Internacional: la escasez de chips en el mundo enloquece la geopolítica

Internacional: la escasez de chips en el mundo enloquece la geopolítica

Opinión.


Estados Unidos lleva acumuladas pérdidas por más de 65.000 millones de dólares en la venta de automóviles por carecer de los semiconductores (chips) que necesita esa industria. Y hay otras zonas en el mundo que tienen el mismo problema. China, por su parte, lanzó al espacio 50.000 satélites en el año 2021 y tiene planificado mandar 70.000 en el año que comienza, pero todo está en duda, ya que los chips para ello aún no están garantizados. Así estamos.

Estamos hablando de un negocio que mueve en la actualidad más de 450.000 millones de dólares al año y se prevé que en 2024 llegue a los 600 mil.

Es que, además de los dos ejemplos que dimos, todas las computadoras, los smartphones, buena parte de la medicina compleja, internet, los videojuegos, la industria militar, los GPS y toda la investigación de los suelos y del clima, la industria de los electrodomésticos y tantas otras cosas más que podríamos nombrar, necesitan de distintos tipos de chips.

Claramente la demanda ha superado en este tiempo a la oferta y esto ha desatado una gran puja en el mundo por la solución a corto plazo (inexistente, lo que intensifica la presión sobre los fabricantes) y la solución a mediano plazo, que tendría sus primeros pasos recién en 2024.

Por eso, la fiebre del chip es hoy como la del oro, la del petróleo o tantas otras que registró el mundo en su lucha por el desarrollo y el poder. Eclipsa a todas, retrasa el desarrollo y genera situaciones peligrosas en determinadas áreas del planeta.

Los actores principales de esta confrontación son, como siempre, Estados Unidos y China, quienes por su capacidad industrial y comercial son los que más sienten el faltante. Y es ahí donde se ven los amigos de los que goza cada uno. En Taiwán reside TSMC que es la empresa que produce más chips en el mundo entero y, como se sabe, este gobierno está en un eterno conflicto con China, al que ya no le vende más chips, ya que su desarrollo de primer nivel en este rubro fue financiado por capitales americanos, de quienes son estrechos aliados. También Corea del Sur es un jugador importante en este rubro con Samsung a la cabeza, que en el último trimestre del 2021 tuvo ganancias récord, justamente apalancados sobre los semiconductores.

Sucede que, más allá de la problemática que genera el problema en las potencias hegemónicas, las empresas, sean del país que sean, tienen toda la producción vendida antes de concretarla (la panacea capitalista) y están trabajando -como TSMC- al 100 por ciento de su capacidad, ya con proyectos en marcha de nuevas plantas en Arizona (EE. UU) y en Japón, además de haber empezado tratativas con Alemania.

Es que la creación de nuevas fábricas en los lugares en los que las empresas logren un buen apoyo de los Gobiernos para la sustentabilidad del proyecto es la única salida a la crisis que hoy enfrenta al mundo con pérdidas millonarias en varios sectores. Como medida, dos horas se tarda en construir un teléfono inteligente, una semana para un auto y dos o tres meses para un chip integrado. La solución tardará seguro más de lo necesario.

Mientras Estados Unidos (con Intel y otras más chicas) que junto a Corea del Sur (Samsung) son quienes tienen los circuitos integrados de mayor calidad (IDM es la sigla), China está de a poco intentando autoabastecerse para su planificación de desarrollo, pero es algo que no logrará en el corto plazo, tiene el 35 del consumo mundial y es el octavo país en la oferta. Además, el 5G viene a complicar aún más a todos los países, pero principalmente al gigante asiático, pionero absoluto en este rubro, más allá de que Estados Unidos intentó achicar la brecha en la pandemia, algo que no logró. Más velocidad, más memoria, más precisión requiere de más chips. Y eso no deja de ser un problema.

Mientras tanto, la Federación de Rusia recibe los coletazos de esta puja, en la que Estados Unidos pretende usar territorio ucraniano para estar más cerca de China (y por supuesto de Rusia) y presiona desde ahí junto con Europa al dúo que, hoy por hoy, es el eje que más preocupaciones les trae.

Ya parece que los escasos chips corrieron del camino al precio del petróleo, a Medio Oriente y al gas del invierno para Europa, Nord Stream incluido. Por supuesto que los norteamericanos tienen a Japón de aliado, pero no es lo mismo que la cosa se vaya de control en un país muy rico como Japón (allí saldría carísimo y con Hiroshima y Nagasaki llenaron el cupo) que en uno pobre y manejable, como Ucrania. Sólo con la promesa de la entrada a la OTAN y a la Unión Europea, más algunos pocos dólares -comparados con los que están en juego-, el precio es muy barato para moverse amenazantes. No hay vuelta atrás para Occidente en esta búsqueda, sólo parálisis y caída económica.

Y no habrá solución “ya” para nadie, se vienen dos años de “combate” por los chips que hay en plaza y las tensiones van en aumento con cualquier excusa, en cualquier tema y país. Es una cuestión de cuánto pierde cada uno y cómo lo recupera. A qué precio, con qué armas y a qué costo. Todos juegan muy fuerte, y algunos de manera hipersónica. Continuará.

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