Los crímenes contra mujeres y niñas enmarcados en hechos de violencia de género no detienen su crecimiento. En el año 2009 se registraron en el país 231 femicidios, 260 en 2010 y 282 en 2011. En la Ciudad de Buenos Aires, entre enero y octubre pasado, se registraron 11 casos de mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas. La incineración se convirtió en una metodología trágicamente célebre y repudiablemente imitada tras la difusión del asesinato protagonizado por el baterista de Callejeros, llegando a convertirse en la cuarta causa de muerte por violencia de género.
Golpes disfrazados de caídas fatales, disparos que se intentan confundir con robos a mano armada o accidentes domésticos por manipulación de armas (blancas y de fuego), y hasta denuncias por mujeres extraviadas realizadas por sus propios victimarios para ocultar un asesinato porque ?se les fue la mano? son otros formatos usados para encubrir la violencia doméstica en su extremo. Si bien la mayoría de estos casos tienen a la mujer como víctima fatal, el último año también se contabilizaron más de 20 asesinatos a menores que, o por ser testigos del ataque contra su madre o por intentar evitarlo, también perdieron la vida en manos de un hombre de la familia. El incremento en el número de casos fatales de mujeres y niños víctimas de una relación familiar violenta preocupa, y frente al hecho consumado surge la pregunta ¿podría haberse evitado? La respuesta es tan contundente como las estadísticas. Sí.
La muerte es el último eslabón de una cadena de actos violentos a la que se ven sometidas, en la mayoría de los casos por años, las víctimas de violencia doméstica; cortando los primeros eslabones ?los primeros maltratos y sometimientos? se rompería la cadena, evitando que una crisis por celos concluya en un caso policial de difusión mediática.
En este corte, la Justicia juega un papel vital; la política y la
sociedad, también. ?Tradicionalmente los casos de violencia doméstica eran desoídos, sobre todos los tipificados en amenazas u hostigamiento, la violencia que no deja marca. Esta violencia era siempre silenciada por el agresor, y también por la víctima, porque culturalmente la mujer siempre estuvo condicionada a soportar estas agresiones. Pero también estuvo silenciada por el Estado ya que nunca se investigaban en la Justicia estos casos, porque son hechos complicados de probar,
porque generalmente solo se cuentan con los dichos de la víctima y sin testigos. Estos casos eran archivados por toda la Justicia, se consideraba que era un dicho contra dicho, y al no haber prueba no se investigaban. Durante años nadie hacía
nada, decían que el problema se debía resolver puertas adentro, la Iglesia, la policía, las familias, todos contribuyeron a que la mujer por años fuera violentada?, comentó a NU la fiscal especial en Violencia Doméstica en la Ciudad, Genoveva Cardiali.
?La violencia doméstica está descripta en la ley nacional contra la Violencia contra la Mujer y en la Convención Interamericana Belem Do Pará ?el único tratado internacional específico en la materia? que no es nuevo sino del 94, pero que se incorporó a la Constitución Nacional recién a fines del año pasado. Este tratado establece como derecho humano la vida libre de violencia para todas las mujeres, y también explica que la violencia contra la mujer incluye la violencia física, sexual y psicológica, que tenga lugar dentro de la familia o en cualquier otra relación interpersonal, ya sea que el agresor comparta o haya compartido el mismo domicilio. A partir de esta definición, el fiscal general de la Ciudad, Germán Garavano, instruyó a los fiscales para que investiguen los casos conforme a esta perspectiva de género, y en ese marco creó un equipo especializado e interdisciplinario, la Fiscalía Especializada en Violencia Doméstica?, explicó la funcionaria judicial, remarcando que su función es armar un caso lo suficientemente fuerte y convincente como para convencer a los jueces y lograr una condena que ayude a romper con el ciclo de violencia.
En el año 2010, 2.800 víctimas de violencia doméstica presentaron denuncias ante la Oficina de Asistencia a la Víctima y el Testigo del Ministerio Público Fiscal (MPF) porteño. Hasta octubre de 2011, 5.942 casos se iniciaron en la dependencia
del MPF de la Ciudad en el marco de hechos denunciados por víctimas de violencia familiar, y un número similar de casos se atendieron en la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte, por lo que el universo de casos denunciados el año último supera los 12 mil solo en el territorio delimitado por la General Paz. Para 2012, la Justicia porteña vislumbra un crecimiento en el número de casos aun mayor. Si bien el número de causas
llevadas a juicio y con condena es muchísimo menor a los casos denunciados, ya se han logrado varios fallos en los juzgados Penales, Contravencionales y de Faltas de la Ciudad que sientan precedente, como la condena de dos años de prisión efectiva por violación de domicilio y daño para un hombre que hostigaba a su expareja y a su hijo de tres años, y la condena a la pena de prisión en suspenso a un hombre que amenazó de muerte a su concubina, obligándolo a abstenerse de relacionarse o contactarse con la víctima y su grupo familiar por cualquier medio, circunstancia o lugar, y asistir a un programa para hombres violentos.
?La fiscalía especializada lo que hace es investigar estos casos teniendo en cuenta que la mujer está sometida al ciclo de la violencia: acumulación de tensión por parte del agresor, estallido de violencia y, después, la luna de miel tras la súplica de perdón que la mujer acepta. Pero siempre vuelve la violencia y con mayor fuerza. Las denuncias en comisaría son superescuetas; ?me dijo que me iba a matar si no tenía relaciones sexuales? o ?me pegó un cachetazo?, por ejemplo. Esta fiscalía, con varias entrevistas y el trabajo del equipo de psicólogos, lo que hace es investigar toda la historia de violencia de la mujer y eso es lo que se lleva a juicio. Denuncias previas archivadas, testigos, mensajes en el celular, todo esto es prueba de que nunca se investigó y que no es
un momento de ofuscación ni un hecho aislado, como sostienen
los argumentos típicos de la defensa. Muchas veces las mujeres denuncian después de que se separan porque antes tienen terror. Otras veces las víctimas, en el ciclo luna de miel, desisten de la denuncia, pero la fiscalía sigue investigando el caso?, describió Cardinali.
En la actualidad los casos de violencia doméstica representan el 15 por ciento de los casos impulsados por el MPF de la Ciudad; de estos casos el 80 por ciento se vincula con comportamientos delictivos (amenazas en más del 90 por ciento, daños e incumplimiento de deberes familiares) y el 20 por ciento a conductas contravencionales (hostigamiento, maltrato, intimidación e incluso ruidos molestos). Balvanera
es el barrio con mayor concentración de denuncias por amenazas, y las más frecuentes son: ?te voy a sacar los
chicos, voy a dejarte inválida, no te voy a pasar un peso, te voy a matar, y si hacés la denuncia mato a toda tu familia?. En el 90 por ciento de los casos las víctimas son mujeres, y una de cada cinco es de nacionalidad extranjera.
?Hay también denuncias de travestis, y un ocho por ciento de hombres, pero la mayoría de estos casos son en contrapartida por una denuncia hecha por una mujer. ?Me rasguñó?, dicen, pero ocultan que fue porque le había pegado. Las mujeres maltratadas son una piltrafa, muy vulnerables, y los hombres maltratadores regios, impecables. La mujer se cree que el hombre la puede tratar mal porque no hizo bien la comida o porque no cumple su papel de mujer como se le exige culturalmente. Los hombres no quieren perder el control de la mujer, aun cuando ya están separados. Muchas veces, al imputarle los hechos al hombre, notamos que no se daba cuenta de que lo que había hecho es un delito y que está penado: creen que romperle el celular a su mujer, porque él se lo compró, es algo que está permitido, o que gritarle agresivamente e insultarla no es maltrato?, resaltó la Fiscal.
El 82 por ciento de estas víctimas tiene entre 18 y 50 años de edad, un 66 por ciento posee niveles medios o superiores de educación, y el 75 por ciento trabaja bajo relación de dependencia, lo que demuestra que este tipo de violencia torna vulnerables tanto a jóvenes como a personas mayores, sin distinguir educación ni nivel económico.
?Es un mito que la violencia doméstica sea de clase social baja, tengo un caso de clase alta, de un barrio cerrado, donde el hombre dejaba a su mujer afuera de la casa en invierno en ropa interior si no hacía lo que le pedía. El marido era universitario?, ejemplificó la magistrada.
Y remarcó: ?La violencia tampoco es una cuestión de hombres enfermos, es una conducta adquirida. No es un enfermo, es un delincuente. La sociedad siempre reclama seguridad y clama por la condena del ladrón que atenta contra la propiedad, pero la sociedad jamás reclamó que los violentos vayan presos. Los estereotipos culturales perduran. La Justicia no está exenta, fue siempre machista. Por suerte la Corte dio el puntapié inicial pero hay muchas cabezas que cambiar todavía en la Justicia. La visión de género no es de machistas o feministas, sino de un cambio de toda la sociedad?.
Más allá del trabajo que la Justicia realice para lograr una condena o probation que ponga un freno al ciclo de la violencia, para romper realmente la cadena se requiere de medidas más profundas de apoyo a la víctima y de concientización de la sociedad.
?Estamos trabajando mucho desde el área de difusión, para que se conozca la línea de denuncia 0800 66 MUJER, y los recursos que hay en la Ciudad para ayudar a las víctimas de violencia?, destacó la ministra de Desarrollo Social porteña, Carolina Stanley. Resaltó que quien solicite ayuda ?va a encontrar contención psicológica, acompañamiento y asistencia jurídica, todo esto en el marco de los seis Centros Integrales de la Mujer, uno de los cuales (el ubicado en 24 de Noviembre 113) recibe denuncias y brinda asistencia las 24 horas?.
En el año 2011 el Ministerio de Desarrollo Social brindó asistencia integral a 3.902 mujeres, el 0800 atendió 11.806 llamados, y se alojó a 750 mujeres con sus hijos. ?Las denuncias han ido creciendo; tenemos 1.000 llamadas al mes.
Para casos de extrema violencia contamos con un refugio cuya dirección no se difunde para preservar a quienes tienen en riesgo su vida. También contamos con una casa de medio camino, un hogar para menores madres y un refugio para víctimas de trata?, detalló Stanley.
Si bien en la Ciudad ?no se cuenta con un subsidio específico para esta problemática?, la ministra remarcó que se ?trabaja articuladamente con los programas existentes? para brindar asistencia financiera, ayuda habitacional y ?todo lo que tenga que ver con la contención?.
?La legislación está, las herramientas para que las mujeres
se acerquen está, la condena social es algo que ayuda y para ello se debe seguir dando difusión y acompañando a las
mujeres para que se animen a denunciar y pedir ayuda?, concluyó Stanley.