El mundo escaló una guerra múltiple buscando una nueva configuración

El mundo escaló una guerra múltiple buscando una nueva configuración

Opinión


Al decir del Papa Francisco, luego de la segunda guerra mundial, el mundo nunca dejó de tener guerras en distintas partes del planeta. Y en estos últimos tiempos, sin haberse detenidos las existentes se sumaron conflictos de alta intensidad en Europa y Medio Oriente, mientras en muchas otras zonas del planeta sin haber entrado todavía en hostilidades, las mismas penden de un hilo cada vez más fino, que se podría romper en cualquier momento. Francisco definía la actual situación como la tercera guerra mundial a pedacitos, fragmentada.

Hay una única solución a este grave problema que radica en un esquema de seguridad universal, que constituiría el mayor y verdadero avance de la globalización. La misma lamentablemente está basada hoy en el globalismo financiero y en temas que –aunque algunos también prioritarios- para nada servirían en el caso de no atender los riesgos aumentados de esta escalada mundial en modo híbrido, o sea con todos los condimentos, armas nuevas, ejércitos robotizados, guerra electrónica, ciberataques, desinformación, guerras proxys, etc. Esto ya sucede, no es una profecía.

El tema del armamento nuclear y su letalidad, que agrupa a nueve países en la Tierra, con diferentes potenciales y distintas miradas acerca de cómo debe seguir el desarrollo de la paz – o de la guerra- en nuestro lugar común, es el riesgo máximo al que estamos sometidos los 8.000 millones de habitantes de la Tierra.

Llevamos tres años y medio de guerra en Ucrania, en dónde están involucradas tres países nucleares de la OTAN de un lado (Estados Unidos, Reino Unido y Francia) y uno, Rusia del otro -con el apoyo de Corea del Norte (nuclear) si fuera necesario como en Kursk-, también asistimos al fuerte incidente fronterizo entre Pakistán e India, otros dos países nucleares, y ahora se sumó con tremenda intensidad el intercambio de misiles, drones y bombas entre Israel (nuclear) e Irán. Este enfrentamiento hizo más visible para los ojos del mundo, el peligro real acerca de si este conflicto escala en la región. Esa situación seguramente arrastrará a muchos países que hoy no están abiertamente involucrados, pero tendrán que tomar decisiones para protegerse o ir por todo. Depende de quién se trate.

La sumatoria de todos estos grandes conflictos regionales arriba enumerados, se suman a otros 60 de menor intensidad o visibilidad, en distintas regiones del planeta, sobre todo en África y también con algunas tensiones máximas en Asia. Los riesgos de la continuidad y el incremento de estas guerras es que un solo error puede determinar una catástrofe de dimensiones extraordinarias. Con el tema nuclear estamos hablando de la destrucción masiva de la especie y un escenario desconocido desde los escombros de la mayoría de las civilizaciones. Aunque primara la cordura de no entrar en la variante de las ojivas nucleares, unas 12.000 en su totalidad, la humanidad no pasaría por un buen momento si esto escalara, más bien todo lo contrario. Sería inevitable un colapso económico mundial, en donde estarían en riesgo a partir de la destrucción de la actual estructura comercial, los alimentos, el agua, los medicamentos y tantas otras cosas vitales. Además, ya se están produciendo muchas más bajas civiles que militares en casi todos los teatros de operación, y algunos como Irán e Israel no tienen -por ahora- campo de batalla ni ejércitos enfrentados.

Sin dudas, la escalada parece muy difícil de detener, habida cuenta de que sobre todo las grandes potencias parecen decididas a definir determinadas cuestiones de la multilateralidad reinante y no dejarse llevar por cantos de sirena ni promesas siempre incumplidas. Eso llevaría a partir de la sumatoria de todos los conflictos y sus respectivas resoluciones en el tiempo, la configuración de un nuevo mapa mundial en la que habrá obviamente ganadores y perdedores.

La Unión Europea y la tríada de mediocres que la conduce por estos días, se ve sin silla en un símil Yalta, y apuesta a una belicosidad extrema intentando cambiar ese escenario desfavorable y de incertidumbre que tiene por estos días. Con ese insólito plan de apostar ahora al rubro defensa el dinero que no tienen, lo más posible es que no solo no consiga ese lugar, sino que sus países sufrirán el coste social de ese inútil despilfarro. Malas decisiones tomadas durante mucho tiempo cambiarán la realidad política social de estos países (de perfil anglosajón), quienes fueron los más beneficiados por el anterior status quo, hasta hace unos pocos años.

El presidente Donald Trump tiene una velocidad en la verborragia que no se traduce en cuestiones concretas a nivel global. Sus idas y vueltas, la carencia de un plan geopolítico y de objetivos alcanzables, lo dejan muy seguido mal parado ante las distintas coyunturas. Las bravuconadas de sus dichos, a pesar del poder de fuego de su país, parecen tener una traba que no se encuentra en el resto del mundo, sino fronteras adentro, en dónde el Deep State le está condicionando cada vez más sus proyectos. Y como nadie prevalece en esa puja, su política finalmente híbrida, puede salir para cualquier lado, como una bengala fallada en Navidad. El mundo espera que acomode los tantos en el sentido que prometió en su campaña. Sin nuevas guerras y dedicando hasta el último dólar al desarrollo industrial y tecnológico de los Estados Unidos. Y sería muy útil que no complique más las cuestiones ajenas.

América Latina tiene mil problemas, en todos los aspectos, pero no tiene conflictos bélicos en su territorio. Sigue siendo, con excepciones como el conflicto de Malvinas, el continente de la paz. Ese quizás sea hoy, su principal activo.

Por último, Rusia y China ya tienen asegurada su participación en las líneas gruesas del diseño futuro de la estabilidad -o no- del planeta. Son además los países más coherentes entre lo que dicen y lo que hacen, más allá del gusto o no de los modelos que sostienen. Tienen clara su identidad y no la negocian, promueven una seguridad global que no sea solo para los amigos y avanzan -sin doble standard -respetando las culturas de los países con los que tratan.  esta naciones acostumbradas a ese Occidente que les quiso imponer su modelo liberal a una tradición diferente, y terminaron  colonizados por distintos imperios. Y ahora buscan nuevos socios para zafar del neocolonialismo.

La ONU parece pintada con acuarela. Más allá que es mejor que esté activa hasta que haya algo más útil para el conjunto, es absolutamente irrelevante para encaminar un debate productivo. El mundo está casi todo en guerra, más allá de si es la Tercera o una inexplorada experiencia sin nombre, con todas ellas encadenadas con nuevas herramientas como lo describimos al principio.

La Argentina, lamentablemente decidió ubicarse en el peor lugar, con todos los riesgos y nada para ganar. Una estupidez más de un gobierno ignorante del manejo geopolítico. Se dará cuenta más temprano que tarde, seguramente después de octubre cuando salga a buscar los dólares de los “amigos” para mantener la fantasía económica que lleva adelante. Veremos entonces la respuesta que cosecha.

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