El fallo de la Corte sólo profundizó una crisis preexistente

El fallo de la Corte sólo profundizó una crisis preexistente

La situación es compleja, alterada por una oposición radicalizada y un sector del oficialismo igualmente duro.


Probablemente Alberto Fernández esté pasando el momento más complejo desde que asumió el poder. No transcurrió ni siquiera la mitad de su mandato y el presidente se enfrenta a una crisis sanitaria que no da tregua, a una crisis económica heredada y profundizada durante su gestión y –aquí lo más nuevo- a una crisis política interna, de comportamiento dinámico y final impensado.

Ante ninguno de estos escenarios, extremadamente complejos, Fernández pudo mostrar hasta ahora una gestión que consiga la aprobación del grueso de la sociedad. Está claro que no es fácil: el tamiz de la grieta, que filtra todas sus decisiones, lo enfrenta en general con un sector de la población que ya era previamente refractario a su figura.

En el terreno sanitario es, quizá, donde mejor le va. Y no le va tan bien. En un ranking internacional que mide a más de 200 países y estados independientes, Argentina está 41° en cantidad de contagios de Covid por millón de habitantes y en números de muertes, 29°. Estuvo peor.

Pero más que el pasado, a Fernández preocupa el futuro. La apuesta a la vacuna de AstraZeneca, con un anuncio desmedido y un pago por adelantado, dio hasta ahora cero resultados. Se esperaban para marzo las primeras dosis y que la llegada se aceleraría desde entonces. Era el eje central para inmunizar a la población de riesgo y -sobrevendieron el Presidente y su entonces ministro de Salud Ginés González García- se había firmado un virtuoso acuerdo con un empresario local, Hugo Sigman.

Esa apuesta hasta ahora es un fracaso: ya se abonó el 60% del contrato y no llegó ni un frasquito, mientras las promesas se iban corriendo mes a mes. Ahora se habla de junio. En el medio del proceso, se dio de baja con explicaciones dudosas a una asociación para traer la vacuna de Pfizer y así el país quedó a merced de Rusia y China.

El primero de éstos cumplió con el grueso de los envíos pero los tiempos son inciertos. Con los segundos, también hubo algunos embarques pero, ante un rebrote de la pandemia, el gigante asiático anunció que hasta el 1° de julio usará toda la producción de sus laboratorios para su propia población. Así, ante la llegada del invierno, la época más temida para una eventual tercera ola, el panorama de las vacunas es incierto.

Aumentó la pobreza, se desbocó otra vez la inflación y los salarios de los trabajadores y del grueso de los jubilados se fueron retrasando mes a mes. El consuelo: la intervención del Estado, con distintos canales de subsidios, contuvo por ahora a la base de la base, implementando un plan alimentario muy extendido y logrando, al menos, que no se dispare el desempleo. Es una situación grave y contenida.

 

En el campo económico, los números son peores todavía. A la crisis heredada de Macri se sumó la pandemia y una actuación regular de los ministros en los que se loteó la gestión del área. Aumentó la pobreza, se desbocó otra vez la inflación y los salarios de los trabajadores y del grueso de los jubilados se fueron retrasando mes a mes. El consuelo: la intervención del Estado, con distintos canales de subsidios, contuvo por ahora a la base de la base, implementando un plan alimentario muy extendido y logrando, al menos, que no se dispare el desempleo. Es una situación grave y contenida.

En el terreno político, por último, aquella quimera del Alberto dialoguista con la oposición y timonel equilibrista de su propia alianza, quedó en la nada. El protagonismo que fueron tomando Cristina Kirchner, Axel Kicillof y los satélites de La Cámpora y el Instituto Patria fueron tiñendo al oficialismo casi de un solo color. Un amplio sector de la oposición se paró en el sector contrario con similar dureza y el resultado fue el obvio: un nivel de confrontación altísimo y dañino para el país.

La pelea por las clases presenciales en la Ciudad ha sido quizá el ejemplo más claro (y penoso). Intervinieron jueces de dos fueros, cámaras de apelaciones y hasta la Corte Suprema para ver si los porteños podían ir a las aulas. La previsible reacción del Presidente, cada vez más hostil con la justicia y con la oposición, a tono con la historia de su vicepresidenta, impulsan a pronosticar nuevos nubarrones.

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