El plenario realizado en Vedra en la noche del lunes no pasará a la historia como uno de los grandes hitos de la corta historia del Frente Grande. Los tres oradores de la reunión fueron el secretario de Descentralización, Ariel Schifrin, el secretario general del partido, Juan Manuel Abal Medina (h) y Omar "el oso" Santa Cruz.
Sin Aníbal Ibarra, con muy pocos funcionarios -entre ellos, Lía María, Roberto Feletti y Marcelo Antuña- y ninguno de los actuales legisladores distritales ni nacionales del FG, el espacio parecía vaciado de capacidad resolutiva.
El oficialismo porteño viene intentando remontar la importante ventaja que le lleva Mauricio Macri en las encuestas y para eso baraja alianzas que van desde el kirchnerismo hasta el lilitismo -si pudiera las dos juntas mejor-, lucha palmo a palmo con los socialistas de Norberto La Porta para que bajen la fórmula pero no le resulta sencillo. A su vez, los radicales que viven su propio 11 de septiembre vuelven locos a todos aquéllos que les preguntan qué van a hacer y del PJ oficial -al que alguna vez el FG intentó seducir- Aníbal Ibarra cada vez está más distanciado a partir de sus gestos y declaraciones.
La mesa que resolverá este rompecabezas quedó clara que no será la que ayer se reunió en Vedra. Es en ese ámbito donde Schifrin intenta -más allá del poderío interno del Modejuso- ejercer su hegemonía, algo a lo que echará mano su jefe sólo si se le caen todos los platitos que por ahora mantiene girando.