Bullrich marca diferencias: “Orden y reformas, no insultos”

Bullrich marca diferencias: “Orden y reformas, no insultos”

La candidata a senadora por CABA pidió abandonar la campaña de agravios.


Patricia Bullrich volvió a marcar la cancha en el debate político. La ministra de Seguridad y candidata a senadora porteña reclamó este miércoles que el Gobierno abandone los agravios y se concentre en ofrecer soluciones concretas a la crisis.

“Defender el orden económico con ideas y no con insultos”, lanzó, en un mensaje que apuntó tanto al oficialismo como a la oposición.

Bullrich criticó con dureza los proyectos legislativos que buscan ampliar gastos sin respaldo presupuestario. Según dijo, esas iniciativas “alimentan la inflación y profundizan el déficit”. Para la funcionaria, es momento de “razón y responsabilidad” en el Congreso.

También pidió que la agenda política se ordene alrededor de las reformas laborales, fiscales e impositivas, y no de “propuestas demagógicas. El Gobierno debe defender a rajatablas el proyecto económico, el de orden y el de simplificación de la vida de la gente”, sostuvo.

La ministra no esquivó el tema de las protestas en la calle. Respaldó el derecho a manifestarse, pero advirtió que el kirchnerismo busca “hegemonizar la protesta” y desestabilizar al Ejecutivo. En ese marco, defendió la necesidad de preservar el orden público y garantizar el funcionamiento de las instituciones.

De cara a las elecciones de octubre, Bullrich volvió a insistir en la importancia de la unidad entre La Libertad Avanza, el Pro y otros espacios aliados. “Fragmentarnos es darle aire al kirchnerismo”, advirtió.

Críticas al desorden y la demagogia

Bullrich sostuvo que muchas iniciativas legislativas que implican incrementos en gastos (como jubilaciones u otras partidas sociales) se aprueban de manera “irresponsable” y sin respaldo presupuestario, lo que termina generando más inflación y desequilibrio fiscal. Señaló que ese tipo de decisiones atentan contra la estabilidad económica.

Además, criticó el uso del insulto como herramienta política, argumentando que “se tapaban con malos modales cuando lo que había que resaltar eran las ideas”. Para Bullrich, el lenguaje agrio y los ataques personales entorpecen la posibilidad de construir consenso y confianza en políticas necesarias a largo plazo.

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