¿Inversiones y dólares?: delay de tres meses con la elección bonaerense en la mira

¿Inversiones y dólares?: delay de tres meses con la elección bonaerense en la mira

Opinión.


Las elecciones en nuestro bendito país suelen ser momentos de quiebre, para bien o para mal depende de quién o qué sector lo mire.

De todos modos, y aunque seamos fervientes del federalismo desde estas líneas, debemos reconocer, al menos así lo creemos, que las elecciones bonaerenses tanto de las de setiembre como las de octubre, serán más definitorias que ninguna otra, y probablemente más que todos ellas juntas.

Mientras las riquezas naturales de nuestro país se encuentran en por fuera de la Ciudad de Buenos Aires, y debería ser allí donde un país sensato y razonable les pusiera valor agregado a las materias primas creando o fortaleciendo las industrias locales, nada de eso sucede. Es más, el RIGI demuestra que no hay condiciones para traer inversiones extranjeras que entierren cientos de millones de dólares en un país que no logra definir las cuestiones más básicas, como es la de extraer dividendos de manera permanente en el tiempo, sin tomar en cuenta los “regalos” actuales, que todos entienden en el mercado que no durará mucho tiempo. El miedo a un cambio los frena. Lo bien que hacen. No son buenos con la Argentina, son conocedores de los laberintos que genera este país, inentendible para casi todos, salvo fondos buitres o similares.

Cómo no viene nadie nuevo, y el carry trade financiero ya no es el del 2024, sólo los baqueanos empresarios argentinos, conocedores (e inventores) de las trampas que se deben conocer para operar con destreza en el país, se arriesgan, bah, riesgo es una manera de decir, porque para ellos todo es bastante previsible. Se quedan con todo.

Los mercados afuera no miran a las 24 provincias ni al total de votos nacional como distrito único. Saben perfectamente en dónde está el apellido maldito para ellos, en qué lugar del mapa argentino, se asustaron por demás cuándo la ex Presidenta, Cristina Fernández, quedó presa en su domicilio y entienden que es en este distrito clave dónde se jugará la gobernabilidad de los próximos años, la creación de un oficialismo parlamentario en el Congreso, la reelección de Javier Milei y la garantía económica para todos los que quieran abrazar emprendimientos en esta tierra.

Decía un veterano dirigente del Oriente asiático, que el momento perfecto para llevar inversiones a un país es cuando luego de dos mandatos, el Presidente se retira con una imagen positiva. En concreto él pedía 8 años de ejercicio y luego de esa consolidación, una buena perspectiva a futuro.

Nada más lejos de lo que va a suceder en la República Argentina de manera inmediata, más bien estamos transitando la semana de la tormenta perfecta para el oficialismo, en la cual tendrá que hacer control de daños para evitar mayores problemas.

A la Argentina hoy, nadie le presta más plata. Es un lugar conocido para los gobiernos locales, pero muy peligroso para los que sólo saben tomar deuda en estas ocasiones y acelerar el roll over de los vencimientos que se avecinan. FMI básico, hasta que ellos quieran o puedan. La Argentina es un tema muy conflictivo en el Fondo y nadie quiere salir eyectada como sucedió con Christine Lagarde.

Ya ninguno en el mercado mira los indicadores de nada a dos meses de las elecciones bonaerenses. No hace falta, hay que hacer la plancha hasta ver qué pasa allí, dicen todos los CEO s del planeta. Y después empezar de a poco a mirar las poquísimas oportunidades o a irse rápido como les propuso el JP Morgan la semana pasada. Depende del resultado.

La Argentina está en un grave problema con los dólares que le faltan y hay una sola persona en el mundo que lo puede salvar, o al menos darle algo de sobrevida: Scott Bessent, el Secretario del Tesoro norteamericano. Ese típico dinero que no se asigna por su rendimiento, sino por la necesidad política del que lo pide. Plata fresca, no quita de aranceles.

Tres meses difíciles, y con Milei rendido a sus pies.

Donald Trump y Bessent tienen la palabra.

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