El ánimo social de los argentinos experimentó un claro viraje tras las elecciones del 26 de octubre. Según el Índice de Irascibilidad Social (IDI), elaborado por Casa Tres, el índice pasó de -13 en septiembre a -8 en octubre, lo que refleja una reducción de la crispación social. Esta mejora se produce en un contexto en el que el Gobierno logró imponer la pregunta clave: “la libertad avanza o Argentina retrocede”.
Una de las claves para entender este cambio, sostiene el informe, es que la votación del 26-O no fue únicamente por optimismo, sino también por temor. “El país estaba parcelado por provincias… el efecto que nacionalizó la elección fue la elección de septiembre en la provincia de Buenos Aires”, señala el artículo. Y agrega: “uno de cada cuatro votantes de Juntos por el Cambio… le dio su voto a Milei movido por miedo a la vuelta del kirchnerismo”.
La campaña electoral también jugó un papel importante en el repunte emocional: el Gobierno logró instalar una dicotomía simple pero potente, y fue así que “los que apoyan el rumbo se volcaron… casi exclusivamente a votar las listas de La Libertad Avanza”. En paralelo, los votantes de listas alternativas o de “terceras vías” no lograron capitalizar matices o diferenciales para frenar la polarización.

Desde el punto de vista económico, la encuesta resalta que el driver del voto en octubre fue la economía. Más de la mitad votó pensando en la economía del país, y aunque la corrupción sigue siendo percibida como un problema, este mes los temas económicos ganaron centralidad. Al mismo tiempo, aumentaron los indicadores de “esperanza”, de evaluación de gestión gubernamental, de expectativas sobre el país y de la imagen del presidente.
Sin embargo, el informe también advierte que esta mejora no significa que el malestar haya desaparecido. A pesar del avance de +5 puntos en el IDI, la cifra de -8 sigue estando en terreno negativo, lo que implica que todavía hay una parte importante de la sociedad en estado de incomodidad o distracción. El artículo concluye que “se produjo una suerte de ‘reseteo’ del estado de ánimo general, que detuvo el crecimiento sostenido de la irritabilidad social”.
Para los analistas de opinión pública, el reto ahora es convertir este repunte en estabilidad. Si bien el humor social mejoró, “la pregunta es cómo se traducirá ese optimismo en las elecciones”. En ese sentido, advierten que el Gobierno y la oposición deberán dar respuestas concretas para que la expectativa no derive en ansiedad.

