El economista Federico González Rouco, de la consultora Empiria, advirtió que las cuotas de tarjetas de crédito están acaparando el 19 % del presupuesto familiar en Argentina, uno de los niveles más altos históricos del indicador. Aunque el ingreso disponible creció 0,9 % en mayo frente a abril y registró un avance interanual del 9,5 %, aún permanece un 9 % por debajo del nivel de noviembre de 2023
En paralelo, la morosidad crediticia continúa su escalada: el índice alcanzó un 4,2 %, el más alto de los últimos ocho años . Además, el Banco Central reportó que la deuda en mora total del sector privado alcanzó 3,7 % en abril, con un pico de 4,6 % en préstamos personales y 3,2 % en tarjetas de crédito —récord de los últimos veinte meses.
Este escenario pone tensión sobre el equilibrio financiero de los hogares, que dependen cada vez más del crédito para cubrir gastos básicos, recurren a ahorros o refinancian deudas recurrentemente. Históricamente, alrededor del 30 % de las familias usan ahorros para afrontar gastos corrientes, cifra que en pandemia llegó al 38 % y actualmente se mantiene cerca del 36 %.
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Un estudio de la consultora privada Empiria revela que la mora en tarjetas de crédito alcanzó su punto máximo desde la pandemia y representa el 19% del presupuesto familiar.
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— infobae (@infobae) August 5, 2025
González Rouco sostuvo que alcanzar estos niveles históricos no implica necesariamente una peor situación futura, pero sí devuelve al país a contextos críticos del pasado. En su análisis, la clave para mejorar pasa por reducir la inflación de manera sostenida, ya que solo así los ingresos reales comienzan a recuperarse y la carga financiera se modera.
Por su parte, directivos bancarios y consultores económicos coincidieron en que el crecimiento del crédito al consumo —sumado a tasas de interés aún elevadas— está generando un aumento lógico de la mora. Aunque no lo consideran un fenómeno catastrófico, lo siguen de cerca como factor de riesgo para la demanda y la actividad económica.
En síntesis, un 19 % del presupuesto familiar comprometido en pagos de cuotas, morosidad en ascenso y salarios reales que no alcanzan a reponerse sitúan a los hogares argentinos en un contexto de fragilidad financiera estructural, donde el crédito se vuelve cada vez más central como herramienta de supervivencia y menos como opción de consumo.