La recta final de la campaña para las elecciones bonaerenses ha generado una rara coincidencia entre las distintas facciones del peronismo. A pesar de las históricas internas, todos los referentes de Fuerza Patria coinciden en que el frente llega con una sólida expectativa de triunfo. Este optimismo, reconocen en privado, se debe más a la seguidilla de tropiezos del Gobierno que a méritos propios, una perspectiva que ha cambiado significativamente en las últimas semanas.
Un ministro bonaerense lo resumió de manera contundente: “Perdieron la iniciativa y eso les sacó días de maldad”. En comparación con la campaña porteña de mayo, donde el Gobierno manejó la narrativa, ahora los escándalos y la fragilidad económica han mermado su capacidad de acción y su mensaje.
Otro referente bonaerense cercano a Cristina Kirchner evalúa que, aunque es difícil medir con exactitud el impacto en las urnas, el golpe es innegable. “No está claro cómo les va a pegar en los votos que vengan haciendo agua por todos lados, pero están golpeados y en alguna medida pierde efecto lo que hagan”, expresó. Esta percepción es compartida por otros dirigentes que ven con alivio cómo los problemas internos y la crisis económica del oficialismo han eclipsado sus propias debilidades.
En el peronismo existe un consenso tácito: la victoria no se logrará por la capacidad de “enamorar” al electorado, sino por ser “la herramienta para frenar a Milei”. Un dirigente vinculado a la expresidenta fue sincero al respecto, señalando que “todos los quilombos esta vez los tuvieron ellos”, haciendo referencia a las internas, los escándalos de corrupción y, sobre todo, la fragilidad de la economía. El bolsillo, como siempre, manda, y el ruido de la corrupción y la inestabilidad financiera ha resonado con fuerza en el electorado.
Aunque se descarta un trasvase masivo de votos del oficialismo a Fuerza Patria, el peronismo confía en que su panorama favorable se sustenta en la expectativa de un triunfo claro en la Tercera sección, su bastión histórico. Además, se muestran optimistas con los posibles buenos resultados en la Primera y la Octava (La Plata), secciones que, históricamente, han sido más adversas al kirchnerismo. La fragmentación en la oferta opositora en estas áreas, con la presencia de otras opciones como Somos, también se ve como un factor favorable.
A pesar de la expectativa de triunfo, las internas peronistas siguen generando fricciones. El principal conflicto reside en la falta de acuerdo para un búnker compartido el domingo. Mientras que el gobernador Axel Kicillof ha decidido esperar los resultados en La Plata, no ha habido un consenso para que otros referentes y candidatos del sector, como Máximo Kirchner, se unan al festejo. La situación pone de manifiesto una grieta que, a pesar de los esfuerzos por disimularla, sigue presente.