hablabas con los argentinos que se habían exiliado durante el kirchnerismo, te ibas a encontrar con que muchos eran exiliados económicos. Nadie los echaba. Y así y todo, había algunos que decían que era un gobierno que no respetaba la libertad y demás. Y lo mismo pasaba con los que se exiliaron en el macrismo. Y esto es porque generalmente el que se va es un opositor. Es muy difícil que de los que se vayan, encuentres muchos a favor. Esto mismo, tendría uno que ir a Venezuela y hablar con la gente. Ahora… ¿Cómo sabés si tu muestreo es representativo o no de la realidad? Porque también es cierto que los medios están muy sesgados. Y por ejemplo, ahora están diciendo que Guaidó es un personaje casi nefasto. Y esto lo están diciendo los propios opositores. No hay los buenos de un lado y malos del otro. Hay buenos y malos en todos lados. Lo que falta es un análisis más maduro y desapasionado en donde se permitan intermedios. Pareciera que tenés que estar en contra o tenés que estar a favor. Y no es así. Yo no hago una defensa del chavismo. Yo tengo muchísimas críticas para hacerle. Solo digo que el enfoque que se está usando para juzgar al gobierno de Maduro no es el adecuado. Hay una doble vara para medir.
¿Y cuál sería la mayor crítica que le harías al chavismo?
Mmm… le haría una crítica comunicacional. No me parece acertada la forma en que comunican. No es acertada la retórica revolucionaria constante, ni la segmentación que separa a los “propios amigos” de los “ajenos enemigos”. Esto solo genera más división internamente y radicaliza aún más a la oposición. Me parece que habría que modificar algunas pautas en el discurso. Me parece que hay que hablar más de los problemas de la gente común y olvidarse un poco de la ética revolucionaria. En realidad, la gente común lo que quiere es vivir con tranquilidad y con sus necesidades básicas mínimas satisfechas. Cuando todo esto no se da y tenés un discurso como el que tienen, se radicaliza a la oposición, pero también a los propios. Y esto produce que los que están en una posición neutral, tampoco se acerquen. La mayoría, casi la mitad de la población venezolana, no va a votar. Esto es porque la gente no se siente interpelada por las fuerzas políticas, ni las oficialistas, ni las de la oposición. Para llegar a esa gente, hay que modificar el lenguaje y el discurso. Inclusive, diría más, habría que modificar a los interlocutores internacionales. Vemos que, por la desesperación de verse aislados, establecen mecanismos de diálogo con personajes que vos los conoces en tu propio país como personas que restan en vez de sumar.
Por último, ¿cuál considera que debe ser la posición de Argentina en este asunto?
Creo que lo que la Argentina tiene que hacer es abstenerse de participar en asuntos internos de otros países. No puede ser que Argentina esté constantemente opinando sobre los gobiernos de cualquier país. Hemos tenido problemas con China, con el mundo islámico en general, con Rusia al meternos en la Guerra en Ucrania que es algo completamente ajeno a nosotros, con Colombia, con México, con España… Algo evidentemente se está haciendo mal. La política y la diplomacia también pasa por respetar las posiciones del otro. Entonces, si gobierna alguien que para mí es un comunista o un socialusta, tengo que entender que es un problema de su país y sus mecanismos. No se puede estar declarándole la guerra a una serie de países porque ideológicamente no condicen con uno. El Presidente Milei y la Canciller Mondino ideologizan las relaciones internacionales, llevándonos a un nuevo conflicto casi todas las semanas. Hay que elevar la mirada y que las relaciones sean de Estado a Estado.