El macrismo es una bomba de tiempo

El macrismo es una bomba de tiempo

Por primera vez varios legisladores macristas reconocieron como una posibilidad muy cierta la fractura de su bloque. No como algo inminente. Pero algunos de los más experimentados apuestan a que el bloque quedará sensiblemente reducido en el transcurso del año. Las disputas por Código Contravencional, el manejo "empresarial" de Mauricio Macri, la omnipresencia de la Fundación Creer y Crecer, los retiros espirituales, los contratos, los cargos digitados desde arriba, la "vieja guardia" y el grupo "Festilindo". Un cóctel de 40 grados


No lo van a decir públicamente, pero lo reconocen en privado. Por primera vez, el fantasma de la disgregación sobrevuela las huestes de Compromiso para el Cambio. La convivencia se torna cada vez más difícil para los 23 diputados de las cuatro listas que apoyaron la candidatura de Mauricio Macri y son varios los factores que influyen para que, en el interior del bloque, se escuchen voces que se atrevan a apostar que, en el transcurso del año, éste quedará reducido a 14 ó 15 legisladores. Quizás sea una predicción demasiado pesimista. Pero nadie duda que en el corto plazo comenzará la dispersión.

En la primera reunión de bloque que se llevó a cabo tras el receso ya surgieron inconvenientes, cuando algunos legisladores protestaron por el poco tiempo que les daban para estudiar el proyecto de reforma del Código Contravencional, que redactó el equipo especializado en seguridad de la Fundación Creer y Crecer, comandado por Eugenio Burzaco. "Cuarenta y ocho horas para estudiarlo es una locura, así esto no va", sentenciaron. A lo que recibieron como respuesta: "Tuvieron más de cuatro meses para ponerse en tema. Desde agosto que venimos realizando reuniones en Chacabuco para estudiar la cuestión". Quienes argumentan esto último, consideran que la queja es, simplemente, una excusa esgrimida para sentar un precedente que justifique un eventual abandono al bloque. Igualmente, el conflicto medianamente se zanjó con el otorgamiento de algunos días más para analizar el proyecto. Les dieron tiempo hasta el 13 de febrero.

Más allá de esto, la Fundación Creer y Crecer no cuenta con la simpatía de buena parte de los legisladores macristas. No es para menos: la Fundación se quedó con el 30 por ciento de los contratos legislativos para poner a su gente. Como si esto fuera poco, Macri digitó casi la totalidad de los directores de las comisiones parlamentarias.

Las discusiones internas se extienden entre los legisladores "viejos" que renovaron bancas y los nuevos. Por lo bajo, los de la "vieja guardia" llaman "Festilindo" al grupo de diputados ultramacristas encabezados por Gabriela Michetti. Los otros coontratacan y dicen que no forman parte de la "corporación legislativa" y que vienen a hacer "una nueva política".

Pero la disputa no es sólo entre nuevos y viejos. Es también ideológica y se comenta que algunos legisladores andan con ganas de pasarse a las filas del kirchnerismo. Con más razón si Macri continúa en el camino de críticas al Gobierno nacional que esbozó semanas atrás desde Punta del Este. Las diferencias entre los sectores más progresistas y los más conservadores tendrá su primer round en la discusión de la reforma del Código Contravencional, en la que no todos están de acuerdo con la instalación de figuras como el "acecho y merodeo" o la prohibición de encender fuegos artificiales, por mencionar algunos puntos del proyecto de Burzaco.

Pero quizás lo que causa más irritación en los sectores con mayor tradición política es el estilo "empresarial" con el que Macri comanda a su partido. "Es sumamente verticalista. Se cree que esto es Socma. Macri y Rodríguez Larreta se reúnen con la mesa de conducción del bloque y le bajan línea, que después nos la transmiten", se fastidian. "No puedo creer que vengan con esas quejas. El que no esté de acuerdo con algo que tome su propia determinación y se banque las consecuencias", replica un cuadro del grupo "Festilindo".

Es que las diferencias metodológicas son muy grandes. Para muestra, basta recordar los "retiros espirituales" que organizó Macri para sus legisladores poco antes de que asumieran en sus funciones. Los juntaba y los ponía junto a un "coach" que hacía terapia de grupo y les realizaba preguntas como: "A usted, ¿qué le molesta y qué le gusta más de sus compañeros de bancada?" Demasiado para un dirigente territorial.

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