Durante más de tres décadas, la esquina de Cabildo y La Pampa fue sinónimo de un punto de encuentro emblemático en el corazón de Belgrano. La confitería Manhattan, reconocida por su imponente cúpula de acero, una réplica del edificio Chrysler de Nueva York, cerró definitivamente sus puertas y el local está en alquiler.
Desde entonces, el local permaneció tapiado y en silencio, hasta que en los últimos días se confirmó que el inmueble está en alquiler. La noticia reavivó la preocupación de los vecinos por el destino de una de las esquinas más reconocibles del barrio.
El cierre del Manhattan Club Grand Café fue recibido con tristeza por parte de los vecinos y habitúes, ya que muchos admitieron que se trataba de “la crónica de una muerte anunciada”. Desde hacía años, el histórico local enfrentaba dificultades para sostener su actividad, en medio de la crisis económica, la competencia creciente y los altos costos de mantenimiento y alquiler.
Según relataron vecinos y exempleados, el establecimiento había pasado a ser gestionado por una cooperativa de trabajadores luego de que sus dueños originales se retiraran. Ese intento de autogestión permitió que Manhattan continuara funcionando durante algunos años más, pero las condiciones del mercado y los cambios en los hábitos de consumo fueron minando la rentabilidad del negocio.
La aparición, en la última década, de cafeterías de especialidad y locales gastronómicos más modernos en la zona de Belgrano y sobre la propia avenida Cabildo, restó clientela a un espacio que durante mucho tiempo fue sinónimo de desayunos tradicionales, meriendas en familia y cenas de ocasión.
“Manhattan era un clásico de aquellos tiempos, que sin lugar a duda quedó abandonado y en el olvido. Era chica y pasábamos por ahí, me llamaba la atención esa fachada y la cantidad de gente que siempre había a toda hora en las noches, iluminado y moderno. Hoy me da mucha tristeza”, dijo una vecina.
Meses atrás, los vidrios del frente aparecieron cubiertos con papel y el interior quedó vacío. Desde entonces, el local se mantuvo cerrado y sin actividad visible. Hace pocas semanas, vecinos advirtieron que las aberturas habían sido tapiadas, lo que generó inquietud sobre una posible demolición del edificio.
Al pasar por la tradicional esquina, los vecinos comentaban su anhelo de que el lugar no fuera demolido para dejar lugar a la construcción de una torre de departamentos y expresaban el deseo de que en el lugar vuelva a funcionar una confitería o restaurante, conservando la identidad que caracterizó durante décadas a esa esquina de Belgrano.
“Ojalá que no le pase una topadora y no lo destruyan para levantar un edificio, sino que lo preserven, porque es un ícono del barrio”, dijo Marta, una vecina de hace más de 50 años de la zona. Otro residente de Belgrano reconoció que la confitería “estaba agonizado hace tiempo”.
Mientras, José, un vecino habitué de la confitería hasta poco antes de su cierre, remarcó que “la cúpula ya quedó como parte de la identidad de Belgrano, esperemos que la conserven, porque fue una pieza de avanzada para la época”.
Finalmente, en los primeros días de noviembre, la postal cambió una vez más: sobre los tapiales apareció el cartel de una inmobiliaria, que confirmaba que el espacio estaba en alquiler.
Hasta el momento, trascendieron algunos detalles sobre el futuro del inmueble. Algunas versiones periodísticas dieron por seguro que el inmueble iba a ser demolido, lo que contemplaba, obviamente, el retiro de la tradicional cúpula de acero inoxidable, anticipando un importante operativo a tal fin.
Sin embargo, en diálogo con Noticias Urbanas, representantes de la inmobiliaria que comercializa el alquiler indicaron que no tienen información relacionada con una demolición de la estructura ni con el desmonte de la cúpula.
Señalaron, a su vez, que recibieron algunas consultas por el inmueble, pero “ninguna avanzó” hasta la primera semana de noviembre. Precisaron que la oferta inmobiliaria para el alquiler no restringe a los interesados a que sea para destinarlo al rubro gastronómico, sino que está abierto a distintas alternativas para su explotación comercial.
La confitería que se identificó con la década del 90
Bajo el diseño del estudio de arquitectura Kicherer & Bardach, Manhattan Club Grand Café abrió sus puertas a comienzos de los años 90, en el local donde antes funcionaba la confitería La Salamanca.
Desde entonces, se consolidó como un clásico: un punto de encuentro para vecinos, estudiantes y oficinistas que encontraban allí un espacio amplio, con estética de bar tradicional y una vista privilegiada sobre la avenida Cabildo.
Pero también, la cúpula, visible desde lejos, se transformó en un símbolo arquitectónico que distinguía al edificio entre el tránsito y las luces del barrio. Emulaba, a menor escala, al edificio Chrysler de Nueva York, un rascacielos de 319 metros que está por cumplir 100 años.
El edificio, a su vez, fue también testimonio de una época de fuerte influencia cultural y económica de Estados Unidos sobre la Argentina, durante la presidencia de Carlos Menem.
La apertura de Manhattan coincidió con la efervescencia consumista de los años noventa y con una estética que replicaba el brillo y la iconografía norteamericana. Su cúpula, inspirada en el edificio de Nueva York, se volvió una referencia directa a ese clima de época y con el paso del tiempo quedó asociada en el imaginario urbano con el esplendor menemista y la dolarización.
El cierre de Manhattan se suma a una lista cada vez más extensa de bares y confiterías tradicionales de Buenos Aires que no lograron sobrevivir al contexto adverso. En Belgrano, vecinos y asociaciones barriales lamentan la pérdida de estos espacios, que consideran parte del patrimonio afectivo del barrio.
Por ahora, la icónica cúpula continúa en pie, mientras que el interior del local permanece vacío. La expectativa vecinal es que no se pierda la fisonomía del edificio y que el espacio vuelva a cobrar vida, con una propuesta comercial que mantenga su espíritu original.
