El Instituto i-Ciudad realizó un pormenorizado análisis de la situación económica de CABA donde explica que el programa económico implementado a partir de diciembre de 2023 por el gobierno nacional tuvo un fuerte impacto en la actividad económica durante 2024. La devaluación de nuestra moneda y la fuerte contracción del gasto público del orden de casi 5 puntos del PIB profundizaron la crisis en una economía que ya venía deteriorada.
Como resultado, el PIB se redujo 1,7%, con una contracción del consumo público y privado de 4,1%. En particular en la Ciudad de Buenos Aires (CABA), la actividad económica tuvo una caída superior a la nacional alcanzando el 4,8%, producto de las características del ajuste fiscal, monetario y la devaluación de diciembre del 2023 que impactaron de lleno en las características estructurales de esta jurisdicción.
Por citar uno de los ejemplos más importantes para la dinámica económica porteña, el ajuste fiscal a jubilados y pensionados, que alcanzó los 40 billones de pesos de gasto en ese rubro el Gobierno Nacional (en valores de enero 2025) 16% menos que en 2023 y 32,5% menos que en el período 2018-2019, impacta en más de 600.000 porteños y porteñas, casi el 20% de la población que vive y consume en la Ciudad.
El impacto del recorte no sólo se ve en las planillas del Ministerio de Economía de la Nación, sino también en los ingresos reales de esta población que se derrama al comercio de bienes de primera necesidad, pero también en bienes industriales finales de consumo masivo (textiles, muebles, electrodomésticos, etc).
También se puede mencionar el recorte a los subsidios a las tarifas de servicios públicos que afectaron especialmente a los porteños o el retorno del impuesto sobre los altos ingresos. Cómo la política nacional de austeridad fiscal impactó en la CABA se analiza con más detalle en esta columna de opinión.
El impacto de la crisis en la CABA
Reflejo de esto es el deterioro del empleo que sufrió la CABA: Según datos del SIPA, durante 2024, 6.800 personas en promedio perdieron su empleo registrado (-0,5%). La destrucción del empleo porteño no parece repuntar tampoco los últimos meses: entre diciembre de 2024 y enero de 2025 en la CABA se perdieron 5.302 puestos formales de trabajo en el sector privado y desde que asumió Milei 18.106.
De acuerdo a los datos del IDECBA, esta pérdida se distribuyó principalmente en la industria manufacturera que redujó el nivel de asalariados formales en -2,2% y en la construcción -7,6%.
Otro indicador que se puede observar para seguir de cerca las consecuencias de la dinámica recesiva es la evolución de la recaudación y base imponible del impuesto a los Ingresos Brutos. Este tributo se paga en virtud de la capacidad económica demostrada por el ejercicio de una actividad económica, ya que se aplica un porcentaje sobre la facturación de la actividad gravada durante el período fiscal.
Por su alcance y periodicidad, el análisis de su base imponible permite obtener un panorama sobre el desempeño de los distintos sectores de la economía, identificando cuáles han sido más afectados por la crisis y cuáles han logrado sostenerse en este contexto.
En 2024 la recaudación del impuesto se redujo 18,6% interanual en términos reales, como consecuencia de una caída en la base imponible del 23% i.a. en términos reales.
Esta contracción estuvo explicada en un 93% por solo cinco sectores, reflejando el impacto desigual de la recesión.
Principalmente las actividades de “Intermediación financiera y servicios de seguro” redujeron su base imponible un 47% interanual y explica más de dos tercios de la merma total. Esto se debe principalmente a los cambios en la política monetaria del gobierno nacional que eliminó los pasivos remunerados y perjudicó las operaciones de la banca minorista y mayorista.
Es importante aclarar que la base imponible de esta actividad es compleja de explicar. Cuando en otras se debe al dinamismo propio de la actividad, el sector financiero es más complejo. Por ejemplo: un incremento de la actividad del sector bancario puede ser bueno porque se dinamiza el mercado de crédito y eso motoriza la actividad, o puede ser un fenómeno monetario y de adquisición de títulos públicos.
En este caso, el anterior Jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, desde el año 2021 impuso una alícuota a las LELIQs para obtener una recaudación rápida y fácil luego del conflicto con el Gobierno Nacional por la quita de la Coparticipación Federal. Con los cambios de la política monetaria iniciada por el ministro de economía Luis Caputo, los pasivos remunerados del BCRA -alcanzados por Ingresos Brutos- fueron reemplazados por deuda del tesoro nacional, no alcanzada por dicho impuesto. En consecuencia, la base imponible se redujo considerablemente para el Gobierno de la Ciudad, al margen de la dinámica de la actividad bancaria de retail o corporativo.
El sector “Comercio al por mayor y al por menor; reparación de vehículos automotores y motocicletas” explica el 14% de la caída y tuvo una reducción del mismo porcentaje en su base imponible, afectado por la merma del consumo.
Diversos indicadores que seguimos en el Tablero Fiscal de manera mensual y en el de Actividad Económica, indicaron durante todo el 2024 que la caída en el consumo fue muy importante y todavía no se termina de recuperar.
La “Industria manufacturera” representa un 11% del descenso, con una contracción del -19% interanual, apalancado por la menor producción y consumo de actividades como impresión de diarios y revistas, confección de textiles, fabricación de vehículos e industrias básicas.
La “Construcción” explica el 3% de la caída con una caída del 23% i.a.
Explicando el 4% de la caída, aparecen “Actividades administrativas y servicios de apoyo” que cayeron 17% i.a.
A contramano de la tendencia general, las únicas actividades que tuvieron un crecimiento de su base imponible fueron “Suministro de electricidad, gas, vapor y aire acondicionado” (+34% i.a.), “Suministro de agua, cloacas, gestión de residuos, recuperación de materiales y saneamiento público” (+20% i.a.), “Salud humana y servicios sociales” (+1% i.a.). Este crecimiento puede ser objeto de los incrementos de tarifa en los servicios públicos autorizados por el gobierno nacional y de la ciudad.
Según el Reporte de Tarifas y Subsidios del IIEP de la UBA, el Servicio de Agua para un hogar promedio del AMBA pasó de costar $6.677 en diciembre del 2023 a alcanzar los $28.785 mensualmente (331% de aumento). De la misma manera la energía eléctrica pasó de $11.112 a $40.905 (268% de aumento) en un año.
Según indica el Instituto i-Ciudad, los datos analizados reflejan el fuerte impacto de la crisis económica en la CABA con una contracción significativa en sectores clave como el financiero, el comercio y la industria manufacturera. La caída del consumo y la reducción de la actividad productiva fueron determinantes en esta dinámica, en un contexto de ajuste fiscal y menor liquidez.
Esta dinámica de la actividad económica porteña no es nueva. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires atraviesa un estancamiento económico producto de años de abandono de su potencial productivo, profundizado bajo la gestión de Jorge Macri. Entre 2012 y 2023, la CABA fue una de las pocas jurisdicciones del país que registró una caída en su producción provincial, con un retroceso del 4,6% según datos de CEPAL y Argendata de FUNDAR.
Dicho estancamiento es producto de una falta de modelo de desarrollo productivo y la nula inversión en nuevos sectores productivos o la mejora de los existentes, generó que en la post pandemia seamos de las últimas jurisdicciones en recuperar los puestos de trabajo en el sector privado formal.
Otro reflejo del estancamiento es el sector exportador, que en 2005 contaba con cerca de 1.000 empresas, se redujo drásticamente a menos de 300 en los últimos años, según registros de Aduana.
A pesar de contar con una capacidad recaudatoria excepcional — en 2024, la Ciudad recaudó casi $2,2 millones per cápita, más de tres veces la media nacional y cuatro veces superior a la Provincia de Buenos Aires, liderando en impuestos como Ingresos Brutos, Inmobiliario y Sellos (elaboración propia en base a MECON) — los recursos no se traducen en desarrollo.
Incluso, gracias al superávit fiscal del 2022 y 2023, el Gobierno de la Ciudad acumuló U$S 350 millones en un Fondo Anticíclico, pero en 2024, en plena crisis, no supo cómo ni en qué invertirlos.
La gestión porteña también subutiliza herramientas clave como el Banco Ciudad, que podría ser un motor para el desarrollo productivo, pero carece de líneas efectivas de apoyo a productores y emprendedores. Por su parte, el Ministerio de Desarrollo Económico está prácticamente desmantelado: sin inversión en Ciencia y Tecnología que ajustó el gasto un 60% en términos reales en 2024 en Industria y Comercio y distintos ministros -además de meses de vacancia en el puesto- que no lograron generar políticas exitosas. Este panorama evidencia una Ciudad estancada, desaprovechando su enorme potencial económico y productivo por una administración que no está a la altura de los desafíos.
De cara al futuro, el desempeño económico de la CABA dependerá de múltiples factores, en gran medida de la evolución de la actividad económica, en particular del consumo. Además, es necesario evaluar modificaciones en la política tributaria para amortiguar el impacto de la recesión sobre el entramado productivo.