La conformación del gabinete de Aníbal Ibarra dejó un gusto un tanto amargo en las filas kirchneristas. Si el descontento no era total era porque intuían que haber logrado una sola secretaría en el gobierno (para Héctor Capaccioli), le abría paso a Miguel "Pancho" Talento para la vicepresidencia primera de la Legislatura, algo que le habían hecho saber la pasada semana al confirmado jefe de Gabinete, Raúl Fernández.
La secretaría de Desarrollo Social para Rafael Romá (tal como adelantara en exclusiva NU) -supuestamente del ARI- también ayudó al desconcierto en filas pingüineras por lo que el humor desde los anuncios del lunes pasó a ser decicidamente malo. No hay que olvidar que Elisa Carrrió no pierde oportunidad de diferenciarse o criticar abiertamente al gobierno central y además había declarado que su fuerza no integraría el gobierno de Ibarra.
Pero mientras los acuerdos se tejían hasta ahora entre los aliados de la candidatura de Aníbal Ibarra -Fuerza Porteña, Partido de la Ciudad y PRD-, una nueva ecuación legislativa podría encumbrar a la dirigente Laura Moresi del Frentre Grande a la conducción política de Perú 130.
Para que esto sea posible -y lo mismo en el caso de Talento- los legisladores de estas tres tiras ibarristas necesitarían de algunos votos del macrismo, ya que los zamoristas de Autodeterminación y Libertad (AyL) no participan de las negociaciones y los de Bullrich no logran formar decisión sino completarla.
Es aquí donde empieza la pelea: el macrismo posee 23 escaños mientras el ibarrismo 21, por lo que la neutralidad de AyL obliga a las bancadas mayoritarias a llegar a algún punto de acuerdo para definir las autoridades de la casa. Ya no se puede hablar de pactos sino de acuerdos, en los cuales la subjetividad en ambos cuarteles está a la orden del día.
Las combinaciones que se manejan -entre las fracciones de los bloques- son innumerables como las versiones de pasillo. Hasta ayer a la noche Moresi parecía relegada en la puja pero, en una operación relámpago, pasó a estar un escalón por arriba de Talento, pudiendo ésta ser secundadada por Oscar Moscariello en la secretaría Administrativa. Todavía no jugó en este partido el mandamás kirchnerista del distrito, Alberto Fernández, quien deberá decidir entre la furia de su tropa y la buena relación que ha mantenido a lo largo de toda la negociación con su transitorio socio, Aníbal Ibarra.
El macrismo, dividido como nunca, mientras actúa espera esta definición sin descartar nunca que si le dejan el hueco -ayudado por rencores ajenos- quizás se quede con el premio mayor.