En la ciudad del Papa Francisco son perseguidos los excluidos que trabajan por la calle en el reciclado. Los curas villeros respondieron con una misa y lavados de pies a los recicladores.
Es acá donde el jesuita convertido en Pontífice conoció a los excluidos que sin trabajo se lo inventaron. De los antiguos botelleros pasamos tras la brutal crisis del año 2001 a la masividad de la extrema pobreza. Entonces nació el cartonero. Hombres y mujeres, abuelos, jóvenes y también claro sus niños, que llegados a la gran ciudad de Buenos Aires, andan en sus calles, sobre todo en la noche, para revisar sus desechos en tachos y bolsas para encontrar con que sobrevivir a la desocupación y el hambre. El papel, el vidrio, el cobre, el aluminio, o plástico, todo lo que la clase trabajadora con salario y ocupada desecha, como por supuesto los ricos.
Pasado los años y creciendo la organización de los cartoneros en cooperativas, leyes y normativas de gobierno la actividad cambió totalmente conquistando derechos, como guarderías para los niños, uniformes, transporte y salario. La gran industria del reciclado genera importantes dividendos a las empresas, por ejemplo, del plástico.
En la nueva gestión de Macri, ya no quien fue presidente nacional de nombre Mauricio, si no su primo, Jorge, se inició una nueva política para ordenar la actividad callejera del reciclado, o cartoneo.
Entonces el Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana, y la policía porteña, este año empezaron a considerar armas blancas las herramientas de trabajo, a quitarles los carros y multarlos por llevarlos con sus bolsones donde colocan el material seco. Hasta incluso se diseñaron tapas anti-ingresó en los conteiner. Un bloqueo a la actividad del cartonero, sobre todo aquel que no está organizado en formato cooperativa, por ende, no tiene planta recicladora y queda a la merced de la venta del material en los llamados “galponeros”. Encima la actividad ha perdido valor la materia prima, con la apertura de importaciones, y las ganancias cayeron, sumado a la suba inflacionaria de los productos más básicos como la comida.
Los curas de los barrios populares escuchando el clamor del pueblo cartonero, que sobrevive en las villas, de la periferia sur de la Ciudad, o en el segundo cordón, llamado Conurbano, es que este Miércoles Santo realizaron una misa y lavado de pies a los excluidos que trabajan en el reciclado callejero
La bendición, encabezadas por los sacerdotes Ignacio Baggatini y Lorenzo “Toto” De Vedia, fue frente al Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana para que vean y sientan el clamor de los pobres trabajadores.
“Le pedimos a Dios y a la Virgen para que las autoridades del Gobierno de la Ciudad abran canales de diálogo genuino para generar un camino de ordenamiento de la actividad que permita continuar con tan importante trabajo que realizan centenares de cartoneros”, afirmó el Padre “Toto”, capellán de los cartoneros.
Desde las organizaciones cartoneras denuncian la falta de financiamiento del Estado porteño. “Podrían reconstruir el Centro Verde del barrio de Barracas, el predio de reciclado más grande de la Ciudad, incendiado el año pasado por la desidia del Gobierno porteño”, informaron vía instagram, en un posteo del usuario: cartoneros_reciclado.
Tras el lavado de pies, el gobierno de Macri respondió con la suspensión de los micros que transportan a los cartoneros desde sus barrios a la Ciudad.