Como buen amante del rock nacional, Raúl Villarreal podría tararear desde su encierro la estrofa de la fundacional canción de Los Gatos, La Balsa, en donde Lito Nebbia afirma que está muy solo y triste en este mundo abandonado. En realidad, para hacer honor a la verdad, esa frase le pertenece al tristemente célebre Tanguito. La letra cuaja a la perfección porque el juez de la causa Cromañón, Julio Lucini, decidió dictar la prisión preventiva de la mano derecha del gerenciador del boliche trágico y a eso le sumó un embargo de más de 57 millones de pesos.
La defensa que encabeza Albino Stafanuolo, abogado del hombre acusado de manejar la seguridad de Cromañón, siempre trató de correr de ese lugar a su defendido. "Yo me dedico a las relaciones públicas", afirmaba Villarreal, pocos días antes de ser detenido.
Sin embargo, en la justicia se presentaron los testimonios de los integrantes de dos bandas de rock, La 25 y Jóvenes Pordioseros, quienes le aseguraron al magistrado que Villarreal era el encargado de la seguridad del boliche. Eso motivó que el fiscal Juan Manuel Sansone pidiera que Villarreal fuera procesado por homicidio simple, una pena que contempla entre 8 y 25 años de prisión. Algo distinto de lo que exigió para el manager de callejeros, Diego Argañaraz, y su jefe de seguridad, Lorenzo Bussi. Para ellos pidió el procesamiento por homicidio doloso, pena que contempla sentencias que van de los 5 meses a los 6 años. Si el juez le hace caso al pedido, los detenidos podrían quedar en libertad.
Con lo decidido por Lucini se complica aún más la situación de Omar Chabán, el gerenciador de Cromañón, ya que Villarreal era su mano derecha y recibía órdenes directas del primer detenido en la causa.



