Terminados los festejos por la victoriadel último domingo, las rayitas que denotan ceños fruncidos comenzaron a aparecer en los seguidores del jefe porteño. Es que hay preocupación por cómo quedará conformada la nueva Legislatura de la Ciudad.
La meta es clara: que Mauricio Macri sea presidente en 2011 y que el PRO (ya sea en manos de Michetti o de Diego Santilli, que sale muy fortalecido de su gestión legislativa) retenga la jefatura de Gobierno. Sin embargo, quedan dos años de gestión y necesitan que la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires acompañe en ese lapso al Poder Ejecutivo en la sanciónde leyes que consideran fundamentales y que necesitan 40 votos para su aprobación.
Esto será algo muy difícil de lograr cuando los aliados históricos se esfumen en diciembre y, entre los diputados que quedan y los que vienen, el PRO no logre cerrar esa cifra. Hoy la principal batalla interna en el PRO pasa por quién ocupará el lugar de Diego Santilli en la vicepresidencia primera de la Legislatura y será el relevo inmediato de Mauricio Macri en la jefatura de la Ciudad. Es la persona que deberá ser capaz de llegar a losacuerdos necesarios para que el futuro recinto, tan opositor, y un propio bloque no tan compacto acuerden cuando se lo necesite.
Una dupla que supo controlar al cuerpo y que ya venía de gestión anterior es la que conformaron Diego Santilli y Juan Manuel Olmos, desde sus respectivos espacios, constiuyéndose ambos en la síntesis final de los acuerdos. Ellos en diciembre ya no estarán, al igual que Alejandro Rabinovich la rueda de auxilio permanente del "sistema".
Poselecciones, el grueso de los porotos se los anotó el actual presidente de la comisión de Presupuesto, Álvaro González. Su principal contendiente, Martín Borrelli, fue jefe de campaña de Gabriela Michetti y con los resultados del domingo ?Michetti no ganó por el margen esperado? perdió bastante apoyo dentro de la estructura. A cinco meses de diciembre, Borrelli quedó más cerca de la presidencia del bloque PRO que de la vicepresidencia primera de la Legislatura. El actual presidente de la bancada oficialista, Oscar Moscariello, también sigue en carrera por la sucesión de Santilli aunque también podria conservar su cargo. Otra situación, y que preocupa sobremanera a los PRO, es la llegada del experimentado bloque Proyecto Sur y la inexperiencia reinante en sus propias entrañas. ?Los que entran a nuestro bloque no sólo son principiantes,
peor aún, son principistas y no se quieren quemar con nada?, reconocen los macristas, puertas adentro.
Los que entraron de la mano de Pino Solanas se sumarán al aceitado Martín Hourest y serán nueve en total. Conformarán la segunda fuerza parlamentaria y ocuparán la vicepresidencia segunda de la Casa, además de seguir al PRO en el poder de la Ciudad. En la alegría de la victoria, ese grupo aparece sin fisuras. Sin embargo, los más escépticos recuerdan la fallida experiencia de una anterior ?sorpresa electoral?, el zamorismo, que dilapidó su fuerza a costa de divisiones internas.
En lo que toca a los K, el futuro negro llegó y todavía no pueden reaccionar del golpe del domingo. Es difícil que puedan sostener la unidad de su bloque, que a partir de diciembre debería ser de siete legisladores.
Lo más probable es que Diego Kravetz (más cerca de Ruanova) y Juan Cabandié (quizás con Tito Nenna) terminen disputándose el poder de un reino muy chiquito, que tampoco le será fiel sin importar nada. Los peronistas Mateo Romeo y Silvina Pedreira, ambos del PJ están expectantes pero apartados notablemente del Frente para la Victoria. La legisladora electa María José Lubertino, ya se sabe, hará rancho aparte.
Por el lado de la Coalición Cívica, dos ya comenzaron a correrse antes de entrar: los radicales Rubén Campos y Claudio Presman, que miran con ganas la idea de armar un bloque propio, aunque trabajando en conjunto con el Acuerdo Social. ?Si leen bien lo que sucedió el domingo, deberían quedarse lo más unidos posible al Acuerdo?, arriesgan desde las alas de Lilita, casi en tono de amenaza.
Los ibarristas de Diálogo por la Ciudad, aunque golpeados por la indiferencia de la gente, no resienten su poder en la Legislatura ya que incorporan a su estructura a María Elena Naddeo y vuelven a sumar cinco integrantes, lo mismo que tenían antes de que Gonzalo Ruanova armara su bloque propio. Apartado del clamor popular, Aníbal Ibarra intentará levantar su perfil pidiendo una comisión legislativa para sí.
En el arco de la izquierda un partido se va y otro hace enroque de representantes. Autodeterminación y Libertad, de Luis Zamora, no pudo retener la banca en la que se sienta Gerardo Romagnoli. En tanto, por un convenio eleccionario previo, Patricia Walsh, de Nueva Izquierda, dejaría en manos de Marcelo Parrilli (MST) su lugar por los dos años que le restan de mandato.
En ese panorama tan cierto como incierto es que los legisladores de hoy piensan en la Legislatura del mañana. Algunos con más alegría que otros. Si no pregúntenle a Martín Hourest, que de ser Robinson Crusoe pasará a ser Jack en la isla de Lost.
El artículo 136 del Reglamento de la Legislatura de la Ciudad establece que la designación de integrantes y autoridades de las comisiones de asesoramiento permanente ?debe hacerse, en lo posible, respetando la proporción en que los sectores políticos están representados y la diversidad de género?. El Parlamento porteño cuenta con 23 comisiones y dos juntas, lo que da un total de 25 espacios de ?trabajo-poder-cargos extras? para repartir, sin contar, por supuesto, a las autoridades máximas de la casa, las cuales corresponden a las tres principales fuerzas.
A partir del 10 de diciembre, si todo saliera como las elecciones la vicepresidencia primera seguirá en manos del bloque PRO, que a pesar de perder un diputado conserva la primera minoría con 26 legisladores; Proyecto Sur será la segunda minoría y podrá ocupar la vicepresidencia segunda desplazando al Frente para la Victoria, y con un bloque de 8 integrantes, el Acuerdo Cívico y Social mantendrá la vicepresidencia tercera.
UN CLÁSICO: EL PODER Y SUS ASPIRANTES
Por Angie Carnevali
Nuevas reglas de poder
El reparto histórico de las 25 porciones de ese poder es de una presidencia de comisión o junta por cada dos legisladores de un mismo bloque. En 2007, el PRO, con 28 legisladores, obtuvo 14 presidencias, el FpV con 12 integrantes encabezó 6 comisiones, Diálogo por Buenos Aires conquistó dos presidencias con un bloque de 5, y tras las rupturas y alejamientos, la Coalición Cívica mantuvo dos presidencias y una se le asignó
al bloque Autonomía con Igualdad.
Siguiendo esta línea, se podría especular con la siguiente conformación en la futura Legislatura: 13 presidencias para el PRO, cuatro para Proyecto Sur y cuatro para el Acuerdo Cívico y Social. Las otras tres presidencias se repartirían entre Diálogo por la Ciudad y el Frente para la Victoria y sus posibles desprendimientos.
La costumbre en política no siempre es norma, pero nada indica que en esta oportunidad ésta no se respete. En todas las fuerzas se acostumbra ?pagar? con la presidencia de una comisión a los legisladores más antiguos, a los que mejor trabajaron en campaña y a los que cuentan con un importante padrino. En el numeroso bloque macrista, definir el reparto será complicado. Mucho más sencillo será para las fuerzas minoritarias. Martín Hourest, el único referente de Proyecto Sur en la antigua Legislatura, recibirá seguramente un premio. Basteiro, cabeza de lista, también tendrá su presidencia, lo mismo que María América González, en este caso, para mantener el cupo femenino. Los espacios para repartir son
generosos pero nunca alcanzará para conformar a todos.