Un caos. Estas dos palabras resumen el estado con el que me encontré esta mañana la sede del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal en el último día de capacitación de las autoridades de mesa para las elecciones primarias del próximo domingo. La falta de previsión por parte de la Secretaría Electoral, y la cantidad de personas que asistieron, impidieron la normal circulación de peatones desafectados de la situación, y dio como resultado no sólo la suspensión de la jornada, sino también el enojo y el agolpe de miles de personas (incluida quien escribe) en la puerta de la sede ubicada en Avenida Corrientes al 1400.
Con tiempo suficiente para ingresar sin mayores inconvenientes al auditorio del establecimiento (con capacidad para 200 personas), nos comenzamos a congregar media hora antes de lo pautado. Cinco minutos antes de las 10, la vereda de la avenida estaba desbordaba y la fila daba vuelta la manzana. Los primeros posicionados -papel amarillo en mano (que oficiaba de ?vale? para pasar al salón de reuniones)-, aguardaban ser invitados a ingresar, mientras miraban atónitos la rapidez con que se multiplicaba la hilera de los que arribaban y que anticipaban lo que todos sabían pero no querían decir: poco espacio y mucha gente, jornada suspendida.
Pasada la primera media hora del horario establecido, una cantidad reducida de personas comenzó a entrar en el Colegio, y despertó una luz de esperanza para los miles que a esa altura no sabíamos si quedarnos o irnos. Los ánimos comenzaron a alterarse y las protestas a multiplicarse. Estaba claro: ni a las 10 ni a las 15 de un día de semana la mayoría de los convocados tenemos las posibilidades de ausentarnos de nuestro trabajo o dejar nuestros quehaceres diarios para concurrir una hora y media a una jornada informativa, que al igual que la de las elecciones porteñas, estaría- seguramente- cargada de preguntas obvias y sin fundamento que sólo demorarían a los que tuvieran los minutos contados.
Seguidamente, y como si regalaran caramelos, algunos personajes sin identificación clara, empezaron a repartir certificados para que los presentes (no es mi caso) presentaran en sus puestos de trabajo. Esta fue la clave para que minutos después dos personas se plantaran en el primer peldaño de la escalera que conducía al auditorio y ante el silencio de los que eran parte (y no) de lo que alguna vez había sido una fila, explicaran cuáles eran los pasos a seguir. En grupos de no más de diez personas debíamos dar el presente y dejar constancia de nuestra asistencia en una oficina montada con sólo dos personas a cargo.
Esta cronista -presidenta de mesa en la próxima elección- tuvo un poco de tino y con algunos movimientos corporales inteligentes, logró pasar entre las primeras 50 personas. Afuera quedaban muchos, muchos más con un mismo objetivo. Sin ser buena para los cálculos, presumo que a primera vista restaban dos horas de espera. Por un momento me alegré por ellos, esos ?pacientes? que como yo querían volverse con la tarea cumplida parecían ser pocos y su tolerancia más que seguro los llevaría al éxito. Pero no, ese era tan sólo el panorama puertas adentro. Bastó que saliera a la calle para ver que un sin número de individuos volvían a armar una hilera- más ordenada-, panorama que me resultó extraño. Parecían paracaidistas que habían llegado de improviso y que sin tener idea de lo que acababa de ocurrir, participaban de una actividad diferente a la que había reunido al resto. Lejos habían quedado el bullicio, los empujones y los insultos.
Uno de los representantes de la institución, con conocimiento sobre lo ocurrido en la jornada de este jueves, desligó en diálogo con Noticias Urbanas la responsabilidad del Colegio de Abogados al asegurar que el establecimiento presta sus instalaciones a la Secretaria Electoral para que realicen cursos de capacitación como éste, y aclaró que en ningún momento ?esperamos que se presentara esta cantidad de gente?.
En sintonía, informó que la capacidad de recepción de los tres salones dispuestos a tales fines no llega a las 500 personas. Más dramática resulta la situación si se tiene en cuenta que de las 22.000 personas convocadas para ser autoridades de mesa, hasta la fecha se presentaron 5.000. Si bien es cierto que las posibilidades de concurrencia fueron trece (once en la Facultad de Derecho de la UBA y dos en el Colegio Público de Abogados), la escasa chance de los individuos de ir en los horarios pautados (como se informó previamente) fue aún mayor.
El domingo será el momento de completar la historia. Que Dios, la Patria, o quien corresponda nos ayude a hacer frente a una situación que más de uno no controla, peor aún, no conoce. Las autoridades electorales ya están avisadas: el 23 y de ahora en más es necesaria una mejor organización. Si no resulta un pedido excesivo, en un sitio más adecuado: propongo un estadio, de especial preferencia, la Bombonera.