Con respaldo electoral, Karina Milei bloquea el avance de Santiago Caputo

Con respaldo electoral, Karina Milei bloquea el avance de Santiago Caputo

En los despachos de la Casa Rosada reconocen que la Secretaria General de la Presidencial fue la artífice del triunfo.


La reciente victoria de Karina Milei, secretaria general de la Presidencia, se perfila como un hito dentro del oficialismo: en los pasillos de la Casa Rosada reconocen que fue “la gran ganadora de la noche”. Su triunfo muestra que el ala “libertaria” del gobierno fortalece su posición frente a otras corrientes en tensión, y al mismo tiempo detiene el avance pusilánime del asesor presidencial Santiago Caputo.

Ese fortalecimiento de Karina Milei tiene varias lecturas. Por un lado, refuerza su rol como interlocutora clave interna dentro del Ejecutivo, un rol que pocos imaginaban adquiriría con tanta fuerza. Por otro lado, revela que la tensión entre las distintas “tribus” del gabinete se prolonga: lejos de zanjarse, las disputas internas parecen ahora reordenarse en torno a nuevos ejes de poder.

En concreto, la victoria frena la hoja de ruta impulsada por Caputo, cuya embestida pretendía consolidar mayor control sobre la estrategia gubernamental. Pero ese impulso se topó con un contrapeso –la figura de Karina– que reúne respaldo interno y visibilidad política. Esto abre un escenario donde Caputo ya no es el único protagonista del tablero estratégico, lo cual modifica los equilibrios de poder al interior del gobierno.


Este nuevo escenario plantea interrogantes acerca de la gobernabilidad del gabinete. Las internas prolongadas pueden convertirse en factor de debilidad política si desvían la atención de la gestión. Aun en un gobierno con mayoría parlamentaria o amplio apoyo popular, el desgaste interno puede impactar en la implementación de políticas, la comunicación pública y el ritmo de decisiones. La victoria de Karina Milei se inscribe en este marco: un triunfo interno que ahora obliga a gestionar también el frente político-institucional.

Además, resulta clave la manera en que el presidente Javier Milei deberá equilibrar estas dinámicas. Frente a una secretaria general fortalecida y a un asesor con menor margen de maniobra, el mandatario se enfrenta al desafío de mantener la unidad de su gabinete sin sacrificar su estilo de conducción. El riesgo está en que los conflictos internos cobren mayor visibilidad y pasen de disputas tácticas a crisis de coordinación.

Finalmente, esta victoria libertaria de Karina Milei no solo es simbólica sino funcional: indica que el bloque libertario gana terreno en la estructura ejecutiva y que las disputas que parecían cerradas siguen abiertas. En este sentido, la campaña ya no terminó con un resultado logrado, sino que ingresa en una fase más compleja: la consolidación del poder interno, la gestión de los egos, y la lectura de que ganar por dentro es tan decisivo como gobernar por fuera.

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