Tiene 41 años, es peronista y entrará a la Legislatura porteña como uno de los cinco legisladores electos por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), la agrupación capitalina del periodista Miguel Bonasso.
Para ubicarlo políticamente en el distrito, digamos que Ferreño es un hombre ligado al jefe de Gabinete nacional, Alberto Fernández, quien aspira a suceder a Aníbal Ibarra en el sillón del Gobierno de la Ciudad. Sin embargo, pesar de cultivar el estilo K, a la hora de definirse dice de sí mismo: "No soy transversal; soy frentista. No soy progresista, soy peronista, y no creo en la tercera vía sino en la tercera posición". Toda una definición en los tiempos de la transversalidad progresista.
Ferreño está estudiando actualmente derecho en la Universidad de Buenos Aires; está casado y tiene dos hijas. Jura que su despacho en la Legislatura será "a puertas abiertas, al más puro estilo K".
Se acercó a Fernández hace cinco años, cuando el ministro kirchnerista integraba una línea renovadora dentro del PJ de la Capital. Después, Fernández se alineó con Domingo Cavallo y Gustavo Beliz, pero Ferreño no participó de esa movida.
"Fui tres veces secretario general del PJ porteño, por eso digo que soy cómplice pero no responsable de la crisis del justicialismo en la Capital. Creo que es necesario y bueno que cada uno de nosotros haga su autocrítica", apuntó.
Adelanta que, cuando ocupe su banca en la Legislatura -es la primera vez que obtiene un cargo electivo- cumpirá una vieja promesa y trabajará "para los que no votan".
"Hace muchos años, a raíz de la internación de un familiar mío en un hospital, me tocó ver de cerca el tema de los enfermos mentales. Entonces prometí que si algún día llegaba a algún lugar de decisión me iba a dedicar al tema. Así que ahora voy a cumplir mi promesa". Seguridad y transporte, finalmente, son otras dos áreas que le interesan.
