La Argentina está atravesando un período de hegemonía política por parte del gobierno de La Libertad Avanza, y eso significa que la oposición, no tiene la capacidad de confrontarlo ya que, en base al poder de decisión del Triángulo de Hierro, éste logra mantener la iniciativa más allá de sus objetivos y métodos cuestionables.
Esto replica el esquema de las grandes corporaciones o grupos oligárquicos de nuestro país, que coordinan –entre pocos- con cierta facilidad las políticas para continuar favoreciéndose en el corto plazo y tienen en el gobierno nacional un aplicado ejecutor de sus decisiones, sobre todo en la figura de Federico Sturzenegger y su cruzada mesiánica anti Estado y la irresponsabilidad reincidente de Luis Caputo para volver a endeudar la Argentina, sabedor que a la hora de hacer frente a la misma, ya no estará en el sillón de las decisiones sino cómodamente instalado del otro lado del mostrador.
El presidente Javier Milei conduce con su estilo a una corte de bufones de dudosa impronta que intentan ponerle un tinte de seriedad a una propuesta económica y política sin proyección, a una batalla cultural (sic) que interesa a pocos en términos de ciudadanía, e involucrando al país con decisiones internacionales que mezclan el show y los premios de baja monta, con una postura oficial en organismos internacionales y declaraciones inútiles que nos alejan de los movimientos dominantes por estos días en el planeta. Dos aliados y 191 países ignorados, en un mundo multipolar. Insólito.
La oposición en su laberinto
La confirmación de la condena a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, generó un veranito festivo en las calles al que ahora se le adhiere el frío climático de esta época. A pesar de la multitudinaria marcha –no tan federal, principalmente del AMBA-, las muestras (y la voluntad) de unidad desatadas hacia el interior del movimiento no tuvieron la contundencia ni la imaginación que el momento político requiere. Y es lógico que una decisión no influya sobre la otra.
La opinión de muchos expertos dan cuenta que son cuestionables las pruebas condenatorias de la causa Vialidad, también algunas cuestiones de saña en las condiciones como la tobillera electrónica para una figura tan connotada y siempre ajustada a derecho, y también son naturales las muestras de cariño, solidaridad y hasta de amor de sus seguidores en su casa.
Pero ello no quita de escena, ni puede ocultar las diferencias políticas y metodológicas que habitan el universo del pan peronismo en su tránsito hacia el futuro cercano, un espacio político que tiene su máximo referente en la actual Presidenta del Partido Justicialista pero con fuertes matices por dentro del kirchnerismo y con diferencias aún más importantes por fuera del mismo. Ese colectivo debe asumir la realidad de no ser una opción atractiva para las mayorías nacionales en estas elecciones tanto locales como nacionales este año. Faltan ideas, generosidad y trabajo.
Desde los sectores más ligados a la expresidenta, hay una apuesta electoral casi excluyente a la decadencia de la calidad de vida y de esperanza de la ciudadanía, de clase media y media baja, y la que se auto percibe como tal a pesar de sus magros ingresos, y que votó en el 2023 al actual Presidente.
El menú de tres pasos incluye la autocrítica de los principales dirigentes por lo actuado deficientemente en épocas de Alberto Fernández, la discusión interna y amplia que permita generar un proyecto político alternativo concreto a la altura de estos tiempos, que se base en la doctrina peronista de desarrollo e inclusión, pero que atienda la realidad actual y social de la Argentina y sea amigable para la franja de independientes que no son ni peronistas ni antiperonistas. Por último, la unidad es una condición indispensable para no seguir retrocediendo, pero a su vez no garantiza ningún avance en el imaginario colectivo, sobre todo si dicha “unidad” solo contiene a los responsables del último fracaso y al primer anillo de eyectados con fuertes vinculaciones con los mismos. Ese grupo lo integran Juan Grabois desde el Frente Patria Grande y Guillermo Moreno con su nueva estructura de Principios y Valores. Tampoco aporta escénicamente la vuelta al redil de los movimientos sociales como el Evita de Emilio Pérsico, no ayudan a conformar la foto del campeón que la argentinidad está esperando.
Cómo viven los argentinos
Milei tiene una imagen positiva o aceptable hoy de algo menos del 50 por ciento de la gente. Durante este año y medio el gobierno siempre estuvo entre el 40 y el 50 por ciento. Según datos recogidos por distintos encuestadores, un 20 por ciento de los argentinos vive siempre muy bien con cualquier gobierno. Están más allá del bien y del mal. Esto incluye a quiénes pertenecen al sistema financiero, a las grandes corporaciones de comercio electrónico y a las tecnológicas en general, a las telecomunicaciones, al sector petrolero y minero y sus ganancias extraordinarias y al sector del agro siempre quejoso. Otros beneficiados de este momento son los organizadores de eventos artísticos masivos (mucho ingreso en pesos y se pasan al dólar barato luego) y sectores profesionales como abogados u otros VIP en rubros ligados a la salud, a la energía o a al marketing digital, entre otros conforman esta elite de casi 8 millones de argentinos. El 98 % de ellos votará a Milei, solo algunos idealistas con cuestionamientos a las formas y a la institucionalidad no lo hacen. El resto está firme allí, oficialistas de profesión. Como los banqueros, nunca pierden.
Al otro 30 por ciento que aún mantiene esperanzas acerca de la viabilidad de este “modelo”, es al que la oposición tiene que mirar. Hartos de experiencias anteriores frustrantes, ellos siguen apostando –mientras puedan- a una salida honrosa, posible, digna. Este trayecto hasta “la tierra prometida”, lo recorren en el mejor de los casos quemando sus pocos ahorros quiénes lo poseen, reventando mensualmente tarjetas de créditos o pidiendo préstamos para la supervivencia alimentaria y de gastos fijos, no para autos de alta gama o departamentos a estrenar. Consultados estos sectores por la posibilidad que evalúan que tendrán para cancelar estas nuevas obligaciones contraídas, el 60% cree que no lo logrará. Pero, así y todo, están para bancar hasta que no aguanten más. Raro, pero real.
¿Si se van, adónde van?
El gran problema para la oposición, sea cual sea el espacio, y hablamos centralmente del peronismo por su peso específico, porque sacó 44% de los votos en el ballotage y porque dentro de la nada misma, es quién conserva un piso de votos y de apoyo importante, aunque no sea alternativa en ésta puja hoy.
Parece bastante improbable que los argentinos que votaron a Milei, sin conocer sus aptitudes ni programa, con tal de castigar al peronismo primero y al resto de la dirigencia política en segundo plano, vuelvan a confiar en ellos dos años después si sucediera que la gestión actual defeccionara.
Si la opción adoptada en San José 1111 es Máximo Kirchner por ejemplo, para la tercer sección electoral de la Provincia, es posible que asistamos a una derrota histórica del pero-kirchnerismo en la Provincia de Buenos Aires. Nada personal, pero eso significará una imposición de La Cámpora, con CFK respaldando a su hijo por sobre el conjunto. Y eso, aunque se lo “fumara” Axel Kiciloff -con su proyección política hoy seriamente dañada- sería un golpe letal para su gobierno. Ir separados, obviamente significaría una derrota segura de las partes enfrentadas ante LLA, más allá de sus acuerdos o no con el PRO. Otras variantes como la dupla Schiaretti y Manes o un mini Cambiemos (plan Emilio Monzó) tendrán que ser punzantes en sus propuestas si quieren romper esta polarización casi inevitable. La avenida del medio no tiene chance si pretende arriar al electorado hacia allí. Distinto es si se plantan como tercera opción, pero con la intensidad que el momento requiere y combaten con atractiva visibilidad en las propuestas. Difícil.
Sergio Massa es otro que está en el límite. Por ser el último candidato derrotado, por estos días deshoja la margarita acerca de su futuro inmediato. No parece la mejor idea, pero no abundan los recambios en esa fuerza. Y menos los que unen y no expulsan. Un turno más podría ser adecuado para él, pero no hay 27 sin 25. Veremos.
Conclusión
La oposición peronista (y aliados) tiene dos tareas urgentes e imprescindibles, a la hora de presentar oferta electoral. Decirnos a todos para qué quieren volver, qué es lo que harían si esto sucediera y quiénes llevarían adelante ese proceso, presentar a los nuevos líderes además de los de siempre.
Hay ciclos acabados, ideas perimidas, geografías políticas incompletas, prácticas irrepetibles, y lo más importante, faltan soluciones para detener este desastre.