¿Empieza a retirarse Cristina del Frente de Todos?

¿Empieza a retirarse Cristina del Frente de Todos?

Opinión.


Las elecciones generales de noviembre dejaron algunas conclusiones para el Frente de Todos, que se irán viendo con el correr de los meses venideros, aunque ya existen algunas señales de lo que vendrá.

El acto de apoyo al Presidente Alberto Fernández, realizado tres días después de los comicios, no pudo reciclarse en un relanzamiento de gestión por cuestiones de tiempo, operativas y políticas. Todo estaba previamente preparado para una cosa y al final terminó siendo una demostración híbrida de una protección callejera (y de aparatos) que finalmente no fue necesaria. La vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández no eligió esta vez la embestida frontal. El discurso de Alberto tampoco fue el de un “líder” convocando a una gesta nacional. Todo estuvo correcto, pero nada más.

El empoderamiento más amplio posible del Presidente es una de las cuestiones que se lleva buena parte del tiempo del equipo de leales que tiene Alberto. Las definiciones que expuso en su discurso desde Olivos el mismo domingo electoral, más las decenas de reuniones en las que se están definiendo los próximos pasos en temas como el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el tratamiento del Presupuesto 2022 y el resto de las prioridades legislativas, que acordó el propio Presidente con el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, definen una agenda en la que no se ve –al menos hasta ahora- la firme mano de la vicepresidenta que quizás aparezca en el Senado.

Pero mientras se sucedían los cónclaves, apareció la segunda carta de Cristina, en la que de alguna manera deslinda toda responsabilidad personal sobre las futuras decisiones que tome la administración nacional y planteando algunas dudas acerca de cuál será su accionar cuando las balas piquen más cerca. En el entorno de la vicepresidenta ya se trabaja –como en todos lados- con la vista puesta en el 2023 y para ese período no solo descartan la reelección de Alberto, sino que son muy pesimistas respecto de la posibilidad de que el peronismo gane en ese turno electoral.

Es por eso que, si por ellos fuera, prepararían desde ahora una bomba económica con una mecha que explote en el 2024 y de ese modo devolverle la gentileza a Mauricio Macri por el 2019 con los 44.000 millones de dólares extras pedidos al FMI y un sainete en la negociación -con pandemia incluida- que dura hasta ahora.

No sería extraño que en el futuro cercano el Instituto Patria y su gabinete paralelo vayan generando medidas y acciones de índole propia, que no vayan ni acompasadas ni con el sentido que propone la Presidencia de la Nación. Es cierto que se vienen dos años muy difíciles en cualquiera de los escenarios posibles, pero las ideas acerca de cómo transitar estos tiempos son cada vez más distintas en la calle Rodríguez Peña y en la Rosada.

Cristina está protegiendo su último capital político luego de las duras derrotas en las PASO y en noviembre, aunque ésta de menor cuantía. Entiende que la coalición por ella creada se agotó por incapacidades conjuntas, pero sobre todo de Alberto, la cabeza que ella misma eligió. No soporta otros dos años como los pasados y pretende –ahora ya con los juicios pesados arreglados-, si bien no dar por terminada su actuación en este gobierno, al menos disminuir al máximo su protagonismo y visibilidad en su futuro rumbo, en el que ella no confía.

El kirchnerismo es una realidad política importante dentro del peronismo, sobre todo en el AMBA y, más particularmente, en el conurbano bonaerense, aunque parece haber quedado demostrado que no sólo no es invencible, sino que depende más de lo que se pensaba de los intendentes y su empuje. Como decíamos en entregas pasadas, refugiarse en la Provincia no es una opción. En el peronismo nacional pueden ver diluido su poder o pueden establecerse y continuar como una fuerza ideologizada, tanto por dentro como por fuera de la estructura.

Cristina será siempre el faro de esta porción del peronismo, que irrumpió nacionalmente en el 2003 y veinte años después será la primera vez que no sea o no ponga un Kirchner al candidato a Presidente por el PJ. Máximo entendió hábilmente que ya la Cámpora no alcanza y estará sentado sobre la Presidencia del PJ de la PBA buscando pasar la tormenta como mejor se pueda.

Sergio Massa entiende casi todo y aunque no lo favorece el marco general ni su baja imagen, es quizás junto a algún gobernador que se destape, quién más cerca está de competir por la ancha avenida del centro, esa que no funcionó bien nunca hasta hoy, pero que seguramente ganará, vaya a saber con qué colores, la elección dentro de dos años.

Alberto tiene hasta 2023 para demostrar que es buen piloto de tormentas y esperar el milagro de una reactivación, que hoy se ve lejana y no potente. De todos modos, no hay que olvidar que estamos en Argentina. Y acá vale todo.

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