La salida de la pandemia mostrará el nuevo rostro de la Argentina, ¿mejor?

La salida de la pandemia mostrará el nuevo rostro de la Argentina, ¿mejor?

Opinión.


Una manera muy poco original de imaginarse al mundo, y dentro de él a nuestro país, es con una organización muy diferente a la que veníamos acostumbrados. Veamos cómo podrían ser esas maneras.

Siempre habrá ricos y pobres, sea hablando de naciones o de personas y eso se mantendrá como concepto de la realidad, con los mismos actores o con otros. Resta también saber qué formatos resisten y cuáles no, ya que todo se empieza a mover en modo cambios y, sobre todo, se aceleran los tiempos y ciertas decisiones que dejan poco margen para el error, sobre todo en aquellos países y personas más vulnerables en la etapa previa a la pandemia. Todo el mundo sabe que cuando hay que tomar decisiones urgentes en momentos complejos es mejor integrar un selecto grupo de 20 grandes millonarios y no uno desarticulado de miles de millones de pobres.

Más allá de las ideologías, de los aliados que uno elija, y de la verborragia que cada uno decida descargar sobre el conjunto de su pueblo, un gobernante debe tener la capacidad de imaginar con la mayor precisión posible acerca de los escenarios que se van a presentar como cuestión previa a las demás elecciones. Y también deberá ser realista, para poder cruzar las dos curvas y acertar el plan, así como se pudo elaborar un plan para el tratamiento de la pandemia que nos azota y que nadie sabe cómo terminará.

Nosotros somos un país pobre, por las miserables decisiones que tomaron algunas personas a la hora de decidir el destino de nuestras riquezas y que, fruto de sucesivas entregas a lo largo de algo más de dos siglos, encontramos un país con casi la mitad de su población en estado de pobreza. Es importante saber por qué llegamos a esto, principalmente para no volver a repetirlo. 

Es terrible no tener tiempo para pensar las culpas, ni siquiera sobre los nombres de quienes actuaron por detrás de las traiciones ya por todos conocidas. Pero no es la prioridad ahora, ni tampoco es tiempo de problemas sino de soluciones, que de todos modos nos llevarán de manera bastante directa a los “herederos actualizados” de tantos desaciertos y delitos dolosos.

Debemos llegar por el lado de las ideas y las acciones que habremos de defender y realizar y no con el ánimo de repartir lo que nunca se repartió. Ya fue eso, es la hora de cambiar el perro y no el collar, porque ya está comprobado que con esa movida se mejora relativamente cuatro o cinco años para luego recaer, es la versión económica de la cura de la pandemia y el rebrote posterior.

Argentina tiene muchas de las cosas que el futuro y miserable mundo post pandemia, cualquiera sea el grupo de países o sectores privados que tomen las decisiones, necesita. Empezamos por lo que nos distingue, los alimentos, hoy concentrados y sin proyecto nacional inclusivo, pero que buena parte del mundo va a necesitar. No somos los únicos, por eso hay que pensar qué hacer con ellos, pero integramos el selecto grupo de quienes los poseen.

Nos pasa lo mismo con muchos recursos energéticos, tan variados como renovables y fósiles, sin contar que integramos otro club bastante exclusivo, el de los atómicos. Litio, oro y demás minerales, pesca y una incipiente actitud fabril, algo alicaída en lo automovilístico (y otros rubros), que debería ir virando en la dirección de lo que se viene, más cerca del conocimiento y de las nuevas tecnologías.

No sólo es lo que tenemos, sino que debemos saber de qué modo lo usamos de aquí en más. Si somos capaces de realizar la transformación de nuestro país con un master plan correcto para que la distribución invierta la carga de la pobreza que ahora acarrea y logramos que el PBI, la producción y las exportaciones crezcan, conseguiremos que no sea peor y más frustrante el futuro de la patria luego de la pandemia, que el período que transitábamos antes.

Ello sucederá sin dudas si no decidimos tomar las decisiones con la misma precisión y certeza con la que se trató el tema del coronavirus, con la misma inteligencia, valor y decisión para que generemos empresarios grandes y chicos a la hora de repartir la riqueza, pero no podemos seguir con quienes tienen todo y los que no tienen nada. Para eso el Estado, tan revalorizado a la hora de liderar la estrategia contra la pandemia, deberá reclutar a sus mejores hombres y con ellos repensar un país posible, próspero, más justo, económicamente viable y con capacidad de sostener políticas y acuerdos de Estado por los próximos 20 años. Pero hay que hacerlo ya y ese es el desafío.

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