El círculo rojo redefine su influencia y ve complicado el camino a Octubre

El círculo rojo redefine su influencia y ve complicado el camino a Octubre

Piden correcciones al plan económico, pero hablan de un acuerdo para sostener el equilibrio.


En un contexto marcado por desequilibrios macroeconómicos, inflación persistente y tensiones sociales, el círculo rojo argentino —ese entramado de empresarios, dirigentes y formadores de opinión— vuelve a ocupar un lugar central en el debate público. Su reacción ante la crisis actual no se limita a diagnósticos técnicos: emerge como un actor que busca incidir en el rumbo político, económico y simbólico del país.

Durante las últimas semanas, referentes del establishment han intensificado sus encuentros y posicionamientos, preocupados por la falta de un plan económico consistente y por la deriva institucional que amenaza con profundizar la grieta. Más allá de sus intereses sectoriales, el círculo rojo parece apostar por una narrativa que combine orden macroeconómico con estabilidad política, como condición necesaria para cualquier recuperación sostenible.

Lo que antes era un espacio de influencia discreta, hoy se manifiesta con mayor visibilidad. Empresarios de peso, consultores y exfuncionarios articulan discursos que trascienden lo corporativo y se adentran en el terreno de lo político. En sus intervenciones públicas y privadas, se percibe un llamado a la moderación, al diálogo intersectorial y a la reconstrucción de consensos básicos que permitan salir del estancamiento.

Este giro no es casual. La fragmentación del sistema político, sumada a la volatilidad económica, ha generado un vacío de liderazgo que el círculo rojo intenta llenar, al menos parcialmente, con propuestas y gestos de articulación. En ese sentido, su rol se asemeja al de un “poder blando” que busca influir sin disputar directamente el poder formal, pero sí condicionando sus márgenes de acción.

Sin embargo, no todos dentro del círculo rojo comparten la misma hoja de ruta. Mientras algunos promueven una salida institucional basada en acuerdos transversales, otros insisten en una agenda más ortodoxa, centrada en el ajuste fiscal y la apertura económica. Esta tensión interna refleja también las contradicciones de un país que oscila entre el pragmatismo y la polarización.


Camino empinado

El IERAL de la Fundación Mediterránea puso en datos palabras gran parte de lo que se conversa en los círculos del poder. “El camino a octubre se empinó”, dice el informe que lleva la firma del extitular de la ANSES, Osvaldo Giordano, que dirige el think thank financiado por las grandes empresas argentinas. En ese sentido, anticipa que se volvió a imponer un “techo de cristal”, en referencia a un entorno que impide la expansión sostenida de la producción.

Sobre este punto dice que confluyen distintos factores coyunturales adversos. “En lo político, la cercanía de las elecciones incrementa la inestabilidad y empuja a los agentes económicos a extremar la cautela. En lo económico, los errores y contradicciones en el desarme de las LEFI potenciaron la confusión y la incertidumbre. El frente externo no suma nuevas malas noticias, pero tampoco ofrece tranquilidad”, explica.

Para el economista cordobés las tasas de interés se elevaron a niveles extremos e insostenibles para contener el tipo de cambio y a este costo del crédito “no solo se introduce una traba adicional a la producción, también se erosiona el principal sustento del programa económico que es el equilibrio fiscal”.

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