En la propuesta electoral del 7 de septiembre para la provincia de Buenos Aires, la “avenida del medio” parece que contará con dos carriles, aunque no está claro si será muy amplia. Con la inminente oficialización de las alianzas ante la Junta Electoral provincial, surgen dos coaliciones potenciales en este sector del panorama político.
Una de ellas está compuesta por el peronismo no kirchnerista, junto a intendentes radicales, seguidores del diputado Facundo Manes y ex miembros del Pro. Sin embargo, la UCR no descarta la posibilidad de presentar una lista independiente o de fusionarse con aliados tradicionales como la CC o el GEN.
Entonces, comenzó a surgir un esquema fundamentado en un peronismo no kirchnerista, un radicalismo de diversas tonalidades y aliados vinculados al centro. Facundo Manes, quien recientemente se desvinculó de la UCR, optó por salirse de la estructura del partido fundado por Alem y comenzó a crear nuevas alternativas.
Reunió a peronistas “periféricos” como Julio Zamora (de Tigre), Juan Zavaleta (Hurlingham), Juan Schiaretti (cordobés con ambiciones de expansión), Joaquín de la Torre (San Miguel, exPro) y Guillermo Britos (vecinalista, que alguna vez coqueteó con LLA, intendente de Chivilcoy). En estas horas, empiezan a definir un esquema donde esta propuesta centrista seguiría un lineamiento general: el radicalismo tendrá mayor protagonismo en las secciones del interior, mientras que sus socios promoverían candidaturas en las grandes secciones Primera y Tercera, que corresponden al Conurbano.
Se perfilan como posibles candidatos: Zamora, para liderar la lista de la Primera (Norte del GBA), junto a Zavaleta y De la Torre. En cuanto a la Tercera, que se volvió relevante tras la fallida postulación de Cristina Fernández, podría tener como candidatos a Fernando Grey (intendente de Esteban Echeverría, del peronismo “disidente”) o Nazarena Mesías (diputada provincial de Lanús y cercana a Manes), además de la opción del economista Carlos Melconián. En la Segunda (norte de la provincia), queda por definir la estrategia que adoptará el intendente de San Nicolás, Manuel Passaglia, quien se ha distanciado del acuerdo Pro-LLA y podría liderar este espacio en esa área.
En la Quinta sección (costa bonaerense y centro de la PBA), los intendentes radicales (hay 12 en esa región) elegirían al candidato, mientras que en la Cuarta lo harían los seguidores de Miguel Fernández, uno de los presidentes del radicalismo, con influencia en el oeste bonaerense. En la Séptima (centro, con base en Azul y Olavarría) se enfrenta a un desafío arduo. Debe obtener el 33% de los votos para alcanzar el mínimo necesario para la distribución de los tres senadores en juego. Con la polarización esperada entre el oficialismo kirchnerista y los libertarios, esto parece complicado.
La sección Octava es La Plata. Podría quedar en manos de la línea Evolución, liderada por Martín Lousteau, para definir la cabeza de lista. Se eligen seis diputados y se necesita un mínimo del 16% de los votos para tener una oportunidad en la Legislatura. Desde el radicalismo bonaerense —que tardó casi seis meses en definir su liderazgo tras una elección interna polémica y judicializada— sostienen que buscarán una confluencia con fuerzas políticas afines, pero con una condición: se reconozca la importancia territorial del partido.
Miguel Fernández, co-presidente del Comité Provincia junto a Pablo Domenicini, vinculado a Martín Lousteau, afirmó que defenderá la decisión de la mayoría partidaria: “solo habrá acuerdo si se presenta un proyecto serio que respete el rol central del radicalismo”. El radicalismo pone en la balanza sus 27 intendentes en Buenos Aires, más de 200 concejales y consejeros escolares, así como una veintena de legisladores (provinciales y nacionales). “Nadie, salvo el oficialismo, puede mostrar ese despliegue político”, comentó a Clarín uno de los negociadores radicales. Por ello, desean que se reconozca este aspecto al definir los espacios en las listas seccionales y municipales.
Si esto no se lleva a cabo, la UCR no descarta una alternativa: presentar listas propias, con la histórica identificada con el número 3, que llevó a Raúl Alfonsín a la presidencia (1983) y que se utilizó en los primeros comicios de la recuperación democrática. “Si no podemos designar la cabeza de listas en las secciones clave y nos piden lugares en la lista de concejales, es preferible ir solos”, fue uno de los argumentos que se escuchó en las intensas negociaciones que se están llevando a cabo en estas horas.
Hasta el último minuto del 9 de julio, todo puede cambiar. Lo descrito es una imagen de poca claridad. La historia completa será revelada por la Junta Electoral a partir del jueves 10 de julio. Y allí quedarán otros nueve días para definir los nombres y posiciones de los candidatos. Ese será otro capítulo lleno de intrigas y traiciones.