Dice que si lo cortan en cualquier parte del cuerpo, de él sólo saldría peronismo. Así se define políticamente Gabriel Fuks, presidente de los Cascos Blancos y dirigente con partido propio, Proyecto Popular, aliado K en el campo de la izquierda democrática. Claro que Fuks, funcionario nacional, se recorta como un aliado crítico, y no como un kirchnerista bobo, de esos que degluten y defienden el paquete completo del oficialismo. O quizá sea que las crisis vuelven a las fuerzas políticas, como a las personas, más humildes; con más ganas de ser honestas. En ese contexto, admite que en el kirchnerismo porteño están en tiempo reflexión: "Va a ser muy difícil que el kirchnerismo y que la imagen de Cristina se recuperen en la Ciudad, aunque no es imposible. Tenemos que pelear por tener un 30 o un 35 por ciento del electorado apelando a nuestros aliados y apostando a una opción local de centroizquierda que incluya al kirchnerismo. También hay que aprender a caminar con el viento en contra y saber pelear en minoría sin perder la vocación de mayoría; la política es así, sino es oportunismo puro".
-¿Y qué estrategia van a usar? Trate de comentarnos, por favor, algo verosímil.
-Sí, algo bien realista es la distancia que hay entre la imagen que los porteños tienen de Macri, que es bastante buena, y su gestión, donde las encuestas marcan que hay un 70 por ciento de porteños que evalúan entre malo, inexistente y regular el desempeño del jefe de gobierno.
-Entonces, según sus encuestas, los porteños valoran mucho más la figura de Macri que su gestión. Pero, ¿y eso qué tiene que ver con ustedes?
-Nosotros hemos encontrado que la gente tiene resistencias en las políticas que está llevando adelante Macri en varias áreas, como los hospitales o las escuelas, lo que ocurre es que eso se ha tapado, lógicamente, con el conflicto del campo. Nuestra tarea será marcar que Macri y quien ejecuta las políticas en la Ciudad son la misma persona.
-Bueno, chocolate por la noticia. Pero le voy a decir que, si es como usted dice, Macri está mucho mejor que Cristina porque, en su caso, la imagen y la gestión dan mal por igual en la ciudad. ¿Cree que la imagen de Cristina podrá recuperarse, después del conflicto con el campo?
-Va a ser difícil; honestamente, creo que muy difícil, pero no es imposible. Nosotros estamos en un momento de profunda reflexión y encuentro. Lo que hay que evitar es la dispersión que tuvimos en la elección pasada; tenemos que superar la fragmentación de los 17 partidos que apoyaron la candidatura de Filmus y alcanzar un acuerdo para ser una misma fuerza política, con elecciones internas, y funcionar como un frente, con algunos puntos básicos de acuerdo.
-¿Y al kirchnerismo lo van a diluir para que no se note?
-Para nada. Quienes crean eso no estarán en este espacio. Aspiramos a poder conectar con un 30 o un 35 por ciento del electorado en la Ciudad. Pero para eso hay que reamarse.
-¿Qué opinión tiene de los progresistas que no acompañaron la posición del oficialismo durante el conflicto con el campo? Claudio Lozano, por ejemplo, con quien comparte el campo de la centroizquierda y podría ser un candidato para el espacio del que habla.
-No, Lozano, lamentablemente, resultó ser un oportunista.
-Pero, Fuks, ¿no pudo simplemente pensar distinto sobre cómo se manejó el tema del agro? ¿O todo aquel que piensa distinto merece una descalificación?
-Claro que puede pensar distinto, pero no es eso lo que estoy diciendo. Lo que digo es que confundió el enemigo principal y lo que logró ese progresismo que no apoyó al oficialismo es que se clausure la discusión por la redistribución de la riqueza. Porque ahora se instaló la idea de que cada vez que que se quiera reabrir ese debate en Argentina se terminará en un caos. Cierta izquierda practica la teoría de Kerensky, que yo llamo la teoría de la emboscada.
-Pero, ¿eso no es un poco viejo? Kerensky es de principio del siglo pasado, estamos en 2008.
-Hay cierta izquierda que funciona así: prefiere limar a un gobierno popular, de centroizquierda, con el fin de llevar agua para su molino.
-¿Y cuál sería ese ‘enemigo principal’? ¿El campo?
-No; una serie de prejuicios que impiden hacer una redistribución de la riqueza y un modelo más justo, y que tradicionalmente se concentró en el sector del agro. No hay enemigos; para mí el único enemigo es el proyecto político de Macri. Finalmente, el sector progresista o la centroizquierda que no apoyó al oficialismo, con todas las falencias que tuvo al dar esta batalla, votó junto con la derecha peronista.
-¿Por qué? ¿Curto, Moyano o Díaz Bancalari ahora son partidarios de la reforma agraria?
-Más allá de su origen, muchos dirigentes del conurbano, intendentes del PJ, mostraron una lealtad política muy importante. Y sin obtener ningún rédito, más bien lo contrario. Su actitud habla bien de ellos.
-Hablemos de Alberto Fernández, que era un poco quien aglutinaba a los progres en la Ciudad, ¿qué harán sin él?
-Sin él, no, porque Alberto sigue estando. He estado con él hace algunos días y su idea es recomponer la relación con Néstor y Cristina.
-Pero supongo que no depende sólo de él, ¿qué pasa si no lo logra?
-Mirá, como yo nunca dependí del dedo de Alberto, puedo decir lo que voy a decir: él ha sido y es una figura muy importante en la construcción del kirchnerismo. Porque no es lo mismo haber estado en el armado que entrar cuando el paquete ya está armado. Deja un vacío que es muy difícil de llenar, no sé si imposible. Pero a la vez, su partida puede ayudar a democratizar el kirchnerismo. ¿En qué sentido? En la Legislatura, la relación con el macrismo y muchas decisiones importantes dependían de la articulación con Alberto. Y ahora, sin él, las cosas pueden hacerse más horizontalmente. A mí, más que Alberto, me preocupa si podremos recomponer los lazos sociales con los sectores que hemos perdido. Porque primero está la base social y después la construcción política. Y, por ahí, si logramos rearmar la base social, todo, incluso el reacomodamiento de Alberto, puede ser más fácil.



