Caputo, entre el ajuste y el Congreso: el FMI exige equilibrio si hay más gasto

Caputo, entre el ajuste y el Congreso: el FMI exige equilibrio si hay más gasto

El ministro de Economía deberá profundizar el recorte fiscal si prosperan leyes que comprometen las metas del acuerdo.


El ministro de Economía, Luis Caputo enfrenta una nueva tensión en el tablero económico: si el Congreso aprueba proyectos que aumentan el gasto público, el Gobierno deberá aplicar un ajuste adicional para cumplir con las metas pactadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Así lo advirtió el organismo en su última revisión técnica, en la que reiteró que cualquier desvío fiscal deberá ser compensado con medidas concretas.

El escenario se complica en medio del debate por la Ley Ómnibus y el paquete fiscal, que incluyen iniciativas con impacto presupuestario. Aunque el oficialismo busca avanzar con reformas estructurales, el FMI dejó en claro que no hay margen para relajar el equilibrio fiscal. “El compromiso con el ancla fiscal debe mantenerse”, señalaron desde el organismo.

Caputo, que ha sido el arquitecto del ajuste desde el inicio de la gestión de Javier Milei, deberá decidir si endurece aún más el recorte o negocia con el Congreso para moderar el impacto de las leyes en discusión. La presión del Fondo se suma a la expectativa por el dato de inflación de agosto, que podría reflejar el efecto de las últimas medidas cambiarias.

El FMI también expresó preocupación por la sostenibilidad del marco monetario y cambiario, especialmente ante la volatilidad del dólar y la persistencia de la inflación. En ese contexto, cualquier señal de desvío fiscal podría afectar la estabilidad financiera y complicar el acceso a desembolsos futuros.

Desde el Ministerio de Economía aseguran que se mantendrá el compromiso con el acuerdo, pero reconocen que el escenario político exige flexibilidad. “Si el Congreso aprueba leyes que aumentan el gasto, habrá que ajustar por otro lado”, deslizó una fuente cercana a Caputo, en alusión a posibles recortes en otras áreas.

La tensión entre las metas del FMI y las demandas internas configura un dilema complejo para el ministro, que deberá equilibrar la ortodoxia fiscal con la necesidad de sostener la gobernabilidad. En ese tablero, cada voto en el Congreso puede redefinir el rumbo económico del Gobierno.

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