Los hechos se sucedieron de manera rápida y para algunos conocedores de la política local generaron ciertos chispazos dentro del Gobierno nacional. El primer suceso ocurrió en la recorrida de campaña que el último sábado el candidato a diputado nacional por la Ciudad, Rafael Bielsa, realizó por el barrio de Mataderos. Supuestamente el canciller se habría comprometido con los máximos referentes del kirchnerismo capitalino, esto significa el jefe de Gabinete y titular del PJ porteño, Alberto Fernández, a no realizar declaraciones públicas, teniendo en cuenta el reciente dictamen de la Comisión Investigadora del caso Cromañón, pidiendo el juicio político del jefe de Gobierno de la Ciudad, Aníbal Ibarra. Funcionario al que Fernández defendió de cierta politización que vio en el proceder de los legisladores. Sin embargo, Bielsa dialogó con la prensa y manifestó que no le parecía que el dictamen fuera político. Sus palabras produjeron enojo.
El segundo hecho se llevó a cabo el martes por la tarde durante la conferencia de prensa que los familiares de las víctimas de Cromañón realizaron para avalar el dictamen legislativo, de la cual participaron políticos opositores a Ibarra y al Presidente Néstor Kirchner. Como el canciller está de viaje en Ecuador, a la conferencia concurrió su mujer, Andrea de Arza, hecho que enojó a más de un funcionario nacional.
Como contrapartida, el martes por la noche se produjo una charla entre Fernández y el secretario de Culto y jefe de la campaña de Bielsa, Guillermo Oliveri, en donde el Jefe de Gabinete le recriminó la presencia de la mujer del canciller en el evento.
Finalmente, el miércoles los rumores recorrieron los despachos oficiales y hasta se habló de que Bielsa renunciaría a la candidatura, idea que, por el momento, fue descartada. Sin embargo, cuando el jueves regrese a Buenos Aires es muy probable que se reúna con Fernández.
Desde el Gobierno a Bielsa se le critica su manera muy independiente de actuar sin consultar decisiones que involucran a todo el kirchnerismo porteño. Por otro lado, los más conspiradores creen que el canciller cuenta con un mínimo aval del Presidente Néstor Kirchner, para realizar este tipo de manifestaciones.