Nacida el dos de octubre de 2011, este movimiento es una red humana que camina contra la desidia. Empezaron como un grupo de amigos que quería ayudar a la gente en situación de calle y se organizaron para llevar un plato de comida caliente a quienes dormían en las veredas. Desde 2020 se formalizaron como asociación civil, pero llevan 14 años de trabajo ininterrumpido en la Ciudad de Buenos Aires. Hoy no sólo ayudan a gente que está en situación de calle, sino también a muchos que no llegan a fin de mes.
Sostienen recorridas nocturnas de domingo a viernes (el sábado es el único día de descanso operativo), entre las 20:00 y las 6:30 de la mañana. En autos cargados de comida, ropa, abrigo, infusiones, kits de higiene y voluntad, visitan a más de 1200 personas por semana.
En un país donde el INDEC informó que al cierre de 2024 el 38,1% de la población era pobre y el 8,2% vivía en la indigencia, organizaciones como éstas no solo alimentan, también deben contener, escuchar y resistir. “Solo los sábados descansamos de las recorridas, pero nunca del trabajo”, aclaró Mónica De Russis, directora ejecutiva de la organización.
Porque además del frente nocturno, Amigos en el Camino también sostiene otros dos programas fundamentales: la Oficina de Trabajo Social, un espacio clave para quienes están en situación de calle o en riesgo de estarlo, que se encarga de permitir el acceso a derechos básicos y el acompañamiento prolongado y constante. Allí trabajan con foco en la educación, la salud y la cultura del trabajo, que son sus tres banderas principales. Y, por otro lado, también funciona La Merienda de los Sueños, un espacio de contención y acompañamiento para mujeres con niños que han logrado salir de la situación de calle.
El hambre no espera, el frío tampoco
Amigos en el Camino se sostiene exclusivamente con el aporte de personas que, con compromiso y confianza, donan, ayudan y se acercan con lo que pueden. Sin banderas políticas ni frentes religiosos. Personas que sólo responden a un principio: nadie debería pasar hambre.
Pero, en estos días, incluso ese gesto se vuelve cada vez más difícil de sostener. “Hay una avalancha de gente que no está en situación de calle, pero que cuando nos ve con un táper en la mano se acerca a pedir comida”, cuenta Mónica, “porque quizás esa es su única comida del día. Gente que te dice, tengo casa, tengo laburo, pero no llego. O pago expensas, o pago los medicamentos, o como”, lamenta.
Esa realidad tiene su correlato en números: en febrero de 2025, una familia tipo necesitó $1.057.923 para no ser considerada pobre. La Canasta Básica Total subió 11,9% en ese mes, y acumula un 303,2% de aumento interanual. En paralelo, el 36,7% de la población económicamente activa trabajaba en la informalidad, sin derechos ni estabilidad.
Cuando la calle dejó de ser un destino excepcional para convertirse en una amenaza real y cotidiana, es cuando hay que pensar en qué está sucediendo. Una línea que cada vez más personas pisan. “Desde que estoy, nunca vi que bajara el número de personas en situación de calle. Siempre va en aumento, pero últimamente más”, confesó De Russis.
Detrás de cada guiso caliente, de cada frazada, de cada par de zapatillas que reparten, hay una decisión política. Estar donde el Estado no está. Sostener aquello con lo que el Estado no cumple como derecho básico.
La ley 3706 de la Ciudad de Buenos Aires existe. Sobre el papel, garantiza derechos a personas en situación de calle y en riesgo de estarlo. Pero entre la tinta y el hecho hay un largo estrecho.
Campaña Solidaria El Otro Frío: reciclaje, reinserción y abrigo
Uno de los proyectos más innovadores en los que participa Amigos en el Camino es la campaña El Otro Frío, impulsada por el Consejo Publicitario Argentino. Esta organización es una iniciativa de triple impacto: colabora en lo ambiental, porque reutiliza sachets de leche para convertirlos en mantas aislantes; en lo social, porque esas mantas protegen del frío, la lluvia y el viento a personas en situación de calle y al mismo tiempo es inclusiva, porque la producción de las mantas se realiza en penales, con personas privadas de su libertad.
¿Cómo funciona este sistema tripartito? Los sachets son recolectados durante el año por personas voluntarias, limpiados, secados y guardados. Luego, durante la campaña (que se lanza entre junio y julio de cada año), se habilitan puntos de entrega y una empresa de logística se encarga de recolectarlos. Después, organizaciones como Espartanos, Los Vikingos y Justicia Restaurativa los transforman en mantas en talleres ubicados dentro de unidades penales. Finalmente, Amigos en el Camino y Caminos Solidarios Argentina los distribuyen entre quienes más los necesitan.
Qué necesitan hoy
La organización sigue funcionando en su espacio de la calle Valentín Gómez 3332, en Balvanera, a metros del Abasto. Y necesitan cosas concretas: frazadas, mantas, guantes, ropa cómoda para varones, zapatillas. También kits de higiene, artículos de limpieza, alimentos. Y cualquier aporte económico, tanto puntual como a través de una suscripción mensual. Se puede colaborar a través del alias donar.amigos.mp o escribirles por Instagram para coordinar ayuda directa. Las campañas están activas todo el año.
Las redes sociales son su principal canal de difusión: se los puede seguir en Instagram como @amigosenelcamino, colaborar con donaciones a través del alias, acercar una donación personalmente a Valentín Gómez 3332 , CABA, de lunes a viernes de 17 a 21 o compartir esta nota, porque difundiendo también se cuida.
El trabajo de Amigos en el Camino es un acto de resistencia. Un ejercicio constante de humanidad. Pero también una denuncia sostenida, que crece con abrigo entregado, con cada persona escuchada, con cada noche sin descanso hasta que muchos estómagos argentinos hayan podido gozar de, al menos, un plato de comida.
Frente a un Estado que se retira, que recorta, que niega, ellos accionan. Frente a la indiferencia, ellos abrazan. Y mientras el frío arrecia, mientras la pobreza muerde, mientras la calle traga, hay un grupo de personas que no se va, que se queda y que camina con su lucha al hombro para darles una mano a quienes más la necesitan.