Alberto encendió los motores del Gobierno, rumbo a octubre

Alberto encendió los motores del Gobierno, rumbo a octubre

Opinión.


E l presidente Alberto Fernández captó la necesidad de imponer la agenda política en este año electoral, luego de sufrir las consecuencias de la pandemia que aún lastima al mundo durante su primer año de gobierno. Fue precisamente a partir de este tema y de la llegada de la vacuna Sputnik V que el gobierno empezó a enhebrar algunos aciertos que llevaron a generar cierta tranquilidad en la población acerca de la problemática del virus.

Y, tras la vacuna rusa, que completará esta semana más de un millón de dosis, se fueron confirmando los contratos con otros laboratorios que inyectan cierto aire a la campaña de vacunación en este año calendario, que llevaría a que toda la población crítica esté inoculada en el primer semestre del año.

La Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) fue otra de las jugadas fuertes del Presidente sobre fines del pasado año, más allá de que el país esté bastante dividido al respecto. El haber enviado el proyecto desde el Poder Ejecutivo, haberlo sostenido contra viento y marea y celebrado luego en las gradas del Congreso por las primeras espadas del Gobierno -como la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra-, le dio un bonus track a la movida.

Mientras la pandemia sigue generando sus consecuencias en el plano sanitario y en el económico, Alberto comprendió que en un año electoral era necesario empezar a ajustar las clavijas de un escenario económico social que ya venía complicado cuando asumió y que la COVID 19 terminó de hacerlo crítico. A pura emisión monetaria, en una nación que no tiene acceso al crédito externo, el gobierno surfeó con relativo éxito la ola de no explotar el déficit fiscal mientras se ayudaba con distintos programas, como el IFE o el ATP, a importantes sectores del trabajo, con el fin de morigerar la caída económica y laboral que se produjo el pasado año.

Ahora, a la espera del acuerdo que se viene elaborando en silencio con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que seguramente estirará los vencimientos más allá del 2023, el gobierno tomó cartas puertas adentro con todos los sectores que mueven y generan el PBI de nuestro país. Y de ese modo, este miércoles pasaron por la Casa Rosada todas las expresiones de la dirigencia del trabajo, todas las centrales obreras que existen en Argentina, que se reunieron con Santiago Cafiero, Cecilia Todesca, Martin Guzmán, Matías Kulfas y Claudio Moroni. La resultante de dicho cónclave fue que el Gobierno no les pondrá techo a las paritarias que se avecinan y que los salarios deberían crecer y quedar levemente por encima de la inflación en este 2021.

La iniciativa de la Rosada continuó con la reunión con la Mesa de Enlace, quizás el sector más enfrentado al gobierno en esta etapa y tuvo efectos positivos para ambas partes, ya que no solo alejó el fantasma de un conflicto abierto y rápido, al ratificar el Gobierno que no aumentará retenciones mientras el sector revise su responsabilidad en la cadena de valor y los precios, algo que preocupa mucho, ya que son muchos los actores que lo distorsionan y es difícil contener a todos en una sola política.

Los integrantes del gabinete que llevaron adelante la charla fueron el ministro de Agricultura, Luis Basterra, el canciller Felipe Solá y el secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia, Gustavo Béliz y de algún modo quedó desactivado un frente inmediato de conflicto tras las duras declaraciones presidenciales.

El 2021 es fundamental para todos, con o sin PASO en agosto y Alberto quiere obtener un triunfo en octubre que lo termine de legitimar como el hombre fuerte de la coalición oficialista y de ese modo lo proyecte sin escalas ni rivales hacia adelante.

 

Este jueves será el turno de los industriales y allí Béliz reflotará la idea del Consejo Económico y Social con el que alguna vez tentaron a Roberto Lavagna, hoy el dirigente más cercano a los capitanes que asistirán a la reunión. La baja de Ganancias, un anuncio sorpresivo del gobierno hace unos días rebotó en todas las mesas de diálogo y fue bien recibido por todos los sectores involucrados.

Alberto instruyó durante enero a sus funcionarios más cercanos y, sobre todo, a los del área económica y social, para que prepararan una batería de medidas y de reuniones con todos los ámbitos productivos y de generación de divisas y empleo del país y supervisó, con su habitual obsesividad, cada uno de los movimientos de los sectores y de los funcionarios que son contrapartes de los mismos.

El presidente quiere llegar con el país más ordenado a las elecciones, a la espera de un rebote económico y que éste se pueda notar en el bolsillo de la mayoría de los argentinos. Si la pandemia no le juega otra mala pasada en este semestre, el gobierno habrá confirmado haber retomado con fuerza la iniciativa política, mientras que la oposición, que perdió protagonismo, ahora discute sólo para adentro de qué modo sale de la crisis en la que quedó inmersa, al no  encontrar las respuestas para la coyuntura.

Sólo Horacio Rodríguez Larreta en la Ciudad y con algunas salidas al interior mantiene la velocidad crucero de quien ya se sabe candidato, regulando el esfuerzo. El 2021 es fundamental para todos, con o sin PASO en agosto y Alberto quiere obtener un triunfo en octubre que lo termine de legitimar como el hombre fuerte de la coalición oficialista y de ese modo lo proyecte sin escalas ni rivales hacia adelante.

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