Pensar el control como una forma de oposición forma parte de una cultura política que hay que cambiar?, apunta el secretario general de la Asociación del Personal de los Organismos de Control (APOC), Hugo Quintana, secretario general de un gremio que agrupa al personal técnico y profesional que trabaja en los órganos de control nacionales. Apoc impulsó este año una iniciativa periodística que apunta a democratizar la compleja comunicación técnica que producen los deficitarios organismos de control argentinos ?salvo algunas excepciones- creando una página web, que traduce los tecnicismos de las auditorias a un lenguaje más llano. Así nació el auditor.info, Quintana y sus representados impulsan un portal informativo cuyo objeto son los dictámenes emitidos sobre los organismos de control nacional: ?Debemos cambiar el control estilo autopsia; es decir, los estudios después de los hechos, que no evitan nada. Debemos ir hacia una cultura de control concomitante, observando la marcha mientras se producen los hechos?.
-¿Y ese alerta ?concomitante? podría frenar el avance de una licitación perjudicial para el Estado, por ejemplo?.
-Ese es uno de los sentidos de un control eficaz. Pero también nosotros debemos estar a la altura de esa premura exigiendo e imprimiendo la celeridad del caso, de lo contrario terminamos contribuyendo a la máquina de impedir.
-Me acuerdo que en el caso de Cromañon, hubo advertencias desde la Defensoría de la ciudad y la Auditoria que el poder político, en su momento, desoyó, ¿cómo se explica?
-Si, claro, pero eso tiene que ver con que se asocia el control con la oposición, cuando debería asociarse a una mejora de la gestión y con el cuidado de lo que aportamos como ciudadanos: es decir, dónde va nuestro dinero. Por eso se subestima la información o los alertas producidos por los órganos de control. Esta es una de las ?patologías? que tenemos en Argentina: el control está cooptado por la política, salvo pocas excepciones, por supuesto. La tercera es que estos organismos funcionan con bajos recursos.
-Será que la política en Argentina no es muy afecta a que la controlen. Y dígame, para tener una medida de lo que afirma: ¿es posible hacer una comparación presupuestaria de los controles entre Argentina y Brasil, por ejemplo?
-La Auditoría de la Nación argentina tiene un presupuesto de 30 millones de dólares, mientras que en Brasil es de 600. Y le digo más: excepto nosotros y El Salvador, el resto de América Latina gasta mucho más en control que Argentina.
-¿Qué pasa en la ciudad? -Padecen de la misma decadencia que los nacionales, porque además tienen su correlato. En el caso de la Auditoría, además, tiene siete auditores, lo que es un exceso. Difícil que siete personas se pongan fácilmente de acuerdo. Esto traba los controles.
-¿Cómo evalúa políticamente a Macri, a la idea de dar más lugar al control sobre su gestión? -Hasta ahora parece un hombre que muestra apego a lo institucional. Pero hay instituciones que deben cambiar para garantizar la calidad institucional.
-¿Qué entiende por calidad institucional? -En mi opinión, está compuesta por tres patas: división de poderes, medios independientes y órganos de control igualmente independientes.
-O sea, estamos en pañales.
-Así es. Por otro lado, hay algunos organismos de control centrales, como por ejemplo la Auditoría General de la Nación (AGN), que asiste técnicamente al Congreso en el control del estado de las cuentas del sector público. Y si el propio Congreso no tiene protagonismo, es lógico que la auditoria tampoco lo tenga.
En mayo pasado, una iniciativa periodística de APOC, presentó en sociedad una herramienta que intenta acercar a la ciudadanía al trabajo que realiza la Auditoría General de la Nación y de la Ciudad. Se trata de una página web en la que se pueden encontrar los informes que emiten los organismos, en un lenguaje llano. ?Y aquí tenemos otro problema ?se sincera Quintana-, que es que la traducción tiene que tener el menor contenido posible de interpretación porque, de lo contrario, se convierte en interpretación política?. El sindicalista asegura que iluminar la labor de los órganos de control ?los periodistas frecuentan asiduamente la página- es un arma de doble filo: el trabajo del control, para bien y para mal, queda expuesto con fortalezas y debilidades. ?La reforma constitucional introdujo algo muy importante, que la Auditoría debe estar presidida por un representante de la oposición? .
-¿Y no es lo lógico? ¿Cómo se espera que el oficialismo se controle a sí mismo?
-Bueno, por supuesto que no es lo mejor que encabece un oficialista un órgano de control. Pero nos parece que lo central es que exista una burocracia inteligente, cuadros técnicos que sean capaces de funcionar como un engranaje independiente de los poderes de turno.
-Los poderes políticos ?y el kirchnerismo en especial- no se han dedicado a formar cuadros burocráticos ni técnicos, tanto que antes la esposa ?la abogada Alexandra Minicelli- controlaba a su propio marido (Julio De Vido).
-Es cierto, pero no siempre fue así. En Argentina hemos tenido una muy buena e inteligente burocracia, tanto en la época de Frondizi como en la de Perón. La dictadura la destruyó entre todas las cosas que destruyó.
-¿Usted es peronista? -Si
-¿Kirhcnerista?
-(Se ríe)…Soy peronista. Dejémoslo ahí. Mi adjunto, Federico Recagno, es radical.
-¿Cuántos años hace que está al frente de Apoc?
-Veinte.
-Una tradición bien argentina, digamos.
-Así es: soy un burócrata sindical, si es lo que quiere decir.