"La voy a vetar porque en realidad es una ley que salió como una mera expresión de deseo", dijo el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Aníbal Ibarra, en alusión a la Ley Seca. Inmediatamente, el autor de la norma, el legislador porteño Fernando Caeiro (UCR), le reprochó: "No hace nada ni deja hacer: Ibarra no hizo nada para resolver la problemática del alcohol ni en los años en que era concejal, ni los que fue legislador ni ahora como jefe de Gobierno, y ahora dice que ésta es una mala ley".
Durante el tratamiento de la norma, luego de un intenso debate y de cuatro sesiones frustradas, Caeiro había propuesto suprimir el artículo en el cual se establecía un régimen de penalidades. Finalmente, la ley salió sin ese ítem y se basó en el Régimen de Faltas, artículo 6 bis de la Ordenanza 39.874, que indica que las infracciones que no tengan señalada una penalidad expresa, la Justicia Municipal de Faltas -ahora Unidad Controladora de Faltas- podrá sancionar al infractor con la pena de multa, clausura, inhabilitación o decomiso.
"Esta ley tuvo una fuerte oposición por parte de intereses económicos que, evidentemente, siguieron luego de su aprobación en el recinto", afirmó el legislador radical.
Por otra parte, el jefe de Gobierno dijo que está trabajando en la creación de un registro para habilitar determinados comercios que puedan expender alcohol y no otros, entre los que se ubicarían fundamentalmente kioscos y maxikioscos. En tanto, la iniciativa aprobada hace 20 días por la Legislatura prohíbe la venta de bebidas alcohólicas en todo el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires, en el horario comprendido entre las 23 y las 8 del día siguiente.