La rebelión del Gordo Dan sacude a la juventud tuitera de LLA

La rebelión del Gordo Dan sacude a la juventud tuitera de LLA

La base digital del oficialismo presiona en redes y apunta a un recambio en el Gabinete.


La comunidad millennial y joven que articula su activismo en X (ex-Twitter) y otras plataformas mostró este jueves un malestar profundo: tras la dura derrota en la provincia de Buenos Aires, muchos militantes digitales acusan a la dirigencia de falta de reacción y piden cambios en la conducción del espacio.

Ese descontento se expresa ya no sólo en comentarios aislados sino en campañas organizadas que exigen a los referentes “hacer algo” para recuperar el impulso.

En paralelo, la figura del autodenominado “Gordo Dan” escaló el conflicto con posteos de fuerte carga contra figuras internas y opositores; uno de sus mensajes sobre el senador Luis Juez desató repudio público y obligó a dirigentes a salir a marcar distancia, mientras que otros tuiteros lo utilizaron como bandera de la pelea interna. La reacción ante esos mensajes puso al descubierto la tensión entre la libertad de expresión militante en redes y la necesidad del espacio de contener daños reputacionales.

Los jóvenes esperan una respuesta clara del Presidente y un recambio en la cúpula que muestre cambio de rumbo; en las conversaciones privadas se menciona la movilización por canales digitales y la posibilidad de canalizar la protesta hacia actos y reclamos concretos si no hay señales visibles de la conducción. Para muchos, la derrota no fue sólo electoral: es la confirmación de que el discurso no se tradujo en decisiones políticas que sostengan la adhesión activa.

El perfil público de Gordo Dan —figura mediática y tuitero con amplia repercusión en círculos libertarios— alimenta desde hace meses la polarización interna: su capacidad para movilizar seguidores y generar agenda en X explica por qué sus descargas tienen efecto multiplicador y por qué algunos sectores del propio oficialismo se muestran incómodos con su protagonismo. Esa ambivalencia entre liderazgo informal y riesgo reputacional complica la gestión de la crisis digital.

La pulseada interna adquiere, además, un costo político: referentes partidarios advierten que la tensión pública con influencers cercanos puede alejar votantes moderados y dar combustible a la oposición, que observa la fractura con interés. En el Gobierno, según la cobertura, hay esfuerzos por marcar que las voces externas “no representan” una línea oficial, pero el ruido en redes dificulta esa desvinculación rápida.

El escenario que queda por delante es incierto: si la cúpula decide apaciguar la bronca digital con cambios y gestos hacia la base, la crisis podría amortiguarse; si, por el contrario, prevalece la inacción, la juventud tuitera y sus líderes informales —con Gordo Dan a la cabeza— seguirán presionando desde las pantallas y marcando la agenda pública. La tensión interna ya dejó de ser un asunto de nicho: pasó a condicionar la estrategia política de La Libertad Avanza en plena carrera hacia octubre.

¿Un punto de inflexión de cara a octubre?

El escenario de octubre aparece cargado: según diversas fuentes libertarias, el malestar interno podría traducirse en deserciones discursivas, menos disciplina en redes y mayor exposición de contradicciones si no hay cambios visibles. El Presidente Javier Milei, hasta ahora, decidió mantener a Pareja en su rol, favorecido por la hermana Karina Milei, y no adoptar los pedidos explícitos de renovación de parte de la troppa digital.

Gordo Dan, por su parte, lanzó mensajes desafiantes: “Order el equipo YA”, “Bancamos hasta el final”, pero también acusó a otros de usar a Karina Milei como escudo, en lo que se interpreta como una estrategia para presionar desde abajo.

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