De la sobria expectativa a la desilusión sin expresión

De la sobria expectativa a la desilusión sin expresión

La seriedad siempre fue un rasgo distintivo en Roberto Lavagna. Su búnker captó ese estilo. Idas y vueltas de un día largo que amagó con ser medianamente festivo pero en el que, finalmente, el candidato de UNA debió despertar de su sueño por la cruda realidad de los números.


Cuando cayó la noche, el pabellón 1 de Costa Salguero, lugar donde se ubicó el búnker del candidato por la Concertación UNA Roberto Lavagna, parecía oscuramente enclavado en el medio del complejo. Pocas luces afuera, sobriedad por dentro. Solamente ingresando al búnker se apreciaban luces de reflectores. El salón de campaña estaba desierto, con la sola compañía de las cámaras de TV. El salón de prensa estaba tranquilo. Un catering de sandwichs de jamón y queso (pebete y figacitas de jamón y queso) mantenían en los presentes una sonrisa ante los resultados. Fotógrafos iban y venían, mientras se esperaban anuncios que no llegaban.

Para las 20.30, Lavagna no se había hecho ver por el lugar. El vocero de UNA Alejandro Rodriguez ya había manifestado sus dudas respecto a la organización de los comicios denunciando la falta de boletas en distintos lugares.

20:45. Hay tres televisores que repiten las novedades de los canales de noticias con los guarismos que se manejan. La organización es digna de un evento: pulcra y sobria. La impronta de Lavagna se nota en estos detalles. Se aprecia una cantidad respetable de jóvenes seguidores de Lavagna haciendo las tareas de prensa y colaboración general para que todo salga bien.

Quince minutos mas tarde, el candidato a vicegobernador de Buenos Aires por Sociedad Justa, Carlos Brown, sale a decir que "van a ser prudentes con el recuento. No vamos a certificar datos de algún lugar porque nos vaya bien. Tenemos que esperar". Consultado respecto si se pueden considerar como tercera fuerza nacional, Brown sostiene que quieren "ser una fuerza política fuerte. No sé si somos tercera o segunda fuerza. La idea nuestra es seguir trabajando con fuerza tal como lo hemos hecho hasta este momento". Lo más osado que dice es que "uno hace análisis vinculados con la provincia de Buenos Aires y el padrón electoral, y es un poco difícil que Cristina llegue a los porcentajes que dice la televisión".

Muchos colegas se impacientan con la falta de noticias. Si bien la sala de prensa es un galpón enorme con facilidades para trabajar, el largo día de corridas comienza a notarse. Las cuatro PC destinadas a los periodistas son compartidas por los hombres y mujeres de prensa sin ningún inconveniente. De allí sale la información para todo el país. Las primeras novedades llegan a las 21.40. Rodriguez sale a hablar nuevamente. Hace hincapié en la prudencia y honestidad en que se maneja la coalición UNA en el manejo de datos. Dice que tiene una cifra de votos escrutados y no un boca de urna. Destaca la elección que están haciendo en Córdoba, donde UNA obtendría 33.4 % de los votos. A nivel nacional, UNA estaría segunda con 21.5 %. Se le pide a los fiscales del partido a que se queden hasta último momento y trabajen tranquilos. Como dicen por ahí, "todo puede suceder cuando menos se lo espera". Los Lavagna Boys (& Girls) se mueven con tranquilidad.

A las 22:10, comienza a sonar música electrónica por los parlantes. Es molesta ya que retumba y no deja escuchar bien lo que va a decir Cristina en los tres televisores de la sala de prensa. Se la mira a Cristina con cierta resignación mezclada con bronca y envidia. Se escucha de fondo un "como lo estás gozando…". Más aún cuando los muchachos K vociferan a voz en cuello por la TV "hay que saltar/hay que saltar/ que los gorilas/ no llegan al ballotage". ¡Volvió el término "gorila"! Cristina brinda un discurso breve en el que habla de unión entre los argentinos y llama a "los que nos votaron y los que no" Hace mención a trabajar "sin rencores ni odios". La música electrónica sigue sonando pero ya no molesta tanto por el acostumbramiento monótono que produce.

Al rato, comienzan a vislumbrarse varios movimientos en las salas. "Sale Lavagna". "¡Ojalá!". dice un colega de una radio que está cansado por la extensión de la jornada. Hay unas corridas. Lavagna sale rápido y sube al estrado. Habla. Mejor dicho, monologa. Admite (sin nombrarla) su derrota. Sus jóvenes y ruidosos seguidores gritan y aplauden en especial cuando Lavagna recuerda que "a las 18 horas nos daban terceros a 10% del segundo". Se ven segundos en la elección. Así como llega, se marcha a paso presuroso el candidato de UNA. Los periodistas lo siguen. Responde todo rápidamente sin detener su marcha. Y se va.

Al rato, casi las 23, aparece el candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires por la Unión Cívica Radical, Ricardo Alfonsín. El hijo del caudillo radical se muestra contento por la elección realizada y desliza sus críticas a quienes se fueron del partido al señalar que "mejoraron los resultados de cuando estaban ellos presentes".

De a poco los reflectores se van apagando, los periodistas se marchan a sus hogares o redacciones. Los rostros van cambiando. Sobre todo cuando a las 0.30, se comienza a apreciar que Lavagna desciende del segundo al tercer puesto. Como dijo Lavagna, "la elección ha terminado". And the dream is over.

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