Reservorios: Incluyen la evaluación de impacto ambiental en la licitación

Reservorios: Incluyen la evaluación de impacto ambiental en la licitación

Tras reiterados reclamos, el último llamado a licitación que publicó el Gobierno porteño para la construcción de obras destinadas a la prevención de inundaciones incluye entre las obligaciones de los contratistas la realización de una evaluación de impacto ambiental. El defensor adjunto del Pueblo de la Ciudad en materia ambiental, Antonio Brailovsky, consideró que la inclusión "les abre el juego a los ciudadanos comunes y a los procedimientos de la Ley 123 de Evaluación de Impacto Ambiental"


Dos semanas atrás, el Gobierno porteño realizó el último llamado a licitación para la construcción de obras hidráulicas destinadas a la prevención de inundaciones. Éstas incluyen la creación de reservorios pluviales, la red pluvial del barrio Ríver y la desembocadura del Arroyo Vega.

El anuncio no sólo significa el retome de las obras para combatir las inundaciones. Finalmente -y por primera vez- el Gobierno incluyó dentro de un llamado a licitación de este tipo un procedimiento de evaluación de impacto ambiental, algo que establecen las leyes vigentes y que era reclamado desde diversos sectores ambientalistas desde hace mucho tiempo.

Para el defensor del Pueblo adjunto de la Ciudad, Antonio Brailovsky, es "una alegría" que "el Gobierno de la Ciudad aceptara que sus obras deben someterse al procedimiento de evaluación de impacto ambiental". El defensor resaltó el "cambio de actitud" del Gobierno y consideró que lo importante es que la inclusión "le abre el juego a los ciudadanos comunes".

No obstante estas declaraciones, Brailovsky estimó que la inclusión de los estudios ambientales no se formuló "de la mejor manera posible", ya que "se tendría que haber evaluado primero el conjunto" de las tres obras y luego sí habría que plantear una evaluación "proyecto por proyecto".

Brailovsky fue uno de los pioneros en reclamar que el Gobierno incluyera la evaluación ambiental en los pliegos de la licitación de los reservorios. Incluso, en diciembre de 2001, el defensor se presentó ante la justicia junto con los abogados de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) para pedirle a ésta que ordenara la evaluación ambiental que marca la Ley 123.

"Allí se sucedieron las presiones, que incluyeron visitas amenazadoras en nuestras oficinas, injurias en los medios de comunicación y un pedido público de un funcionario (Abel Fatala) a la Legislatura para que me destituyera del cargo de defensor adjunto", recordó Brailovsky a NOTICIAS URBANAS.

El articulado del último llamado a licitación es claro en su redacción al afirmar que "será responsabilidad del contratista de cada uno de los grupos en que se ha subdividido la licitación efectuar el Estudio del Impacto Ambiental de la Obra durante su Etapa de Ejecución, elaborando además un ‘Manual Ambiental’ sobre la base de tales estudios". El pliego incluye también un listado de especificaciones con las cuales debe contar el citado Manual Ambiental.

Para el defensor adjunto, la inclusión de la evaluación de impacto ambiental "permite crear un ámbito de discusión en el que se expresen tanto los profesionales como los ciudadanos comunes acerca de las ventajas y peligros de estas obras. Esta vez, le están abriendo el juego al procedimiento de la Ley 123", remarcó.

ALEGRE, PERO EN CONTRA DE LOS RESERVORIOS

A pesar de la alegría sentida por la inclusión de los estudios de impacto ambiental en los pliegos licitatorios, Brailovsky calificó a los reservorios pluviales como "una obra que consideramos en el mejor de los casos inútil, y tal vez peligrosa".

Los reservorios son cilindros de hormigón de gran tamaño, con una profundidad promedio de 25 metros, pensados para acumular bajo tierra el agua que cae tras grandes lluvias. Se prevé construirlos con la técnica de muro colado, que les permitirá contener el agua y soportar las presiones de la tierra sin que -aseguran- se produzcan daños en su estructura. Sus paredes tienen un espesor que oscila entre los 50 y 150 centímetros. Pueden alcanzar hasta 35 metros de profundidad y tener un diámetro de entre 16 y 40 metros.

"Los reservorios parecen muy grandes a nivel obra, pero son muy pequeños al lado de un arroyo cuyo caudal va creciendo. No hay reservorio que aguante, por más que sea una obra grande, se llenan en segundos", adujo Brailovsky.

El defensor consideró además peligrosos a los reservorios si se fabrican sin tomar los recaudos necesarios. "Es una obra delicada; hay una cantidad de riesgos importantes", aseguró. Por ejemplo -ejemplificó-, las dificultades pueden saltar a la luz de existir errores de cálculo en la resistencia del suelo. "Al estar llenos los reservorios, el suelo podría ceder y provocar también un hundimientos en los edificios del lugar. O bien, el reservorio vacío, es decir, lleno de aire, podría, por acción de las napas freáticas, sufrir grandes presiones que lo empujarían hacia arriba", explicó Brailovsky.

El defensor porteño dijo haber consultado a un gran número de profesionales en la materia, quienes tampoco consideran a los reservorios como la mejor propuesta para combatir las crecidas de las inundaciones. "Es un tema que no tiene solución", concluyó Brailovsky.

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