Por ahora, la vicepresidencia primera de la Legislatura no es de nadie

Por ahora, la vicepresidencia primera de la Legislatura no es de nadie

Cuando la disputa en el seno de la alianza oficialista tomó de repente un sesgo rupturista, al no ponerse de acuerdo kirchneristas e ibarristas en cuanto a quién le corresponde la Vicepresidencia Primera de la Legislatura, la gente de Compromiso para el Cambio y sus aliados, que presenciaban los sucesos a la distancia, comenzaron a evaluar seriamente que había llegado su oportunidad de alzarse con el cargo que sus adversarios no lograron consensuar hasta ahora. De todos modos, para lograrlo deberían alcanzar un consenso del que también ellos carecen


Ibarra, que no quiere cederles a sus ahora incómodos aliados un lugar que él juzga imprescindible para alguien de su riñón político, giró su cabeza en el anochecer del lunes hacia su más acérrimo enemigo -Mauricio Macri- para ver si podía colocar como vicepresidenta primera de la Legislatura a Laura Moresi. Pero, al hacerlo, avivó también -riesgos del oficio político- la percepción en un sector del campamento macrista de que ese lugar podría caer en sus manos cuando casi habían renunciado a él.

De todos modos, la inesperada negociación entre ambos jefes partidarios continúa y antes del jueves se definirían las cosas. Ibarra, conciente de que no debe dar muestras de debilidad, quiere acelerar los tiempos para evitar que crezca una opción diferente, habida cuenta de que cualquier vicepresidente primero que sea elegido, lo será solamente si logra el consenso necesario.

Pero, más allá de las conversaciones en la cúpula, en la segunda línea de Compromiso para el Cambio comenzó a crecer la idea de no apoyar a la candidata del oficialismo y sí, en cambio, apostar a las posibilidades de alguno de sus miembros, aunque las opciones son -también entre ellos- un ente binario.

La llegada de un macrista a la Vicepresidencia Primera del Parlamento porteño sólo sería viable si estos dirigentes lograran, aunque más no fuera, un guiño de complicidad de Macri. De todos modos, para eso deberían lograr un consenso interno del que también carecen. En el escenario existen, por ahora, casi un empate técnoco entre Gabriela Michetti y Santiago de Estrada.

Para que esta opción se consolide, además, deberían producirse varios hechos simultáneos. Que las negociaciones en el seno de la Fuerza Porteña resultaran estériles. Que Ibarra consiguiera convencer a su reacio ex enemigo. Y, la más complicada, que Macri logre que sus hombres se alineen detrás de la candidatura de su protegida, Gabriela Michetti, o en su defecto, de Santiago de Estrada. Por fin, hay quienes se interrogan acerca de porqué Macri apoyaría a un hombre con el que las relaciones nunca fueron cordiales.

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